PARAGUAY, Roberto González •
El sábado 16 de julio de 2022, fue realmente una gran fiesta para todo Schoenstatt, pues no solamente recordamos la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, sino también los 80 años de fundación del Instituto de las Familias y los Hermanos de María de Schoenstatt en el campo de concentración de Dachau en 1942, como bien lo expresó el P. Juan Pablo Catoggio, superior general de los padres de Schoenstatt al inicio de la celebración de la toma de túnica 2022 de los novicios, en el santuario de la Santísima Trinidad en Tupãrenda. —
Ese día amaneció bastante frio y con un poco de lluvia, pero todos tomamos refugio dentro de la iglesia, esperando el inicio de la celebración, con cantos y escuchando fragmentos de la vida de los hoy novicios, en el inicio formal de su camino hacia el sacerdocio dentro de la comunidad de los padres de Schoenstatt.
Donde los idiomas no son una barrera
La celebración estuvo fuertemente marcada por la internacionalidad, desde las diferentes banderas en representación de diversos países de los novicios, que cada uno de los asistentes tenía, hasta las lecturas y peticiones en diferentes idiomas, pues este representa una vez más el ser familia no solamente en Schoenstatt, sino en Cristo como miembros de su Iglesia, donde los idiomas no fueron una barrera, más bien un puente de compartir la alegría de corazón a corazón.
Una fiesta que parece nunca terminar
La alegría era palpable en el ambiente, más aún ensalzados por la cantidad de familiares y amigos de los novicios que llegaron hasta el corazón de América del Sur, para acompañarlos en este salto de fe hacia el llamado de Dios a ponerse a su servicio.
Al culminar la celebración, ya todos revestidos con sus respectivas Túnicas de Sion, vestimenta oficial de los padres de Schoenstatt, la fiesta de abrazos, saludos y fotos parecía interminable, pero el tiempo no transcurría, pues la alegría y los encuentros con amigos de diferentes países que en ocasiones han coincidido en otras actividades y momentos, multiplicaba la alegría de estar presentes apoyando y celebrando la decisión de sus amigos y familiares en este momento.
Una entrega total al servicio de la iglesia
En los tiempos de hoy, resulta extremadamente difícil pensar en consagrar la vida a Dios, y más aún si ese camino requiere, a los ojos del mundo, tantos sacrificios y renuncias, pero sobre todo es inversión de tiempo en construir una cercanía con Dios, quien hoy no tiene espacio por todo el ruido y “posibilidades” que nos ofrece el mundo.
Muchas veces, buscamos tal vez, una salida fácil frente a la seria posibilidad de mirarse al espejo y enfrentarse no solamente al reflejo propio, sino al de Cristo transparente al que todo cristiano aspira. Resulta muchas veces aterrador por nuestra pequeñez, pero es justamente eso lo que encontramos en los novicios, el compromiso palpable de confrontarse a esa imagen y dejarse transformar por él, en un tiempo de encierro y silencio, mirando fijamente ese reflejo y buscando en sus ojos el camino, verdad y vida de una entrega total al servicio de la iglesia.
Un encierro en la búsqueda de la libertad real
En estos días se encuentran acompañados de sus familiares y amigos, con quienes compartirán estas nuevas vivencias de primera mano, para luego volver a Tupãrenda y continuar ese tiempo que no es un encierro de privación de libertad, como lo expresó el P. Manuel López Naón, en su homilía del domingo por la mañana con las familias, sino que es un encierro en la búsqueda de esa libertad real, la interior, que resultará en el fundamento de sus vocaciones para cuando deban volver a salir y compartir el don de su fe y testimonios vivos, con todos aquellos con quienes se encuentren.
Como familia nos encontramos unidos a los novicios en este tiempo muy especial, sin dejar de rezar por ellos y por nuevas vocaciones para nuestra familia de Schoenstatt en todas las comunidades y para toda la iglesia.
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