Marines Crivelli de Domínguez, Argentina •
El padre Antonio fue alguien muy especial en Argentina. Lo conocí en 1982, cuando era superior de los Padres y vivía en Buenos Aires y tuvo que ir a reemplazar al padre Esteban Uriburu en un retiro. —
Poco después, con mi marido, tuvimos la gracia de trabajar con él en muchísimas tareas apostólicas. Era muy querido por la Federación de Familias, ya que fue su fundador y primer asistente. Formó todos los primeros cursos, incluido el nuestro.
Siempre me llamaba la atención su particular forma de contestar un saludo. «Hola padre, ¿cómo está?» y nunca fallaba su: «¡exceleeeeente!». Así largo lo pronunciaba. Una sola palabra que nos dejó una enseñanza de por vida. Supongo que muchísimas veces no se sentía excelente, pero nos enseñó a disfrutar la vida siempre con esa mirada «excelente».
Tengo muchísimos recuerdos, viajes etc. Hace años que no lo veíamos, la última vez fue en un viaje que hicimos a Paraguay y fuimos a verlo a Tupãrenda. Muy querido por nosotros y por nuestro curso.
Realmente hoy el Cielo estará de fiesta. Me imagino al padre Esteban Uriburu y al padre Horacio Sosa, sus hermanos de curso, recibiéndolo con alegría. Y estoy segura de que cuando le preguntaron “¿cómo estás?», él habrá contestado: «¡Exceleeeente!».