Publicado el 2018-03-06 In schoenstattianos

Siendo ‘sal de la tierra y luz del mundo’ en la Comisaría

BRASIL, Joelma Melo •

Ser sal de la tierra y luz del mundo es una misión difícil e inquietante, que se puede volver todavía más osada dentro de un escenario de violencia y dolor, como es el caso de una comisaría de policía. En medio de ese ambiente de dificultades diarias, Joelma Melo encuentra huecos para transmitir el amor de Dios. Ella pertenece a la Federación Apostólica Femenina de Schoenstatt. —

¡Ser sal de la tierra y luz del mundo! Soy Policía Civil en Río de Janeiro, donde ejerzo la función de Inspector de Policía (antes denominada detective) en una comisaría distrital. Trabajo en la guardia, atendiendo a todas las personas que concurren a la comisaría ya sea para denunciar un crimen, pedir informaciones, orientaciones, denunciar pérdida de documentos, etc.

En cuanto asumo mi guardia, coloco mi pequeño Santuario a mi lado (una biblia, la imagen de la MTA, la Cruz de la Unidad, el “Teléfono del Padre y fundador” y mi rosario). En ese momento, me coloco a disposición de la Mater y digo, “Madre, aquí estoy, envíame a todos los que deseas que yo atienda y haz de mí tu instrumento”.

Cada guardia es una sorpresa, un desafío. Muchas veces no sé qué decir. ¿Cómo hablarles a las niñitas que cuentan haber sido violentadas sexualmente por un familiar, como el padre o el abuelo que deberían protegerlas? ¿Qué decir para confortar a aquellos que perdieron hijos víctimas de homicidio o accidentes de tránsito? ¿Cómo explicarles a las víctimas de hurtos que será muy difícil recuperar la economía de una vida entera, perdida de golpe en un robo? ¿Cómo orientar al joven que fue preso por involucrarse con el tráfico de drogas, donde la familia está totalmente desestructurada y alejada?

Estoy aquí, cuenta conmigo, te voy a ayudar

Algunas veces, apenas pequeños gestos, hechos con amor y sinceridad, pueden ser suficientes para calmar o confortar, como tomarle la mano, mirarlo a los ojos y decir: “Estoy aquí, cuenta conmigo, te voy a ayudar”. Entonces, eso es lo que digo.

Tengo caramelos, lápices de colores, pequeños juguetes en mi armario. No fue la institución la que me orientó a proceder así, tanto que soy la única en el destacamento que tiene esas cosas. Actúo así porque es mi deber como cristiana, como consagrada: tratar al otro como nos gustaría ser tratados y es lo mínimo que cada cristiano puede hacer. También porque soy servidora pública, o sea, estoy en esta función ¡para servir! Me siento feliz cuando pienso que Dios Padre y mi Madrecita me dicen en mi corazón “Esta es mi hija querida” y entonces siento que les causo alegría a ellos.

Trato siempre de buscar soluciones que van más allá del trabajo policial, de la investigación, como, por ejemplo, encaminar algunos casos a una amiga que es asistente social o a un psicólogo, e incluso a un médico. Aconsejarlos para volver a la escuela, a perfeccionarse en la profesión. Hacer de cada intervención una oportunidad de ser diferente, de ser un rayo de luz en un momento de oscuridad. De ser la sal de la tierra, la luz en el mundo.

Siempre que percibo una apertura, hablo de cuán importante es la fe, ver la mano de Dios por detrás de los acontecimientos. Algunas veces entrego una tarjetita con la dirección del Santuario de Schoenstatt, aquí en Rio de Janeiro y hago una plegaria en mi corazón: “Mater, cuida que esa persona te encuentre, ¡muéstrate!”.

En estos 15 años como policía, también tuve muchos momentos tristes. Cuántas veces volví a casa con el sentimiento de que no hice lo suficiente. Que podría haber dicho algo y me callé. Cuántas veces me vi obligada a callar, por miedo. A sufrir con las críticas por ser “buenita”, “beata”, por no proceder con fuerza. Por llorar con quien llora. Pero la Mater me ha cuidado con mucho cariño. Siempre la tengo cerca. Cuando algo me angustia, rezo la Oración de Confianza (En tu poder y en tu bondad…). Cuando no sé qué decir, rezo íntimamente la Oración del Espíritu Santo (Espíritu Santo, Eres el alma de mi alma…)

 

La libertad interior

Procuro no perder el vínculo con lo sobrenatural. Cuando la comisaría está tranquila, prendo la TV a las 18 horas, en el canal de la Canción Nueva, para rezar el Rosario con el colega de guardia. Los domingos, cuando lo consigo, en mi hora para el desayuno, voy a Misa. Cuando eso no es posible, por causa de urgencias o presos en la comisaría, procuro asistir a la Misa por la TV. Todo para no perder la intimidad con Dios. Eso lo logré por la influencia del P. Kentenich en mi vida. Él me enseñó a tener la libertad interior. Él me sustenta en el trabajo y en mi vida toda. En la fuerza de la Alianza de Amor, conseguí llegar hasta aquí.

Fuente: www.schoenstatt.org.br, con autorización de los editores

Original: Portugués. Traducción: Kikito Vazquez, Asunción, Paraguay

 

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3 Responses

  1. maria luisa ledergerber dice:

    Lo maximo hijos policías de la mater. mil bendiciones y que sus ángeles siempre los protejan. Lindos testimonios.

  2. Manuel SOSA BALDI dice:

    Muy buenos días., les saludo con cordial afecto. Mi nombre Manuel SOSA BALDI, pertenezco junto a mi esposa al Instituto de Familias de Schoenstatt – Región Argentina & Paraguay. Somos de la Provincia de Mendoza, Argentina.
    En lo personal soy POLICIA de la Provincia de Mendoza., y leo con suma alegría esta nota de la Colega y hermana en la Alianza , les comentare que en nuestra Provincia., tenemos 3 ermitas de la Mater al ingreso de estas Comisaria., la primera en el Distrito de la Consulta-San Carlos- la 2da en la entrada a la Comisaria 23 Uspallata- Paso con Chile, la 3ra en la comisaria de Desaguadero entrada a la Provincia de Mza., por el este. En mi oficina tengo mi Santuario trabajo., y por los destinos que me ha tocado transitar la imagen de la Mater ha quedado y permanece. Parece que nadie se anima a retirarla. Deo Gratia.
    Envio un recuerdo cariñoso a Joelma y que el Buen Dios me la cuide. Nos cum prole pia.

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