Publicado el 2010-04-29 In Año Sacerdotal

Llamados a brindar apoyo a nuestros Sacerdotes

Called to support the priests (photo: Auxiliary Bishop Rafael Biernaski)SUDÁFRICA, Sarah-Leah Pimentel. Este año la Familia de Schoenstatt en Johannesburgo centra su atención en el sacerdocio, ya que aún restan algunos meses para culminar el Año Sacerdotal y también conmemoramos el centenario de la ordenación del P. Kentenich. A la luz de la visión negativa transmitida por los medios de comunicación sobre nuestros sacerdotes en las últimas semanas, La Liga Femenina dio a conocer la siguiente reflexión a modo de respuesta el último Día de Alianza.

 


En junio del año pasado, el Santo Padre declaró el Año Sacerdotal. Este año también celebramos el centenario de la ordenación del P. Joseph Kentenich, padre y fundador del Movimiento de Schoenstatt.

A la luz de estos dos hechos, somos llamados de una manera especial para brindar apoyo a nuestros sacerdotes, tal vez aún más ahora, cuando la Iglesia en su conjunto reconoce la existencia de sacerdotes que provocaron un gran daño a miembros de la Iglesia. Estos hombres, que representan a Cristo en la Tierra, han destruido, para muchos, la posibilidad de tener una relación tierna y profunda con Cristo.

Como miembros de la Liga Femenina de Schoenstatt en Johannesburgo, Sudáfrica, consideramos que como laicos, existen muchas formas de brindar apoyo a nuestros sacerdotes y como contribución al altar de nuestro Señor.

Orando

Tantas veces nos quejamos de nuestros sacerdotes, por lo que hicieron que no debieron haber hecho o por lo todo lo que no hicieron. Comentamos con todo aquél que se nos cruza las fallas en su carácter. Quizás este mes seamos llamados a abstenernos de realizar este tipo de chisme, más bien usando nuestras lenguas para orar por nuestros sacerdotes. Podemos dedicarles una oración por día a nuestro párroco y a cualquier sacerdote que haya pasado por nuestras vidas en los últimos años.

Entonces, ¿qué oraciones necesitan nuestros sacerdotes? Podemos orar por su sacerdocio – todos los días vemos cómo su vocación se ve amenazada. Podemos orar porque aun cuando se vacían para nosotros, también se verán colmados con muchos dones y gracias. Podemos orar porque cada día se levanten llenos de entusiasmo por su misión, con fuerza para afrontar las dificultades diarias. Podemos orar para que ellos también puedan sentir que Dios oye sus plegarias.

Alabando

Necesitamos reconocer públicamente y agradecerles el buen trabajo que realizan en nuestras comunidades. Elogiemos a quienes se lo merecen, reza el viejo dicho. ¿Cómo sería si cada oportunidad que tuviésemos contásemos una experiencia positiva vivida con un sacerdote? ¿O de algunas cosas que admiramos de nuestros sacerdotes con quienes vivimos experiencias durante los últimos años? Tal vez podríamos agradecer a nuestro párroco una vez por semana por algo en particular.

Aliviándolos

Muchas veces vemos a nuestros sacerdotes en la Misa pero nos olvidamos de que tienen otras obligaciones. Necesitan visitar enfermos, aconsejar a tanta gente que viene a pedir ayuda, asistir a la comunidad local, organizar capacitación y programas espirituales, responsabilizarse por el mantenimiento de la iglesia y por las innumerables tareas que hay en una parroquia.

¿No sería más fácil su trabajo si pudiéramos liberarlos de algunas de sus cargas? No importa lo pequeña que sea la tarea, si cada feligrés hiciese una sola cosa para ayudar en la vida de la Iglesia, entonces todo el trabajo del párroco sería mucho más fácil. Imagínense lo bien que se administraría una parroquia si el sacerdote tuviera un electricista, un plomero o un jardinero para supervisar la realización de esas tareas en las áreas de competencia. Los que tenemos aptitudes básicas para la computación y atención telefónica podría fácilmente solucionar la mitad de los problemas administrativos con los que muchos sacerdotes tienen que lidiar. ¿No sería mejor darle a una persona confiable la tarea de llevar el dinero de colecta al banco o de pagar las cuentas?

Muchas veces pensamos que somos la única persona en la parroquia y que el sacerdote tiene que responder a todas mis necesidades. Podemos ayudar pidiéndole una cita en algún momento que sea conveniente para él en vez de solicitar su atención después de Misa porque nos conviene a nosotros.

Hay muchas formas en la cuales podemos ayudar a nuestros sacerdotes con las tareas más mundanas, dejándolos libres para continuar con su trabajo de velar por la comunidad.

Comprometiéndose

Antes del Concilio Vaticano II, los sacerdotes y las religiosas hacían todo. Gracias a Vaticano II, ya no tenemos excusas para comprometernos en la tarea de difundir la Palabra de Dios. En 1931, mucho antes del Concilio Vaticano II, el P. Kentenich dio una charla para sacerdotes en la cual dijo: «El laico también tiene una misión; también están unidos a Cristo y Cristo quiere llevar a cabo su misión también a través de ellos«.

