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Testimonial
afternoon during the October Week 2002 in Schoenstatt, Germany: an
experience of Father Kentenich's lasting presence
Familiennachmittag bei der Oktoberwoche 2002 in Schönstatt
- eine Erfahrung von Pater Kentenichs bleibender Gegenwart |
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Ramona Wilden,
diocese of Aachen
Ramona Wilden, Diözese Aachen |
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P.Günther
Boll, Schoenstatt, Alemania
Fr. Günther Boll, Schoenstatt,
Alemania
P. Günther Boll, Schönstatt, Deutschland |
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Margaret
y Mike Fenelon, Chicago, Estado Unidos
Margaret and Mike Fenelon, Chicago,
USA
Margaret und Mike Fenelon, Chicago, USA |
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Mike Fenelon
caminando con el Padre
Mike Fenelon walking hand in
hand with Father Kentenich
Mike Fenelon an der Hand von Pater Kentenich |
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La hermana
de Margaret Fenelon con el Padre, en el santuario hogar de los Yank
Margaret Fenelon's younger sister
with Father Kentenich in the Yank's homeshrine
Margaret Fenelons jüngere Schwester mit Pater Kentenich
im Hausheiligtum der Yanks |
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El Padre
en una familia
Father Kentenich in a family
Pater Kentench bei einer Familie |
Fotos: POS, Brehm © 2002 |
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P. José
Kentenich en Milwaukee - todo un Padre
Fr. Joseph Kentenich in Milwaukee
- a father
P. Josef Kentenich in Milwaukee - ganz Vater |
Fotos: Archiv © 2002 |
SCHOENSTATT, mkf. El Jubileo de oro de la llegada del padre Kentenich
a Milwaukee, Estados Unidos en Junio 2002, celebrado en Milwaukee por
la familia de Schoenstatt en ese país y la razón para muchas
peregrinaciones a los lugares del exilio de 14 años del Padre Kentenich,
fue el motivo de reflexión y también de la tradicional tarde
de testimonios en la Semana de Octubre alemana, en la tarde del 18 de
Octubre. Personas de diferentes esferas de contacto con el Padre Kentenich
compartieron sus experiencias personales, diferentes pero resumidas en
la impresión fundamental: él era padre, siempre padre.
El 21 de Junio se cumplían cincuenta años del arribo del
Padre Kentenich al lugar donde debía permanecer, separado de Schoenstatt,
y donde se quedó hasta que fue rehabilitado durante el curso del
Concilio Vaticano II y retornó a Schoenstatt en la nochebuena de
1965. Lo que fue un sacrificio y sufrimiento para Schoenstatt en Alemania
y en otras partes del mundo, se convirtió en un regalo para Schoenstatt
en los Estados Unidos. Aunque fue obediente a los decretos de la Iglesia
al no trabajar activamente por Schoenstatt en EEUU, su presencia en Milwaukee
marcó al Schoenstatt norteamericano, quienes formularon su lema
de Jubileo como "Tu regalo, nuestra misión"
En esta tarde, una breve reseña de esta misión y regalo
se pudo compartir con los 700 delegados de la Semana de Octubre. El P.
Günther Boll fue el moderador de la tarde. Al comenzar expresó
su deseo de que este momento sea de un encuentro personal con el Padre
y Fundador. Y así lo fue.
En Milwaukee él fue "todo un Padre" para mí.
Ramona Wilden, de la diócesis de Aachen, visitó Milwakee
junto a un grupo de la Juventud de Schoenstatt luego del Día Mundial
de la Juventud en Toronto. "En Schoenstatt lo encuentro fantástico,
en Milwaukee se convirtió en mi padre," dijo ella. Tuvo dos experiencias
claves: caminar en el cementerio junto al Santuario de Milwaukee, caminar
los caminos que él hacía con sus visitantes, la hizo sentir
que él estaba caminando con ella también. Otra experiencia
estaba conectada con la Casa del Padre: "Tienen el confesionario de la
Iglesia de San Miguel ahí y de repente pensé: sería
fantástico poder confesarme con él…" Las experiencias de
Milwaukee, dijo ella, la urgieron a "compartir su paternidad con otros,
ser como él una figura paternal, o mejor dicho, una figura maternal
a las chicas más jóvenes de Schoenstatt en la diócesis."
