Publicado el 2016-01-06 In schoenstattianos

¡Muchas felicidades, P. Theo Hoffacker, por su 90º cumpleaños!

ALEMANIA, de Maria Fischer •

“¡Así es él!“ – Así es el artículo que le dedica el 30 de diciembre el diario Rheinische Post, dinámico y pícaro, como el padre Theo Hoffacker de la Federación de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt quien, el día de Año Nuevo, cumplió 90 años. “Sacerdote en cuerpo y alma”, así lo define el reportero Heinz Kühnen y justo esto es Theo Hoffacker.

“El hombre se mantiene en forma: ciclismo y natación es lo que corresponde. Antes conducía un velero en el Adriático junto con su hermano gemelo, hasta hace un par de años esquiaba con regularidad en Suiza. Jugar al tenis también ya es pasado– “ya no tengo rivales en la categoría por edades”, dice el P. Theo Hoffacker. Hace poco, este hombre nacido en Büderich, celebró en Marienbaum el 65º aniversario de su ordenación sacerdotal. El día 1º se convertirá en “un joven de 90 años”, descubren los lectores del Rheinische Post.

Artículo completo del Rheinische Post (en alemán)

Hace diez años la aspirante a periodista Stefanie Frank escribió su impresión sobre el P. Hoffacker: “Quien lo vea y lo oiga no podrá creer que el P. Hoffacker sea un joven de 80 años. Muy ágil y en forma comienza con gran entusiasmo a contar sus experiencias. El entusiasmo que emana de él inunda todo su entorno. Consigue atrapar a sus oyentes con sus historias, siempre con simpáticas anécdotas en los labios y a veces un lenguaje que uno solo lo identifica con los jóvenes. Así es el P. Hoffacker”.

Con motivo del 90º cumpleaños del P. Hoffacker, publicamos extractos del artículo que Stefanie Frank escribió en aquel momento con motivo de una entrevista sobre su tarea en los campamentos de la Juventud Masculina de Schoenstatt. ¡Tiene diez años, pero sigue siendo actual!


De sus primeros pasos en temas de campamento hasta hoy

6b0774sch-theo-hoffacker11Siendo director espiritual de la juventud de Duisburg, Theo Hoffacker aceptó en 1951, como él mismo lo dice, dar sus primeros pasos sobre el funcionamiento de un campamento, aunque no con tantos participantes. En cambio el segundo año fue con Norbert, su hermano gemelo, al Hühnerberg, la actual “Arena de los Peregrinos” en Schoenstatt, ya con 150 participantes. Desde entonces hubo campamentos todos los años y el P. Hoffacker estuvo siempre allí. No puede decir exactamente a cuántos ha acompañado. “Normalmente llevo una contabilidad, no así de mis fechorías”, dice Hoffacker. Deben de haber sido bastantes campamentos, durante los cuales vivió cosas fascinantes y de las que guarda los mejores recuerdos.

Así, por ejemplo, el campamento de 1951 tenía su propia capillita. Uno de los chicos tocaba el bandoneón, otro el violín. Juntos cantaban, en los fogones del campamento, canciones como “Amamos las tormentas”. Y recuerda: “un día recibí una sanción de una querida Hermana. ‘Es imposible – dijo – que cantemos siempre estas canciones horribles; es que con ellas las hermanas no pueden hacer bien su adoración’. A partir de entonces cantamos canciones americanas y las Hermanas ya no dijeron nada.”

Otra Hermana que venía toda engalanada de la casa Sonnenau, sorprendió al P. Hoffacker en 1958 en la plaza del campamento y quiso hablar con el jefe. Hoffacker, en pantalón corto, se dio a conocer como el jefe y el capellán. La Hermana reaccionó atónita: “¿Qué es usted? ¿Es el capellán?”

Historias así pasaron a lo largo de 56 años de trabajo en campamentos y hay muchas más aún.

Una es del campamento de este año, y en ella se explica ‘la magia del campamento’. Para el P. Hoffacker es la combinación entre ‘naturaleza y gracia’ lo que configura la magia del campamento.

Poco antes de la «consagración de los caballeros” (Alianza de Amor de los más jóvenes de la JM en Alemania) en el último día del campamento, se cayó un joven desde la torre. El P. Hoffacker, que ya estaba revestido para celebrar junto al santuario, observó el helicóptero que sobrevolaba sobre su cabeza, y fue informado sobre el accidente por un joven que en efecto hizo de ‘mensajero’. Después de que el accidentado fue evacuado, llegaron los demás muchachos muy angustiados. “El hermano del accidentado vino hacia mí y me dijo que no estaba bautizado, pero que su hermano sí, que si a pesar de todo podía rezar por él”. Y continuó: “Así funciona esto. Los mecanismos elementales de la naturaleza y la gracia se experimentan solo de esta manera. Esta es la escuela de la nación. Siempre joven y siempre actual.»

