P.- Antonio Cosp

Publicado el 2022-03-12 In Recordando al P. Antonio Cosp, Vida en alianza

«Alguito sobre nuestro P. Antonio»

PARAGUAY, Lourdes y Jaime Ortiz • 

Domingo 26 de diciembre de 1999, 12:00 hs., Aeropuerto Silvio Pettirossi. Creo que hacía este mismo calorcito que hoy nos recuerda que si no nos portamos bien… Era el gran día de la bendición del pórtico de la Iglesia Santa María de la Trinidad que se realizaría a las 20:00 hs. —

Estábamos con Jaime en la puerta de llegada de pasajeros y aparece el esperado, desconocido P. Antonio Cosp. A mí el corazón me palpitaba aceleradamente porque estaba ante lo desconocido. La familia de Schoenstatt paraguaya estaba un poquitín ansiosa con su llegada por el ambiente especial que habíamos vivido con la ida del querido P. Marian. Entonces la llegada del “nuevo Pa’í”, estaba cargada de emoción y de sana tensión.

Habíamos tenido la gracia de ir a esperar al padre Antonio a su regreso definitivo a su país (aunque esa venida fue sólo por unos días para lo del pórtico, se instaló definitivamente recién en marzo de 2000), mediante la osadía de pedirle a nuestro hermano de grupo Federico Cosp, que nos cediera la tarea de recoger a su hermano Toño en el aeropuerto.

Ustedes son los Ortiz, supongo”

Jaime lo conocía de la época de la Juventud Masculina, así que, al salir, enseguida lo reconoció.
Nos acercamos, el Padre le regaló su abrazo y a mí también.
Nos dijo: – “Ustedes son los Ortiz supongo”.
–“Si, padre”- respondimos.

Yo no sabía, que en ese momento la Mater nos estaba regalando a los Ortiz, una bendición muy especial; la de una historia de tareas y sueños, por amor a la Mater, que se empezaba a tejer a partir de ese abrazo tan cariñoso y ese diálogo tan simple que nos tendía, a modo de puente, nuestro nuevo asesor.

Pero no es esa historia de tareítas apostólicas y pequeños milagros que nos unieron a partir de ahí, de la que quiero hablarles. Quiero contarles algo que hasta hoy me emociona cuando lo recuerdo y que me sirvió para descubrir, a los 5 minutos de conocerlo, el amor del P. Antonio tiene por esta tierra y cuánta fuerza interior y cuánta energía estaba dispuesto a ofrecer por construir sin pausa y sin prisa la Nación de Dios. Me sirvió también para entenderlo muchas veces en las que, por ese afán sin límites, actuó como un director de orquesta que “dirige” en muchos frentes nuestro movimiento, sin que se quede en algunos disfrutando y compartiendo con nosotros, como a muchos nos gustaría.

P. Antonio Cosp

De vuelta a la tierra

Salimos hacia el estacionamiento del aeropuerto. Cruzamos y antes de llegar a los autos había un pequeño espacio de tierra, restos de un jardincito quizás. Allí el P. Antonio se postró, besó la tierra y tomó un puñadito en sus manos y dijo: “De vuelta a la tierra”.

Fácil de imaginar nuestra emoción. Nos quedamos mudos y solamente pudimos decirle: “Bienvenido, padre”. El sol era de fuego ese mediodía de diciembre y supimos adivinar también el fuego que traía este hombre en su corazón para regalar a su familia de Paraguay. El fuego del NADA SIN NOSOTROS.

“¿Lo llevamos a su casa, padre?”, le preguntamos. “Sí, pero antes pasemos por el Santuario”, fue su respuesta y seguimos. Llegamos. Entramos los tres al Santuario Joven y de vuelta el Padre postrado ante la Mater. Se completaba la lección para los Ortiz… El NADA SIN TI.

Muchas veces me acompañó este recuerdo durante estos diez años. Me sirvió junto al trabajo a su lado para crecer en el espíritu de instrumentalidad y sentir la misión como el fuego que Dios pone en el corazón de cada uno y ante la cual hay que postrarse permanentemente.

Y siempre pensé que alguna vez debía escribirlo. Contarle a la Familia de Schoenstatt alguito sobre “nuestro P. Antonio”. Un gesto de amor tan sencillo, tan libre y magnánimo no puede quedar en el corazón de un matrimonio solamente. Tiene que habitar en el de muchos otros, y en especial en el de nuestros jóvenes, quienes quizás a veces ante tanta desilusión piensan que irse es mejor que quedarse a luchar por restaurar el orden querido por Dios para nuestra patria. Es bueno que esté en el corazón de los que tanto valoramos a todos y cada uno de nuestros pa’í, de nuestras Hermanas de María, nuestros seminaristas, quienes muchas veces lejos de su tierra, nos regalan los mejores años de su vida.

El sueño de la construcción de la patria nueva

Este relato finalmente quiere ser también un homenaje en este año del sacerdocio, en la persona del P. Antonio, a todos los pa’í que pasaron por nuestra vida y de manera especial por nuestra Familia de Schoenstatt Paraguay. Pero de manera más especial aún, quiere ser un homenaje desde el corazón a nuestro querido P. Antonio, en gratitud por todo lo que desde ese gesto solitario y por ello tan auténticamente elocuente, hasta hoy, nos regala con su vida, su conducción y su espíritu.

Siempre digo que en nuestros asesores se nos regala un pedacito de todo lo que habrá sido nuestro Padre Kentenich. Usted, padre Antonio, con aquel gesto testimonial de amor y compromiso con el sueño de la construcción de la patria nueva, nos regaló mucho, mucho, de nuestro fundador.

Santuario de Tuparenda

Santuario de Tuparenda


Escrito para la Revista Tupãrenda de diciembre de 2009 por los 10 años de la llegada del P. Antonio a Paraguay. Con permiso

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1 Responses

  1. Rocio Flecha Cosp dice:

    Que hermoso testimonio !! Gracias Lourdes !!

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