Para nosotros fue el pastor de la comunidad alemana y un Padre!
La familia Horn, fugitivos de Alemania Oriental como muchas otras familias
que constituían la comunidad alemana en Milwaukee, compartieron
por medio de un video su experiencia en la perspectiva de experimentar
al Padre Kentenich como un pastor de su pequeño rebaño de
gente sencilla (a quienes Schoenstatt debe agradecer por las charlas del
"juego del amor"). "Nosotros no conocíamos sobre Schoenstatt, y
que era un fundador. Para nosotros, él era el pastor. Y pronto
nos sentimos muy cercanos a él, porque era un padre para nosotros."
Uno de los ejemplos compartidos por la Sra. Horn era sobre el examen
para obtener su licencia de conducir. Como siempre, antes de momentos
decisivos, fue al Santuario y allí se encontró con el Padre
Kentenich. Le pidió que la bendiga a ella y al auto por el examen
que debía hacer al día siguiente. Fue a hacer el examen
con mucho optimismo, pero no pasó. El Padre Kentenich le comentó:
La voy a bendecir de nuevo la siguiente vez y si no resulta, voy a tener
que sentarme con usted durante el examen!" Dos personas del público
comentaron; "Yo me hubiera asegurado de no pasar". Un corto video clip
mostró cómo el "rebaño" alemán se sintió
bienvenido y aceptado por el Padre Kentenich.
"El lo hubiera comido, sólo por hacerme feliz"
Otro ámbito al experimentar al Padre Kentenich fue el que tuvieron
las parejas de "los lunes por la noche", las primeras parejas norteamericanas
que se reunían con el Padre Kentenich para tratar temas como vida
conyugal, fe, educación. El Padre Boll subrayó que nunca
antes ni después en su vida, el Padre Kentenich dedicó tanto
tiempo a las familias. Por medio de un video, Joanna Schimell (fallecida)
compartió como ella y su esposo Gilbert tomaron contacto con el
Padre Kentenich cómo creció su cercanía a él.
"Nunca hacíamos una cita cuando queríamos verlo, sino que
simplemente llegábamos. Uno no pide una cita cuando va a ver a
su padre a su casa!." Contaron la historia sobre cómo, con poquísimo
tiempo de aviso, el Padre Kentenich los acompañó a un viaje
a varias horas de Milwaukee a su casa de campo. Sin la posibilidad de
comprar alimentos, Joanna se sintió mal de servir el usual estofado
al Padre Kentenich y otros dos sacerdotes; incluso no tenía una
fuente y una cuchara de servir decente para servir el estofado, lo cual
la hacía sentir más avergonzada. Hasta el final de su vida
conservó esa olla grande que el Padre Kentenich la animó
a poner en la mesa con esa fea cuchara de servir. El mismo sirvió
el estofado a los demás diciéndole que le encantaba el estofado
y sirviéndose una buena parte. "El se lo hubiera comido de todas
maneras, sólo para que estuviera contenta".