El padre y sus pupilos

Naturalmente, el padre se interesaba por lo que ha sido de sus pupilos a lo largo de los años. Muchos han elegido una profesión al servicio de la Iglesia. Las vivencias en este aspecto son tan determinantes, que “en comparación, quince conferencias no logran lo mismo”, los antiguos pupilos siguen acordándose con gusto de aquel tiempo. También los participantes de este año han anunciado que la próxima vez quieren ir nuevamente con el P. Hoffacker. Les ofreció, sin embargo, que buscaran a alguien más joven para el próximo año, pero dijeron: “No. El año que viene volvemos a pedir que venga usted. No tenemos a nadie más joven”.

Otros de sus pupilos son los Padres de Schoenstatt que trabajaron como diáconos en su parroquia, como el P. Penners, del cual, dice riendo Hoffacker, “Ha llegado a algo”.

El P. Hoffacker recuerda sus primeras estadías en Schoenstatt

También tiene estrechos vínculos con Schoenstatt. Visitó el lugar por primera vez en 1942, cuando los nazis ya habían deportado a mucha gente a los campos de concentración, entre ellos al P. Kentenich. Hoffacker lo sabía y se interesó en el tema.

En 1944 volvió a Schoenstatt, subió al coro de la iglesia, y detrás del órgano un sacerdote le dio más información sobre Schoenstatt. El sacerdote, que le explicó claramente la actualidad, llevó a Hoffacker a la convicción de que: “El que está contra los nazis es excelente. Necesitamos gente así”.

Su decisión de ser sacerdote tiene mucho que ver con Schoenstatt, entre las primeras vivencias con Schoenstatt le entusiasmó una muy especialmente. El 21 de junio de 1944 llegó de vacaciones, Hoffacker era paracaidista de la fuerza aérea alemana, y se encontró en el santuario con un soldado de su división. El soldado abrió un libro con una foto de su madre y una estampa de la Virgen; señaló la foto de su madre y dijo: está muerta. Después se dirigió a la estampa de la Virgen y dijo: a esta todavía la tengo. Esto fue para Hoffacker una experiencia definitiva, comenta: ”¡Qué hombre estupendo! Si tiene tal confianza en Dios y dice: aún tengo una madre si tengo a la Virgen, entonces yo también me la llevo.”

Así Ella lo acompañó siempre, también durante su vuelo en el bombardeo de las Ardenas, durante el cual él llevaba una cantimplora en el respaldo de su asiento, en la que más tarde pudo contar trece impactos de bala, permaneciendo Hoffacker ileso. Se refiere a ello diciendo: “Servus Mariae nunquam peribit“, es decir, un hijo de María nunca perecerá, “si no la hubiese tenido, no hubiese salido de algunas situaciones. Sinceramente, no.”

Estas intensas vivencias lo fortalecieron para ser sacerdote.

Encuentro de manera especial

Hoffacker sabe también algo sobre el P. Kentenich, con el que tuvo dos encuentros.

La primera vez en 1946 en la casa de ejercicios, el P. Kentenich habló con cada uno de los jóvenes presentes. Resultó que el P. Kentenich conocía a la tía de Hoffacker, que era Hermana de María. “Supo inmediatamente su nombre. ¡Vaya!, pensé, es un hombre que recuerda algo así como así.”, dice.

Con 36 años era el párroco más joven de la diócesis de Münster y el entonces obispo de Münster le propuso que fuera a pedir al P. Kentenich una Hermana de María como ayudante. Durante su encuentro el P. Hoffacker puso en la mano del P. Kentenich una nota con su nombre y su pedido. Nuevamente recuerda:”metió la nota en su sotana y saludó al siguiente. Bueno, pensé, qué raro, en cuanto respire, la nota se pone en órbita alrededor de la luna.” Pero no fue así, ocho semanas más tarde se presentó una Hermana de María frente al P. Hoffacker, para asumir el cargo.

Por último resume: “Se podía confiar en él, eso lo dice todo.”

Antes de emprender el camino de regreso a Xanten, me ofrece de nuevo visitar un campamento o acompañarle en uno de sus “tours en bici”, como él llama a sus excursiones, en las que algunas veces hace 200 km en tres días, para experimentar «la magia» personalmente.

Satisfecho añade: “Pero debe usted pedalear a fondo. He salido de excursión hace poco con un montón de mujeres jóvenes, que se preguntaron al final si deberían llevarme con ellas de nuevo. Las he adelantado siempre en las cuestas arriba. Han decidido que sí.”

Con estas palabras se despide, seguro de que la próxima vez tiene más historias nuevas que contar.

Original: Alemán. Traducción: Paz Leiva, Madrid, España/cm

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