Publicado el 2010-03-24 In schoenstattianos

La gran fuente de revelación en mi vida ha sido verlo encarnado en personas

ECUADOR, Mónica Maruri. La Familia de Schoenstatt de Ecuador celebra las bodas de oro del Movimiento en el país. Y, como es propio de los schoenstattianos, la celebración empieza en el corazón y en la vida. Se celebra el gran regalo que hizo el Padre Dios en la persona del Padre Kentenich. El regalo de su paternidad. El regalo de su carisma.


50 años de Schoenstatt en Ecuador

Esta es la primera de varias entregas con testimonios de schoenstattianos ecuatorianos que abren su corazón jubiloso y su historia personal relacionada con el Padre Fundador, y con cada miembro de la Familia que esté dispuesto a darlo todo y con ello ganarlo todo. Hoy: Noni Quiroz Heinert, del Instituto Nuestra Señora de Schoenstatt.

«El Padre es para mí una presencia constante del cielo, nos hace real la comunión de los santos, pues no lo veo con mis ojos físicos. Pero siempre está. ¡El viene cada día, para cada día!

En mi mamá, desde que me acuerdo (1960, vi que desde el Santuario – en todas sus dimensiones: Santuario del corazón, Santuario del hogar, Santuario filial – «arden y fluyen fuentes de amor para saciar la sed de amor que padece el mundo». Así la vi vivir, madre de once hijos, esposa a tiempo completo, y al servicio de Schoenstatt tanto personalmente como con su vida y oración.Su vida fue y es (hace 15 años en el Schoenstatt eterno) Schoenstatt. He visto muchos schoenstattianos que entienden el amor en su vida, que están dispuestos a todo y en su corazón, en su comportamiento, en sus palabras y pensamientos, se puede tocar y conocer Schoenstatt.

He visto y admirado niños, jóvenes pobres por haber perdido a su familia, enriqueciendo la vida y el corazón de personas que materialmente lo tienen todo, pero que en contacto con Schoenstatt en la vida, en el Santuario, se vuelcan a acompañar y sostener el sufrimiento de los demás. He visto schoenstattianos rezar y rezar en el Santuario hasta sentirse cansados físicamente de rezar pero sedientos de seguir y seguir hasta entender que la vida se da, y que el amor puede llevarnos a perderlo todo, para tenerlo todo.

Nos llevan a regalarnos sin medida

He visto «que los menores deseos de Dios comprometen y reciben alegres decisiones por respuesta». Lo he visto en la gente (madres sustitutas) que trabajan con los niños de nuestra Aldea Cristo Rey junto al Santuario de Guayaquil; y del voluntariado que nos acompaña ya por más de 30 años. No sólo nos ayudan, nos sostienen. Nos llevan a regalarnos sin medida.

He visto y conocido a nuestro Padre en la cruz, en el sí amoroso y humilde a su realidad de vida. Mostrándonos que la cruz no asustacuando se entiende no solo como signo sino como escuela de vida. Que en la Cruz de la Unidad expresa su pensamiento, su misión, nuestra misión: el hombre nuevo, la nueva imagen de la mujer, la nueva imagen del varón, que Cristo nos vino a revelar la nueva comunidad con Cristo Jesús. «donde Dios se desposa con los débiles y los escoge por instrumentos, dispuestos a entregar, por amor, con júbilo la sangre y la vida».

En el Santuario

Sí, el Padre ha influido en mi vida, porque toda su gran propuesta de santidad la he visto, no solo la he escuchado o leído. La gran fuente de revelación en mi vida ha sido verlo encarnado en personas, en situaciones y en el Santuario. No podría concebir mi vida sin el Santuario en donde podemos esperarlo todo y saber que se puede ser feliz en medio de grandes dolores, misterios, desengaños y soledades, y no solo visto espiritualmente sino que está encarnado. Soy hija de la «Familia del Padre hogar para el mundo» en el Instituto Nuestra Señora de Schoenstatt, (adonde él me invitó a una consagración virginal) y tanto en mi familia de sangre, como en mi amada familia de las Señoras de Schoenstatt, y en la familia de Schoenstatt de Ecuador, he visto que los hijos de Schoenstatt son una respuesta de amor, son semejantes al Padre, son como el Padre mensajeros de lo divino de Schoenstatt, están como el Padre fundidos en la Alianza de amor viviendo en su fundamento, indisolublemente unidos en el Santuario, como el Padre se preocupan apasionadamente y con sacrificio por los demás, alaban la misericordia de Dios como el Padre, y extienden sus pequeñas manos confiando y dejándose llevar por el Amor de Dios y de la Mater hacia la cumbre del dolor, del sacrificio y de la gloria».

1 Responses

  1. Cecilia Cabral Nolf dice:

    Noni, gracias por tu testimonio y te recuerdo
    siempre en la oracion saludos a tu familia,
    señoras de schoenstatt y al santuario de Guayaquil.
    unidas en la oración desde nuestros santuarios.
    Ceci.-

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