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La piedra fundamental del Santuario Matri Ecclesiae,
Roma
The corner stone of the Matri Ecclesiae Shrine,
Rome
Der Grundstein des Matri Ecclesiae-Heiligtums,Rom
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Oración de la Presidencia General, 8 de diciembre,
2003
Prayer of the General Presidium, December 8,
2003
Gebet des Generalpräsidiums, 8. Dezember 2003
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Golpe de martillo, P. Heinrich Walter: el martillo
fue usado por el Padre Fundador en la colocación de la piedra
angular de la Iglesia de la Adoración
Hammer blow, Fr. Heinrich Walter: the hammer
was used by Fr. Kentenich at the corner stone laying of the
Adoration Church
Hammerschlag, P. Heinrich Walter: der Hammer
wurde von Pater Kentenich bei der Grundsteinlegung der Anbetungskirche
benutzt.
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Golpe de martillo: Hna. M. Jacoba Kesselheim
Hammer blow: Sr. M. Jacoba Kesselheim
Hammerschlag: Sr. M. Jacoba Kesselheim
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Golpe de martillo: Mons. Peter Wolf
Hammer blow: Mons. Peter Wolf
Hammerschlag: Mons. Dr. Peter Wolf
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Golpe de martillo: Dr. Inge Birk
Hammer blow: Dr. Inge Birk
Hammerschlag: Dr. Inge Birk
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Golpe de martillo: Renate Martin
Hammer blow: Renate Martin
Hammerschlag: Renate Martin
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Golpe de martillo: P. Dr. Lothar Penners
Hammer blow: P. Dr. Lothar Penners
Hammerschlag: P. Dr. Lothar Penners
Fotos: P. Marcelo Avarena © 2003
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Consejo General
de la Obra Internacional de Schoenstatt
Roma, 9 de diciembre de 2003
Querida Familia de Schoenstatt:
La colocación de la piedra fundamental del Santuario internacional
de Roma nos ha reunido aquí, en la Ciudad Eterna. Después
de 38 años se hizo realidad lo que aconteciera simbólicamente
en este lugar el día de la clausura del Concilio Vaticano II.
En aquella oportunidad el Consejo General y otros representantes de
la Familia de Schoenstatt, reunidos en torno del Fundador, el P. José Kentenich,
llevaron a cabo la colocación simbólica de la piedra
fundamental con la erección de la ermita en el terreno de la
Via di Boccea. Con gran alegría nuestro Padre aceptó el
regalo que con motivo de la celebración de sus 80 años
le hiciera el Consejo General en nombre de toda la Obra internacional
de Schoenstatt. Por entonces prometieron construir un Santuario y un
Centro Internacional en Roma. Nosotros seguimos manteniendo también
hoy ese regalo y la promesa hecha en aquellos días decisivos
en la vida de nuestro Fundador.
Mediante un telegrama se le había mandado sorpresivamente que
regresara. Luego de catorce largos años de exilio y dolorosa
separación de su Familia espiritual, emprendió el camino
a Roma. Una vez aquí, las tensiones parecieron intensificarse
aún más, hasta que, en una sesión del Santo Oficio,
los Cardenales dejaron sin efecto todas las resoluciones tomadas anteriormente
contra su persona. El Santo Padre, SS. Pablo VI, ratificó esa
decisión el 22 de octubre de 1965. De ese modo el Padre y Fundador
quedó finalmente libre y a la vez había llegado al corazón
de la Iglesia.
Siguieron algunas semanas de gran alegría, en las cuales reunió en
Roma a las direcciones de sus comunidades, y estas pudieron experimentar
al Padre en el medio de su Familia. Nunca antes ni después nuestro
Fundador estuvo tanto tiempo con el Consejo General de nuestro Movimiento.
Llenos de gratitud echamos una mirada retrospectiva sobre las semanas
de las "Conferencias de Roma", la celebración de sus 80 años
y la clausura del Concilio, el 8 de diciembre de 1965, con la colocación
simbólica de la piedra fundamental.
Nuestro Padre aprovechó ese día constituyéndolo
en un signo, orientador para el futuro, de la nueva comunión
entre Schoenstatt y la Iglesia. Debía ponerse de manifiesto
lo que desde hacía mucho tiempo era una viva convicción
en él: que Schoenstatt tiene una gran misión para la
Iglesia del futuro. Esa esperanza alentaba en su Familia desde 1929,
expresada en aquellas palabras suyas: "A la sombra del Santuario...",
donde "se codecidirán esencialmente los destinos del mundo y
de la Iglesia". Todo lo que en virtud de su iniciativa de Fundador
se había gestado en Schoenstatt debía y debe constituir
un aporte para la Iglesia. En alas de esa convicción nuestro
Padre albergaba desde hacía mucho tiempo el anhelo de construir
un Santuario en Roma. Había comenzado la búsqueda de
un lugar para el Santuario hacia fines de los años cuarenta.