Las ardillas americanas son más confiables…
El Padre Günther Boll quien visitaba una vez al año al Padre
Kentenich en Milwaukee compartió su testimonio de cómo se
impresionaba de que el Padre personalmente lo iba a esperar a la estación
y de cómo lo hacía sentir en casa. La experiencia con "ardilla
americana" puede ser el resumen de los muchos detalles que en el testimonio
muy personal del Padre Boll, mostraron un padre respetuoso que lo ayudó
a crecer en una relación filial marcada por la confianza. El Padre
Boll contó como mientras caminaban en el cementerio diariamente
con el Padre Kentenich, se iba haciendo gradualmente más libre,
más amplio, con más voluntad y con ganas de compartir más
y más también en lo personal. Fue especialmente la habilidad
de escuchar la que lo hizo la persona más importante en el mundo
para él – una experiencia que no era sólo liberadora sino
que le abría el corazón. Durante las caminatas diarias,
él observaba a las ardillas – "que eran más confiadas que
las alemanas", pues se les acercaban y caminaban junto a ellos la mayor
parte del camino. Un día, mientras observaban a una ardilla que
los acompañaba, el Padre Kentenich señaló al pequeño
animal diciendo: "su amigo". "El puso en estas palabras la experiencia
total que tuve – la "ardilla" alemana, es tímida, esta es confiada
y puede compartir… No hubo más comentarios, pero unos días
después, en el santo del Padre Boll, el regalo del Padre Kentenich
fue una ardilla de juguete. "Esta ardilla ha viajado por todo el mundo
conmigo y está en mi santuario hogar." Añadio.
Luego de experimentar al Padre, comentó que encontró al
profeta – el fundador profético que "le dio la más intensiva
introducción a Schoenstatt que jamás tuve."
Nuestras experiencias de niñez con el Padre Kentenich
Mike y Margaret Fenelon, de Estados Unidos, conocieron al Padre en sus
familias mientras crecían en Milwaukee durante su exilio.
"Para nuestros padres y nosotros como pequeños era nuestro Padre
– siempre preocupado, siempre disponible, siempre amable," dijo Mike Fenelon.
"Nosotros, los niños, sabíamos que el Padre siempre tenía
algún regalito para nosotros," decía Margaret. "Una vez
nos preguntó, ‘¿Cuándo fue la última vez que me visitaron?’
Mi hermana mayor dijo: ‘¡la vez que ud. nos dio uvas!’. El Padre estaba
muy complacido. Se rió y dejó la habitación y volvió
con galletas de chocolate".
Mike Fenelon contó como el Padre Kentenich le enseñó
a sus padres la importancia de las tradiciones en la familia: un pesebre
que se llena de pajitas durante el adviento, una corona de espinas en
la cual colocaban pétalos de rosas durante la cuaresma, procesiones
con velas en la casa, un símbolo para cada miembro de la familia
en el "santuario viviente", o la ‘hora de Schoenstatt’ como familia. Añadió
Margaret: "Mis padres, ahora que tienen más de ochenta años,
¡todavía lo hacen!" Se presentaron testimonios de sus padres por
video, lo mismo que fotos que mostraban al Padre Kentenich con los entonces
niños en su santuario hogar.
La realidad de un Padre Celestial se hizo una realidad – así resumen
Margaret y Mike lo que compartieron, subrayando especialmente lo que contó
Mike, la muerte de su padre a los 48 y cómo con sus hermanos de
6 y 8 años conversaban con quién estaría conversando
su padre en cielo, si sería con Gilbert Schimmel, la Madre de Dios,
o el Padre Kentenich. Ellos entendían que el cielo no era sólo
un lugar sino una familia, o el estar con amigos y familiares para siempre.
De las muchas experiencias compartidas por Margaret y Mike Fenelon, miembros
del Consejo General del Instituto de Familias de Schoenstatt, está
la vinculada a la famosa foto que muestra a Mike caminando de la mano
con el Padre Kentenich en un campo cercano a Milwaukee – una foto utilizada
alrededor del mundo para ilustrar la relación padre-hijo. Cuando
fueron nombrados para el Consejo del Instituto, Mike Fenelón le
escuchó decir a una hermana un detalle que él no conocía
antes: en lugares que no eran totalmente planos, el Padre se tomaba del
brazo de alguien para ayudarse." El padre no quería tomar el brazo
de un adulto, así que tomó el mío para apoyarse…
En ese momento, cuando escuché ese detalle, lo supe. El Padre nos
estaba diciendo que necesitaba apoyarse en mí de nuevo…"
Traducción:Angie Santos,Guayaquil,
Ecuador
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