Exerzitien

Publicado el 2022-12-16 In Vida en alianza

Me siento en la sala de espera y me espero a mí mismo

ALEMANIA/SUIZA, Melanie y Ulrich Grauert •

Del 27 de noviembre al 1 de diciembre volvió a ser esa época. ¡Por fin! Retiro de silencio para dirigentes con el P. Michael Hagan, de los Padres de Schoenstatt. El año fiscal se acaba lentamente, los presupuestos para el año siguiente están más o menos cerrados, las fuerzas se tensan una vez más en la recta final hacia la Navidad, y esta breve pausa de la noche del domingo al mediodía del jueves llega en el momento justo. —

Podías llegar el domingo por la noche, esconderte de lunes a jueves y volver a estar disponible el jueves por la tarde, si querías. Sí, si querías, era una vez más un tiempo muerto realmente maravilloso, unas verdaderas vacaciones cortas, tiempo de tranquilidad, tiempo para nadar de nuevo libremente por dentro, para reorientarse, para reiniciar el proceso de crecimiento del alma.

Simplemente respira profundo 

Éramos seis participantes de Suiza y Alemania, hombres, mujeres, una pareja. El domingo por la tarde llegamos, intercambiamos ideas, nos conocimos y tuvimos una breve introducción a los días de silencio del retiro. Se nos animó a apagar nuestra computadora y celulares hasta el jueves. Me pregunté si funcionaría. ¡Funcionó! ¡Y cómo! A partir del domingo por la tarde, el silencio estuvo a la orden del día y nos sumergimos en ‘JUST BREATHE, solo respira», el lema del retiro de silencio.

Los días estaban agradablemente ordenados de la misma manera: a las ocho de la mañana, oración en el santuario, seguida del desayuno, primera charla del P. Michael a las nueve y cuarto, después tiempo libre con comida y café hasta la segunda meditación a las tres y media, Santa Misa a las cinco y media, seguida de la cena y por la noche repaso en común del día en el santuario con adoración.

Escribir

Entre medio hubo mucho tiempo para salir de excursión, para dormir y sobre todo para escribir mucho, escribir y escribir. Escribir todo lo que se despertara, escribir primero sin clasificar, sin juzgar, lo que se despertara en mi alma… De repente se abrió un universo, una visión de nuestro microcosmos interior, de nuestro propio mundo interior, tan a menudo desconocido e inexplorado. Entonces ayudaron las palabras del padre José Kentenich: «…Por lo tanto ¡adelante! Sí, avancemos en el conocimiento y en la conquista de nuestro mundo interior por medio de una metódica autoeducación …recuperar el reverente asombro de… nuestra permanente dependencia de uno que es inconmensurable e incomprensible -de Dios….». (de «Acta de prefundación, 1912 y «Kindsein vor Gott» Niños ante Dios, 1937, p.10, P. José Kentenich).

Durante los dos primeros días, el P. Michael nos introdujo lenta pero decididamente, en el silencio. Esto permitió despertar temas personales. Casi parecía un retiro individual. Respondió a las necesidades de cada participante y organizó las pláticas de manera tal que todos tuvieran suficientes temas para trabajar en silencio y de forma muy personal. Un participante dijo: «Para mí fue muy importante, en primer lugar, conseguir la calma. Antes, estaba muy estresado. Sin embargo gracias a la atmósfera que había, pude entrar en mí muy rápidamente. Siempre hubo una pregunta de trasfondo: «…¿Cuál es ‘mi’ tema…?».

En mi mundo laboral y familiar 

Más tarde, se fue «saliendo» cada vez más del mundo interior hacia el mundo que nos rodea, especialmente nuestro trabajo, pero también el mundo familiar. El padre Kentenich dijo: «Tenemos que luchar por una integración de la personalidad en todas partes….Se trata de una libertad final de uno mismo y de la más profunda seguridad en Dios en medio de todo compromiso y en todo conflicto…». («Kindsein vor Gott», p. 270ss). Sí, entonces habíamos llegado de lleno a la vida laboral en el «mundo real, real» en el que pronto volveríamos a sumergirnos. Un pensamiento nos hizo bien: Mi trabajo es el apostolado – mi trabajo es la misa- mi trabajo es la oración. Aunque muchas cosas pronto querrían volvernos a enloquecer, estas tres cosas van de la mano y son factibles a pesar de las densas exigencias diarias: Trabajo-Apostolado-Oración – todo en uno. Aunque surgieran cosas desagradables, que nos exigieran, que a veces casi nos aplastaran, seguiríamos teniendo la seguridad: «Confía tu suerte al Señor, y él te sostendrá» (Salmo 55,23).

«Valió la pena esperar» 

Nos gustaría concluir con unas palabras de los participantes:

«Tras la primera charla y el posterior silencio, anoto en mi libro: me siento en la sala de espera y me espero a mí mismo. La espera mereció la pena y me hizo mucho bien callarme, escuchar mi alma. Acompañado por las valiosas meditaciones del P. Michael Hagan y los pensamientos siempre presentes del P. Kentenich, mi interior se fue ordenando poco a poco. Las ideas se aclararon, las aspiraciones y los objetivos tomaron forma y las prioridades se consolidaron. El tiempo de oración y las misas diarias también fueron muy buenos. Espero que este valioso momento siga surtiendo efecto durante mucho tiempo. Me llevé nuevas ideas tanto para mí personalmente como para mi trabajo, y espero que perduren en la vida cotidiana. Aunque los participantes estábamos en silencio unos con otros y no nos conocíamos, enseguida tuve la sensación de que se había desarrollado un sentimiento de grupo al estar en silencio y rezar juntos. Era una atmósfera muy benévola y edificante».


Info
Melanie & Ulli Grauert, IKAF, familie.grauert@ikaf.academy

 

Sitio web IKAF

Original: alemán, 11.12.2022, Traducción: Juan Eduardo Villarraza. Argentina

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