Las Hermanas compartieron desde temprano ese anhelo y ya antes del
Concilio adquirieron en Roma, en la Vía di Boccea, un terreno
donde levantar un Santuario. El fundador conoció ese terreno
y lo visitó tres veces. El 8 de diciembre de 1965 tuvo lugar
en dicho terreno la colocación simbólica de la piedra
fundamental, y aquí celebramos ayer, con gran alegría,
la colocación definitiva de la piedra fundamental.
El nombre del futuro Santuario
Nuestro mismo Padre y Fundador escogió el nombre para el futuro
Santuario de Roma: Matri Ecclesiae, tomándolo de la inscripción
grabada sobre la piedra fundamental de una gran iglesia que fuera bendecida
por el Santo Padre en el solemne acto de clausura del Concilio. El
Santuario Matri Ecclesiae será siempre garantía de
que el Santuario y todo el Movimiento de Schoenstatt constituyen un
regalo para la "Madre Iglesia" y para la Sma. Virgen, Madre de la Iglesia.
El Santuario Cor Ecclesiae es garantía de la misión
e ideal de Schoenstatt y de la Familia de las Hermanas de ser "corazón
de la Iglesia". En tiempos de gran tribulación, la Familia de
las Hermanas le había prometido a la Sma. Virgen erigirle un
Santuario en Roma como agradecimiento por haber escuchado la súplica
de que al Padre le fuera devuelto el lugar querido por Dios en la Obra
y en la Familia. 25 años más tarde, en 1990, se bendijo
ese Santuario.
La incorporación y asociación de Schoenstatt al Concilio
En su conferencia del 8 de diciembre de 1965, a la cual consideró como "Acta
de Fundación" del Santuario de Roma, nuestro Fundador relacionó el
Santuario de Roma con la cuestión de la nueva imagen de Iglesia
luego del Concilio. Y lo hizo motivado hondamente por la idea de la
incorporación y asociación de Schoenstatt al Concilio.
Tomó como punto de partida la experiencia y la certeza de que
en Schoenstatt vivía desde hacía mucho tiempo aquello
por lo cual el Concilio se había empeñado en relación
con la imagen de Iglesia. Con alegría manifiesta captó lo
nuevo con las imágenes de la "piedra peregrinante" y la "barca",
y con ello el dinamismo y movilidad que la Iglesia reconquistó con
el Concilio Vaticano II.
Plenamente en el sentido del Concilio, puso su mira en una Iglesia
que, "llena de alma, esté ligada a la tradición" y "desasida
de formas anquilosadas". Como schoenstattianos, siempre que sigamos
esa senda ayudaremos de modo duradero a la Iglesia a hallar su centro
vivo y no caer en extremos estériles. Con nuestro Fundador nos
empeñamos por una Iglesia "unida fraternalmente" y "dirigida
jerárquicamente". Siempre que nos esforcemos por un estilo de
trato familiar y fraternal, por autoridad paternal y "obediencia familiar",
contribuiremos a la renovación de la Iglesia y de sus estructuras.
Nuestro Padre comparte con el Concilio Vaticano II la visión
de una Iglesia que no se retira del mundo sino que se atreve a convertirse
en "alma de la cultura y del mundo de hoy y mañana". Con compromiso
profético nuestro Padre trabajó para que la Iglesia,
de acuerdo con su vocación, tenga una forma mariana, un rostro
mariano, y la Sma. Virgen sea contemplada y honrada cada vez más
como "Madre de la Iglesia". Simultáneamente imaginaba una "Iglesia
pobre" que se despidiese de la pompa y del poder político. Anhelaba
una "Iglesia humilde" capaz de pedir perdón, tal como lo hemos
experimentado en los últimos años, y de manera convincente,
en nuestro Papa Juan Pablo II.
Construir en Roma un Santuario de Schoenstatt no puede significar
agregar una iglesia o capilla más a las muchas ya existentes.
Si construimos aquí un Santuario de Schoenstatt, con ello queremos
expresar nuestro anhelo de integrar a Schoenstatt, con su fuente
de gracias y su corriente de vida, a la visión y práctica
vital de una Iglesia renovada. Cada vez que en nuestras relaciones
humanas, grupos, parroquias y comunidades aspiremos a los valores y
metas mencionados arriba, estaremos cooperando en la renovación
de la Iglesia y en la realización del Concilio. Hay que integrarlo
diariamente a la iglesia local; en ello veía nuestro Padre la
misión de Schoenstatt para la Iglesia. El amor de nuestro Fundador
a la Iglesia debe volcarse a la realidad y seguir viviendo a través
de nuestra colaboración y compromiso apostólico en las
parroquias y donde quiera que vivamos los schoenstattianos. En este
sentido también aquí se aplica el dicho: "Todos los caminos
llevan a Roma".
En nuestra calidad de Consejo General nos sabemos comprometidos con
nuestro Padre y Fundador. Es nuestro gran deseo que nosotros, como
Familia internacional de Schoenstatt, estemos unidos y cumplamos la
promesa que le hiciéramos de construir el Santuario internacional
de Roma y el Centro Internacional de Roma. Ciertamente, de acuerdo
al deseo y voluntad de nuestro Fundador y según la decisión
del Consejo General, es el instituto de los Sacerdotes diocesanos de
Schoenstatt quien ha asumido la responsabilidad de la ejecución;
sin embargo no lo hace para sí mismo sino en representación
de la Familia. Siempre estuvo claro que ese gran proyecto sería
una tarea de toda la Familia. De ahí la creación de la
Curaduría de Roma, en la cual están representadas nuestras
comunidades como en el Consejo General. En ese gremio se consultaron
y consultan previamente, se acompañaron y acompañan todos
los pasos del planeamiento y todas las decisiones relevantes.