El P. Kentenich entendía que a medida que la gente se educa cada vez más, tienen «más acceso al poder político y espiritual-intelectual«. Como tal, el laico tiene la capacidad de prepararse para realizar la misión de Dios aquí en la Tierra. El P. Kentenich promovía un sólido ‘programa’ de autodidáctica. Esto no sólo nos prepara para descubrir una relación más profunda con Cristo a través de nuestra meditación de los Evangelios y una active búsqueda para comprender más acabadamente las enseñanzas de la Iglesia. Esta autodidáctica también nos confiere una mayor responsabilidad como laicos hacia nuestra Iglesia y la comunidad en la que vivimos. El P. Kentenich nos advierte que «los problemas de la Iglesia empeoran porque muchos de los católicos que se encuentran entre nosotros están durmiendo» y por lo tanto nos insta a «despertar un sentido religioso de responsabilidad. Muchos laicos, hombres y mujeres, están preocupados por la Iglesia«.

En esa nota, cada uno de nosotros es llamado a la reflexión: ¿Qué áreas de mi autodidáctica necesitan ser trabajadas? ¿Y cómo puedo usar esto para ayudar en el ministerio de la Iglesia? ¿Estoy llamada a dar catecismo, organizar un estudio de la Biblia o un grupo de oración, llegar a ser un ministro de la Eucaristía o a proclamar la Palabra? ¿Quiere Dios que yo utilice mis habilidades para organizar un comedor de beneficencia para alimentar a los pobres de la parroquia? ¿Existe alguna otra tarea en particular que solo yo estoy en condiciones de realizar?

Siendo responsables

ChurchFinalmente, estamos llamados a comprometernos con nuestros sacerdotes de una manera madura. Pero necesitamos recordar que nuestros sacerdotes también son humanos y pueden errar. En estos casos, es nuestra responsabilidad orar por el discernimiento, de manera que el Espíritu Santo pueda guiarnos respecto de cómo acercarnos a nuestros sacerdotes y hacer que tomen conciencia de en qué le fallaron a su rebaño y se apartaron de la misión que Dios les había confiado. A través de mi ejemplo y de mi relación con mi párroco, ¿lo fortalezco para que viva su vocación o se lo hago mucho más difícil?

En el vigésimo quinto aniversario de su ordenación al sacerdocio, el P. Kentenich vinculó el ‘éxito’ de su vocación con «todos aquellos que han vinculado sus vidas y destinos…con los míos«. La santidad del sacerdocio entonces también depende parcialmente de nosotros. El P. Kentenich nos instó a «unirnos unos a otros interiormente«. Esto significa que, no sólo nuestros corazones están unidos a esa gente con la cual compartimos nuestros lazos naturales, sino que también deberíamos unir nuestros corazones a los corazones de nuestros sacerdotes – ésta es la forma en la cual le brindamos nuestro apoyo y los ayudamos a continuar siendo buenos sacerdotes.

Si nuestros corazones están unidos, significa que tenemos un lazo en común que nos une y nos hace uno solo, nos hace ser una familia. En Schoenstatt, este lazo es nuestra Alianza de Amor y vivimos esta alianza a través de nuestras contribuciones al Capital de Gracia. El P. Kentenich lo aclara muy bien: al reflexionar sobre su sacerdocio y a su misión de unirse al pueblo de Dios, dice que «han salvaguardado a la familia aumentando el capital de gracias«. Del mismo modo, podemos ayudar a salvaguardar a la familia de la Iglesia Católica a la luz de todos los desafíos que está enfrentando mediante el aumento de nuestras contribuciones al Capital de Gracias.

La Liga Femenina de Schoenstatt en Johannesburgo invita a la Familia de Schoenstatt a brindar apoyo a nuestros sacerdotes ofreciéndoles una acción práctica que podemos seguir en nuestras parroquias cuando nos vayamos hoy de aquí y ofrecerla como una contribución al Capital de Gracia por su párroco o por un sacerdote con el cual tenga una conexión interior como mencionó el P. Kentenich.

Y no se desanime de que sus esfuerzos sean inútiles a la luz de la enorme tarea que tenemos en frente y escuche las palabras del Padre cuando nos alienta diciendo: «Un día la eternidad revelará como las almas más pequeñas y más ocultas de nuestra familia han contribuido con un tesoro tras otro. Sin sus vidas heroicas de sacrificio y oración, el espíritu de familia que tenemos hoy, sería impensable. Verdaderamente, nada sin ti«.

Traducción: Cecilia Mata, Buenos Aires, Argentina

2 Responses

  1. ERMITA ÑÚ PORÁ dice:

    Hermosa propuesta. Muchos signos señalan una acción mas comprometida en el envío apostólico. Nos sumamos a la tarea con entusiasmo a través de la PEREGRINA DEL ROSARIO : JUNTO A LAS FAMILIAS , EN LA ADORACIÓN AL SANTÍSIMO Y DESDE LA ERMITA ÑÚ PORÁ, CORRIENTES, ARGENTINA. GRACIAS POR ENCENDER EL CORAZÓN PARA LA MISIÓN.

  2. Ferdi dice:

    Estimadas Señoras

    En el primer lugar quiero felicitarles, por esta preciosa reflexión me parece bueno y sé que servirá a muchos de nosotros, para reconocer que gran regalo, es para la familia, o cada uno de nosotros el privilegio de ser llamado al servicio.

    No tenemos que rezar "¡Lláma a muchos de nosotros pero no a mí, ni a mis amigos, ni a mis hijos…sino
    Señor si quieres llama también a mí, mis amigos y mis hijos, estamos dispuestos a servirte y dar tu testimonio

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