Fotos: Soledad Leiva © 2002

SCHOENSTATT ORIGINAL (Soledad Siade) Con gran alegría recuerdan las 26 señoras de la rama de madres de Santiago Cordillera y Bellavista su peregrinación a Schoenstatt en el mes de octubre, la última peregrinación latinoamericana del año 2001. Tras las tormentas que soportaron en Roma y Asís, las madres de Chile disfrutaron el día más cálido y soleado de Schoenstatt en todo el otoño. Su experiencia de Schoenstatt les dejó huellas muy profundas.

"Como pedazos de cielo en que armónicamente se une el cielo con la tierra, se encuentra a Dios y a los hombres alegres. Los paisajes y las flores también gritan el amor que nos tiene el creador" dice Bárbara Vicuna. Todas las señoras comentan que regresan a sus hogares con una paz profunda y con el corazón cargado de amor hacia el Padre Dios, la Mater y el Padre Fundador; sentimiento que se acrecentó al poder vivenciarlo con certeza a través de las personas en Schoenstatt, especialmente las Hermanas y Sacerdotes, sintiéndose hijas predilectas del Padre. Esto mismo les impone el desafío de transmitirlo y difundirlo en su vida cotidiana, siendo instrumentos de Dios, confiando en la Divina Providencia.

"Nuestro Padre Kentenich nos muestra la mejor ‘fotografía’ del Padre Dios"

Algunas de las señoras compartieron sus vivencias, al responder qué se llevaban a casa luego de esta visita a Schoenstatt: "Que soy hija queridísima del Padre Fundador, que él me muestra la mejor fotografía del Padre Dios, que Dios me necesita para mostrarlo al mundo."

"La filialidad en saberme muy hija del Padre Kentenich, la imagen de sus manos pidiéndome lo que le voy a entregar, porque me necesita." "Haber cambiado el sentido de mi vida, haber descubierto mis debilidades y lo que Dios me quiere decir con ellas."

"Fue una experiencia que marcó mi vida. Le entregué al Padre en sus manos mis mayores dificultades, problemas y situaciones en las que sola no puedo. Antes le había pedido que me ayudara, ahora de corazón se las entregué."

Como entre los pliegues del manto de la Mater

"Experimentamos Schoenstatt como llegar a casa, en familia; como un lugar muy hermoso donde la belleza natural está unida a la sobrenatural". Todas comentan que han sentido muy fuerte la presencia de Dios, su poder, su grandeza y su inmenso amor en este lugar santo. "Es como la antesala del cielo", fue el sentimiento común de las 26 madres.

En el Santuario experimentaron una paz y amor indescriptibles, sintiéndose profundamente acogidas. "En el santuario me siento acogida, como entre los pliegues del manto de la Mater."

"Experimenté Schoenstatt como el reflejo casi perfecto de lo que el Padre Dios planeó al realizar la creación: maravilloso, cálido, acogedor, confortable, funcional, sencillo, precioso." dijo emocionada Ximena Lillo.

Para la mayoría de las señoras, los momentos culminantes fueron las horas de oración en el Santuario Original, las visitas a la Tumba del Padre Kentenich, el Jardín de María con su historia. "Sentí una emoción profunda en el alma, la humildad de ser pequeña, el anhelo y fe en el amor, sobrecogida por la naturaleza", expresó Gloria Contreras.

Desafío de transmitirlo y vivirlo en la vida cotidiana

"Me voy con el corazón lleno de tantas cosas maravillosas que Dios me regaló en esta peregrinación y conciente de que tengo que dar frutos con mi actitud, en mi lucha personal, en mi apostolado. Seguir las huellas del Padre, dialogando con Dios y aceptando su voluntad aunque me cueste lágrimas."

"Siento que la única diferencia entre estar en Schoenstatt y en el cielo, es que la estadía en Schoenstatt se acaba y el cielo es para siempre. Trabajaré fuerte para que también muchos hombres y mujeres lleguen a gozar del cielo eternamente", fue el sentimiento de todas de ellas.