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 published: 2003-03-18

Dramático llamado a la paz de Juan Pablo II: "Todavía hay tiempo para la paz"

Ejercicios espirituales del Papa y de la Curia con el tema: Dios es Amor

Dios es Amor: Trono de Gracia, Santuario Sión del Plata, Florencio Varela, Argentina

God is Love: Throne of Grace, Sion del Plata Shrine, Florencio Varela, Argentina

Gott ist die Liebe: "Gnadenthron", Sion del Plata-Heiligtum, Florencio Varela, Argentina

 

Dios es Padre, siempre.

God is Father, always

Gott ist Vater - immer

 

Fotos: Schoenstatt Argentina © 2003

 

ROMA, P. Alberto Eronti. Los inspectores de la ONU recibieron el aviso de salir de Irak. Las embajadas cierran. Todo señala una guerra inminente. Miles y miles de personas salieron a las calles para pedir por la paz - y miles y miles rezan, rezan por los niños y sus padres, por líderes y soldados, rezan para que la Reina de Paz muestre su poder... El domingo 16 de marzo, el Papa ha vuelto a hablar a la cristiandad y al mundo. Hacia el final de su mensaje del "Angelus", dejó de leer el texto e improvisó un dramático llamado a la paz con el testimonio de su vida: "He vivido la segunda guerra mundial", sé qué es una guerra, sé del horror de la guerra. "Todavía hay tiempo para la paz". ¡Qué así sea!

Los vientos de guerra se aceleraron, el Papa estuvo de retiro espiritual, el tema fue: "Dios es Amor". Cuando se despidió de nosotros el domingo pasado en el "Angelus" dijo: "Voy a recluirme a orar, a orar por la paz". Sin que sus colaboradores dejaran de trabajar por evitar la guerra, el Papa fue fiel a las palabras de Jesús: "Hay demonios que sólo se expulsan con la oración y el ayuno" (Mc. 9,29). El "Vigía de la paz" se hizo "Vigía orante y penitente". Entregó su desvalimiento y puso al mundo y su futuro en las manos de Dios, como diciéndole: "Padre, perdónales, -no todos- no saben lo que hacen" (Lc. 23,34).

Acompañar a Juan Pablo II en su retiro

Cada final del día, Mons Angelo Comastri, predicador de los ejercicios, hacía algunas declaraciones a Radio Vaticana contando de lo que había hablado al Papa y a sus colaboradores. En este "acompañar" a Juan Pablo II, ya que él lo pidió, he ido escuchando en la radio y leyendo en la Agencia "ZENIT" lo que se informaba. Me han tocado profundamente dos temas: el nombre de Dios y María en "la hora" de Jesús.

Mons Comastri recuerda el diálogo de Dios y Moisés en el desierto. Ahí Dios revela su Nombre: "Yahveh", que significa literalmente: "Yo soy el que soy". Nosotros los occidentales no poseemos un pensar simbólico natural, por educación y mentalidad somos más bien "esencialistas", tendemos a dar definiciones. Por esto, al escuchar el Nombre de Dios, nos quedamos pasmados sin entender su significado o interpretamos que se define a sí mismo como el Ser Absoluto. El predicador papal nos recuerda que el pensar hebreo, y por ende su lenguaje, es simbólico. El hebreo no es esencialista, no es en primer lugar filósofo, es un ser habituado a vivir y experimentar. Por ello su lenguaje está pleno de imágenes y símbolos. Así, por ejemplo, cuando San Juan escribe "Dios es amor" (1 Jn. 4,8), no está queriendo definir a Dios, sino que está comunicando su experiencia. Relata cómo él vive y experimenta a Dios.


El nombre de Dios: "Yo soy el que está a tu lado"