Un proyecto en dos fases de construcción
Luego de muchos años de gestiones hemos conseguido finalmente
el permiso de construcción y queremos abordar el proyecto
en dos fases de construcción. Siguiendo cabalmente la consigna
de nuestro Padre, con la presente colocación de la piedra fundamental
comenzamos la construcción del Santuario a modo de núcleo
más íntimo del futuro Centro Internacional de Roma. Se
halla ubicado en la parte superior del terreno y en cierta manera coronará más
tarde nuestro Centro. Al comenzar la construcción aseguraremos
todo el terreno con un cerco y portones sólidos, y trazaremos
caminos de acceso al Santuario. Parte de esta primera etapa es también
la construcción de una sacristía y de una casa grande
en la cual se alojará la familia de los cuidadores y en la cual
habrá un espacio para encuentros diurnos que se realicen junto
al Santuario. La casa de reuniones definitiva se levantará en
un plazo de dos a tres años.
Llenando la tinaja
En lo que hace a la construcción del Santuario, todos estamos
invitados, de acuerdo con el Acta de Fundación, a aportar al
Capital de Gracias para hacer que la Sma. Virgen descienda aquí y
distribuya en abundancia sus gracias y dones. Se trata de sellar la
Alianza de Amor y, como en el evangelio, llenar las tinajas. Así ha
de repetirse el misterio de la fecundidad del Santuario original, tal
como entre tanto se ha hecho patente a escala mundial en otros muchos
Santuarios. Que esta corriente de vida confluya aquí y se concentre
en el Santuario de Roma para la Iglesia de la nueva orilla. Todo
lo que ofrezcamos como oración y sacrificio, todos los esfuerzos
en la autoeducación y el apostolado, se lo regalaremos a la
Madre y Reina tres veces Admirable colocándolo en la tinaja.
A muchos de nosotros les ha llegado muy hondo el llamado del Santo
Padre en su carta ROSARIUM VIRGINIS MARIAE y rezan con gusto el rosario.
Así pues queremos invitar a la Familia internacional de Schoenstatt
a que, en santa competencia de amor, medite los misterios del rosario
ofreciéndolo por el Santuario de Roma. En la bendición
llevaremos al Santuario, en grandes tinajas, los símbolos de
los rosarios rezados procedentes de muchos países, y los reuniremos
allí.
De acuerdo con la voluntad de nuestro Padre, nuestras comunidades
no deben trasladar la sede de sus Generalatos a Roma. Él quería
que nosotros tuviésemos nuestras Casas Madres o Casas Paternas
en Schoenstatt y siguiésemos arraigados allí. Sin embargo
para él era importante que Schoenstatt se hiciera presente
en Roma, en el corazón de la Iglesia. Quería que
tuviésemos representaciones en Roma a modo de procuradurías,
a través de las cuales nuestras comunidades puedan estar presentes
y obrar allí. Deseaba que se pudiera conocer y experimentar
a Schoenstatt en el punto central de la Iglesia.
Un Centro Inrternacional
Por eso hemos de esforzarnos con consecuencia para que el futuro
Centro refleje la diversidad de nuestro Movimiento y para que
allí estén presentes representantes de la mayor cantidad
posible de nuestras diferentes comunidades. En el corazón
de la Iglesia es necesario establecer contactos con autoridades vaticanas,
con otros movimientos de Iglesia y con todas las fuerzas apostólicas
de la Iglesia. Queremos lograr que en Roma Schoenstatt sea visto
como un movimiento internacional y que no aparezca en primer lugar
como un establecimiento alemán. Por lo tanto nuestro Centro
necesita una dotación internacional, un equipamiento e irradiación
internacionales.
El instituto de los Sacerdotes diocesanos de Schoenstatt y la Curaduría
de Roma sueñan con que en este Centro haya espacios y habitaciones
adjudicados a distintos países de la Familia internacional de
Schoenstatt y que sean donados y organizados por ellos.
El instituto de los Sacerdotes diocesanos de Schoenstatt y la Curaduría
de Roma sueñan con que, mediante la donación de una piedra
de construcción, la mayor cantidad posible de schoenstattianos
en todo el mundo pueda decir con alegría y orgullo: "He colaborado
con este gran proyecto común".
En nuestra calidad de Consejo General compartimos con gusto esta esperanza.
El futuro Santuario internacional de Roma y Centro Internacional de
Roma es nuestra tarea común, el regalo de todos nosotros al
Padre y, con él, a la Iglesia.
Saludan a Ud. desde Roma unidos en la Alianza de Amor
Consejo General
(siguen las firmas de todos los miembros de la Presidencia Internacional)