Publicado el 2015-06-19 In Segundo siglo de la Alianza

Tres preguntas… sobre el Schoenstatt del segundo siglo de la Alianza de Amor (24)

Hoy contesta: P. Alberto E. Eronti, Florencio Varela, Argentina, Padre de Schoenstatt de la primera generación en Argentina •

A medio año de peregrinar por el segundo siglo de la Alianza de Amor… ¿cómo sueña este Schoenstatt en su ser, en su estar en la Iglesia y en el mundo, y su quehacer?

Si el primer siglo de Schoenstatt, como algunos afirman, fue el tiempo de la fundación, de la estructuración y de la consolidación; al menos en el inicio del segundo siglo deberemos acentuar más la dimensión carismática y misionera de la Familia. Debiera ser un siglo de expansión (“ir hacia las periferias”, diría el Papa Francisco).

La expresión “Schoenstatt en salida”, no ha de ser una mera frase o un lindo lema, ha de ser una urgencia. Si San Pablo escribió: “el amor de Cristo nos urge”; nosotros debiéramos decir: “la Alianza de Amor nos urge”.

Para llegar a cumplir este sueño, ¿qué tenemos que evitar o dejar?

Lo que tenemos que evitar es “apagar el Espíritu”. Es decir, el peligro está en acentuar tanto lo conocido que perdamos docilidad a lo “nuevo del Espíritu”. He visto muchas comunidades de Iglesia que comenzaron con fuerza y se diluyeron por ser incapaces de adecuar su misión al tiempo. Esto nos pide una sana capacidad crítica y una esperanza inmensa.

Para llegar a cumplir este sueño, ¿qué pasos concretos debemos dar?

Schoenstatt nace como un Movimiento carismático, su fuerza fue arrolladora en las primeras décadas. La “secreta idea predilecta” del Padre Kentenich encontró mentes y corazones que la asumieron y la estructuraron proyectándola.

El Papa hace referencia a que uno de los peligros de la Iglesia y de sus comunidades, es la “auto-referencialidad”. Esto es lo que hizo de muchas fundaciones verdaderos “clubes” de espiritualidad, pero no fuerzas misioneras. En cien años el mundo ha dado un cambio abismal (“epocal”, le llamaba el Padre Kentenich), la Iglesia se ha visto y es llamada y exigida a una adecuación. Los Movimientos y las Nuevas Comunidades son la última gran acción del Espíritu en función de los tiempos nuevos.

En palabras del Fundador, “hemos de buscar la guerra”. Es decir, hemos de ir al frente -como los primeros congregantes- para vivir, anunciar y ofrecer la Alianza de Amor con María a todos. En esta estrategia, los Santuarios han de ser “las capitales de la Nueva Evangelización, la Campaña de la Virgen Peregrina, la fuente de gracia por los caminos del mundo, y las comunidades de la Familia, su alma. En palabras del Padre Kentenich: “Vayan e incendien el mundo” con el fuego del amor, de la Alianza de Amor.

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