Publicado el 2017-06-21 In schoenstattianos

Tenemos que contar… la vida del Padre Pablo Peláez

ALEMANIA/ECUADOR, Maria Fischer •

“Pablo recorrió y exploró, literalmente, durante 50, casi 51 años esta tierra. Un viaje con muchas estaciones, con muchos giros, con mucha alegría y, en los últimos años, con mucho, mucho sufrimiento. Y nosotros todos, los que estamos hoy aquí y muchos otros, hemos encontrado a Pablo Enrique Peláez Ronquillo por sus caminos y los hemos recorrido durante más o menos tiempo con él. Y podríamos contar… y tenemos que contar…”.

En estos momentos, con la prédica durante el sepelio del “Padre Pablo”, parecen despertarse numerosas historias en los corazones de los asistentes, en la iglesia parroquial de San Huberto, en Rennerod, que se encuentra repleta de gente y adornada como para una gran fiesta. Historias de encuentros con este «ecuatoriano del Westerwald», que fue tan querido en sus parroquias del Westerwald, que muchísimas personas han hecho lo imposible, en este fresco 17 de junio, para asistir a su entierro.

Familias y familia

Murió en la tarde de la fiesta de la Santísima Trinidad, minutos después de que en su ciudad natal, Guayaquil, terminara la misa en el santuario, en el que tanto se ha rezado ese día y durante su enfermedad. «Su hermana Carmen escribe que ha cantado de corazón – pensando en su hermano – para que él la oyera en Alemania y que lo ha sentido muy cerca”, dijo el P. Egon Zillekens en la prédica. Se le pidió hablar del Padre Pablo a la parroquia en esta hora, y supo comunicar y conectar las historias, el dolor y los encuentros de las diversas familias con el P. Pablo: su familia natural, representada sólo por su sobrina, pero intensamente presente; su familia de Schoenstatt en Ecuador (el director del Movimiento, P. Eduardo Auza ha mandado un saludo personal) y en Alemania, la familia de la Federación de Sacerdotes de Schoenstatt, la comunidad española en Wetzlar, los ecuatorianos en el entorno de Schoenstatt (no presentes físicamente por otras obligaciones, pero estaban allí), y, sobre todo, las comunidades parroquiales en las que trabajó, con sus asociaciones, su coro, del que él era miembro, sus grupos, y donde se encontró muy acompañado y querido durante su enfermedad.

“’Tengo un gran defecto: me encuentro en casa en todas partes’ dijo Pablo cuando nos conocimos – así lo recuerda su hermano de comunidad Ulrich Schäfer. Esto le describía muy bien. Él tuvo con muchas personas una “conexión familiar”. Esto permaneció así a pesar de las interrupciones en la comunicación. Era para muchos, simplemente de la familia», dijo el P. Egon M. Zillekens y muchos asentían. Algunos se secaban las lágrimas y otros las dejaban correr, porque uno no debe avergonzarse de ellas en esta familia que agradece, recuerda y llora la muerte de un amigo y padre.

Y después el P. Zillekens contó la vida de este sacerdote sudamericano, mediante historias relatadas por su hermana, oídas a hermanos de comunidad y, sobre todo, historias propias, empezando por el acompañamiento en el camino al sacerdocio y su lugar en Schoenstatt, desde su primera misa – palabra clave: último cigarrillo – hasta esta última selfie con el saludo en whatsapp, pocos días antes de su muerte. Una comunidad que cuenta historias. Esto tiene mucho que ver con la teología del pueblo y con un José Kentenich, que redescubrió el contar historias como una fuerza plasmadora de comunidad e identidad y la diseñó para su fundación, decenios antes de que la Ciencia de la Comunicación estableciera el storytelling como el non plus ultra del marketing y de la comunicación exitosa de marca, de organización, de ideas y valores. Y tiene mucho que ver con Jesús, que contó historias sobre su Padre mejor que nadie, antes también, de que su Padre fuera Padre de todos los que le escuchaban. Escuchar.

La tierra que acabamos de recorrer y explorar es una tierra muy buena.

La tierra que acabamos de recorrer y explorar es una tierra muy buena. El lema de su ordenación sacerdotal tiene mucho que ver con la comunidad de sacerdotes, en la que encontró también su patria natural. Esto les sucede a los que se orientan juntos hacia un José Kentenich. Y juntos en lo celestial y lo terreno, así aborda de nuevo el P. Zillekens la altura de la teología: “Cuando los médicos, tras sus esfuerzos dicen (tienen que decir): Exitus, el buen Dios dice: Introitus”.

Y en esta larga mañana, a toda la parroquia y a toda la comunidad les conmueve este Introitus del P. Pablo en la ciudad de Dios. “Pablo puso sobre su vida sacerdotal la frase: ‘La tierra que acabamos de recorrer y explorar es una tierra muy buena” (Núm. 14,7). Pero hoy nos dice: la tierra, que hoy he pisado, el Canaan Patris celestial es maravilloso. Y merece la pena vivir por ello, caminar, investigar y explorar'».

Una fila interminable atraviesa Rennerod y sube al cementerio. «Ni con Helmut Kohl (NR:ex canciller alemán fallecido el día anterior) será tan solemne”, dice alguien, señalando a los muchos sacerdotes, los abanderados, los monaguillos, los porteadores. “Más solemne, quizá”, contestan. “Pero no con más amor”.

«Aquí hemos tenido muy presente en nuestras eucaristías al P. Pablo», escribe el P. Eduardo Auza, de Ecuador. “La entrega del P. Pablo nos anima a ser magnánimos y a ofrecer nuestras contribuciones al Capital de Gracias, para que María, Madre de la Vida, haga fecunda nuestra entrega, como ha hecho fecunda la entrega y el sacerdocio de nuestro hermano Pablo… Que el Señor y la MTA les regalen muchas bendiciones a todos y, sobre todo, la perseverancia y la alegría, que fueron tan características en la vida del P. Pablo. Que su sacrificio nos sirva de ejemplo en el anuncio del Evangelio de Cristo a todos aquellos que nos rodean”.

“El entierro fue realmente una fiesta“, dijo alguien de la parroquia durante el café y parecía sorprendido. “Sí, una fiesta. Y le hubiera gustado mucho al P. Pablo», fue la contestación y : “Le ha gustado».

“Cuando uno que estaba entre nosotros se va, realmente no se ha ido. De repente está aquí de otra manera, no está atrapado en el aquí y ahora”. Un texto del musical «Wagnis und Liebe» (“Riesgo y amor”), sobre la vida del P. Kentenich. El P. Pablo estaba realmente entre nosotros y esta mañana “de repente está de otra manera”.

 

Prédica del P. Egon M. Zillekens en el funeral del P. Pablo Peláez – ES y DE

Prédica del P. Egon M. Zillekens enel funeral del P. Pablo Peláez – ES y DE (pdf)

 

Original: alemán, 18 de junio. Traducción: Paz Leiva, Madrid, España/mf/ce

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