ITALIA, Federico Bauml •
Cada uno de nosotros tiene su propio cumpleaños: el día en el que se celebra el momento en que vinimos al mundo. El sacerdote, en cambio, tiene dos cumpleaños: el del aniversario de su nacimiento y el de su ordenación, que señala el momento del “re nacer”.
Pero hay una diferencia entre el cumpleaños y la ordenación: mientras en el primer caso son los otros los que hacen regalos al homenajeado, en la ordenación el homenajeado, más allá de recibir regalos, es el regalo, él mismo es el que se regala.
Pero no hay ninguna diferencia al elegir la manera más idónea para celebrar un cumpleaños y una ordenación: festejando. Y eso es justamente lo que hicimos en ocasión del 5ª aniversario de la ordenación del padre Alfredo, el pasado fin de semana del 18-19 de junio.
Jesús nos ha enseñado que el que siembra, recoge: pronto hemos descubierto que no a todos les es concedido poder ver enseguida los frutos de la propia siembra. Pero esta vez sí, esta vez ha sucedido.
Tenemos todavía mucho camino para transitar juntos
La Sta. Misa en una capillita repleta, la parrilla, el video, las tortas y la sonrisa de las grandes ocasiones no son más que el reflejo de aquella siembra. Son el reconocimiento para quien, en estos cinco años se puso (por citar al Padre Kentenich) “de manera noble y pura”, con sus virtudes y sus defectos, con las palabras y con su mirada, sin guardarse nada, ni un instante, con la fuerza de quien se sabe llamado a desarrollar una tarea, a menudo más grande que él, pero que nunca ha dejado de creer en lo que hacía.
Llegará el momento de los recuerdos y la melancolía, pero no es precisamente éste.
Todavía hay roca para esculpir y construir nuestra casa, hay todavía muchas por levantar, olas que llenan el mar, flechas para seguir, piedras para dejar a nuestras espaldas, días y noches para transcurrir juntos, canciones para cantar, palabras para inventar, calles para equivocarse y para adivinar.
Todavía hay mucho para caminar juntos.
¡Sursum Corda!