Así, cuando Dios le revela su Nombre a Moisés, lo que el caudillo entiende es: "Yo soy el que está a tu lado". Dice Mons Comastri, "para un semita, una persona sólo existe si está a su lado". Esta experiencia de Dios tiene un desarrollo prodigioso. Isaías lo anunciará como "Emmanuel", "Dios con nosotros". Claro, en la perspectiva de lo que significa el nombre "Yahveh", uno entiende que el profeta designara así al futuro Mesías, También se nos ilumina la expresión de San Juan: "El Verbo se hizo carne y plantó su tienda entre nosotros" (Jn. 1,14). Es decir, "se hizo vecino" del hombre "se hizo su prójimo". Por esto la categoría fundamental de la Biblia, nos recuerda el Padre Kentenich, es la de Alianza. Dios, para "estar al lado" del hombre y para que el hombre se le asemeje y aprenda a "estar al lado de Dios" y "al lado de sus hermanos", le propone una Alianza, una Alianza de Amor. Por esto toda la historia de Salvación se funda en la Alianza, en la tensión vital de la Alianza. Mons Comastri nos dice que Dios ofrece esta Alianza a toda la humanidad, "pero esta humanidad es una esposa extravagante, una esposa caprichosa", dada a la tentación de la infidelidad. Pero, agrega: "Dios permanece fiel, misericordiosamente fiel". Es como si Dios dijera a la humanidad, "yo sigo amándote, sigo desafiándote con mi amor fiel".

Amor para siempre

¡He aquí como exige Dios al hombre! Le exige amor dándole amor, amor fiel, inalterable, incorruptible. Como el padre del hijo pródigo, Dios "espera" siempre al hombre y en el hombre. Lo espera no sólo en los atardeceres (Lc.15,20-24), sino en todas las horas y en todos los instantes. El hombre de este tiempo anhela amor, amor fiel, amor "para siempre". Pero su experiencia es a menudo dramáticamente inversa: el amor humano puede desaparecer, puede corromperse, incluso morir mientras el hombre vive. Es que no es el hombre la garantía de su amor, es Dios. Si no se funda en Dios el amor del hombre tiene raíces de fragilidad. Sólo Dios es eterno y en El, el amor del hombre puede alcanzar las categorías de fidelidad, de "para siempre". Sólo Dios sabe lo que es "Soy el que está a tu lado" y sólo de El - y sus transparentes - aprende el hombre a "ser al lado de los otros, del otro" y de Dios.

María en la hora de Jesús

La "hora" de Jesús se da en el Calvario. María oyó hablar por primera vez a Jesús de su "hora" en las bodas de Caná de Galilea. Cuando Ella le dice, con una "profunda exposición de pobreza": "Hijo, ya no tienen vino"; El le responde : "Mujer, todavía no ha llegado mi hora". Aquí - agrega Mons Comastri - Jesús le está diciendo a la Virgen: "Mira, Madre, yo haré el milagro - de hecho lo hará -, pero ese milagro revela otro, hace referencia a mi ‘hora’. El verdadero milagro, la auténtica transformación del agua en vino, lo haré en aquel momento…".

Más tarde, el Evangelista San Juan, va a comenzar el capítulo 13 de su Evangelio de esta manera: "Sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo"(Jn. 13,1). "¿Cuál es el punto en el que no se puede amar más?", pregunta el predicador. "En la hora de la muerte", de ahí las palabras del Señor: "Todo está cumplido" (Jn.19,30). "Es la palabra síntesis de toda la vida de Jesús, la última palabra". Es la definitiva afirmación de amor, el del final. Es un grito cara a la humanidad, una declaración última y definitiva: "¡Os amo!". Es aquí donde queda involucrada María en la "hora" de Jesús. La Madre está junto a la cruz, entregándolo y entregándose y es esta sintonía con el Dios-Amor, la que le da a María una nueva y sorprendente maternidad: "Mujer, ahí tienes a tu hijo" (Jn.20,26). Jesús viene a decirle: "Madre, esta es mi ‘hora’, en la que tú entregas conmigo la vida, por eso recuperas una fecundidad inmensa, te conviertes en Madre de mis discípulos. Por eso, no pienses en mí; piensa en ellos". Y le dice a Juan: "Ahí tienes a tu Madre" (Jn. 20,27). Es la "hora" del amor supremo y extremo, lo "entrega" todo, le da a los hombres lo último que le queda en la tierra: su Madre. Y la cruz se hace canto, canto al amor más grande y más bello, al amor más fuerte que la muerte. María, es en la "hora" de Jesús, el último don del "Emmanuel" a los hombres, luego se entrega a su Padre.

He querido compartir con ustedes algo de lo vivido esta semana primera de Cuaresma, acompañando al Juan Pablo II en sus ejercicios espirituales, tal vez estas notas ayuden a alguno a ahondar este tiempo litúrgico como el tiempo de crecer hacia el amor más grande y "ser más al lado de los otros".



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Last Update: 18.03.2003 Mail: Editor /Webmaster
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