Publicado el 2020-06-24 In schoenstattianos, Vida en alianza

La vida prevalece en tiempos de coronavirus

PARAGUAY, Eveline Person •

Este 7 de marzo, cuando cumplí 38 semanas de embarazo, se confirmó el primer caso de coronavirus en Asunción, Paraguay. Mi esposo Manuel y yo sentíamos el corazón henchido de ilusión por la hija que venía en camino, pero al mismo tiempo nos agobiaba el temor por la gran responsabilidad que eso significaba, especialmente con la pandemia encima. —

El 15 de marzo, a las 11:15, Manuel y yo dejamos de ser quienes éramos para convertirnos en padres. Nació nuestra luz, Emma María Sola Person. Ya con varios casos confirmados de COVID-19, me di cuenta de que ese día todos los temores se habían vuelto realidad. Al ser madre todo cambió, ya no era responsable solo de mi vida, sino también tenía la función indelegable de ser mamá.

Los dos días postparto en el sanatorio, antes de que me dieran de alta, fueron bastante difíciles, ya que no permitían visitas, ni siquiera de los abuelos. La angustia de que mi hija, tan indefensa, se contagiara (o peor aún, que nosotros la contagiáramos) crecía cada día más. Finalmente, llegó el día de volver a casa los tres. Manuel y yo abrazamos la “aventura” de ser sus guardianes, los que la guiaremos en el camino, los que estaremos presentes en cada paso”, como dijo el Papa Francisco en su catequesis del 29 de mayo de 2015.

El cansancio y la angustia se acumulan

Al llegar a casa me sentía perdida, todo era nuevo y mi mundo estaba de cabeza. Los casos confirmados crecían y teníamos la angustia de no saber cuándo iba a acabar esa situación. En lo personal, lo más difícil de esos días primerizos de madre, fue no poder contar con las visitas de mi mamá, ya que cada uno debía estar en cuarentena estricta. Si bien es cierto que a muchas parejas les toca recibir a sus recién nacidos sin el apoyo de sus madres, los que contamos con la bendición de tenerlas buscamos mucho su apoyo y mimos en esos momentos.

Los primeros quince días de cualquier madre son bastante duros, son días sin pegar un ojo y con cansancio acumulado. En ese entonces todavía no sabíamos que Emma era alérgica a la proteína de leche de vaca y que eso era lo que le causaba tanto llanto. Fueron días sin dormir, hasta que llegó el punto en que sentí que no podía más. El 21 de marzo acudí una vez más a nuestra querida Mater y, en realidad, le reclamé el hecho de que mi madre no podía venir a acompañarme en esos días difíciles. La cuestioné: ¿Porque me dejas sola en estos momentos? Ese día sentí que la soledad y desesperación me invadían.

Y es que, al convertirnos en mamás, nos damos cuenta de cuánta ha sido la labor de nuestras madres y, posiblemente, es el momento en que más necesitamos los abrazos reconfortantes y la incondicionalidad que las caracteriza al simplemente estar ahí.

¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu madre?

Con el correr de los años he adquirido el amor y devoción por el rezo del rosario. Fue en 2017, mi año de rosarios diarios, en que la Mater empezó a manifestarse en mi vida. Yo sentía su presencia cada vez que veía un arcoíris. De una forma u otra, ella se las ingeniaba para hacerse presente en mis días.  Este 21 de marzo, en medio de las circunstancias actuales y cuando sentía que me faltaban las fuerzas, le entregué a la Mater un rosario con mi cotidianeidad hecha de cansancios y miedos. Ella, como en las Bodas de Caná, no tardó en manifestarse. Justo al día siguiente vi de nuevo un arcoíris resplandeciente, probablemente uno de los más hermosos que había visto.

Fue en ese momento que sentí que ella me decía las palabras que le dijo a san Juan Diego: “¿Acaso no estoy aquí yo, que soy tu madre?”. Ella se manifestó una vez más en mi vida, diciéndome “todo este tiempo estuve aquí, contigo”. En ese momento lo comprendí y le agradecí tanto a la Mater por nunca dejarme sola y por siempre ingeniarse para hacerse presente en mi vida. En el tesoro del corazón de María están los acontecimientos familiares de cada una de nuestras familias, que ella conserva cuidadosamente.

Mi corazón se sintió tranquilo

Una vez más fue ella, con su amor maternal, quien se encargó de hacerme ver que nunca nos deja solos, que siempre está atenta y solícita a cada acontecimiento de nuestras vidas, Ella me dio nuevas fuerzas y me invitó a vivir con valor y serenidad los desafíos cotidianos de ser madre. Afortunadamente, gracias a la oración y al apoyo incondicional de mi esposo, fui consiguiendo paz y serenidad poco a poco. Sentí claramente cómo Dios y la Mater acomodaban todo, hasta que mi corazón se sintió tranquilo, haciéndose presente la luz de la esperanza y el anhelo de que se encuentre una pronta cura para la pandemia que hasta hoy acecha al mundo y nos recuerda la fragilidad de la vida humana. La Mater me regaló un espíritu positivo en medio de la pandemia, el espíritu del amor, capaz de superar cualquier desafío y de continuar con amor y optimismo mi labor de madre.

Ella, nuestra aliada más poderosa

Me vi motivada a compartir esta experiencia, porque muchas veces, cuando pasamos por un momento de tristeza o dificultad, nos hundimos en la desesperación e incertidumbre y nos preguntamos cuándo acabará esa situación. Muchas veces nuestra falta de fe hace que decaigamos, y es ella quien nos invita a llevar a los pies del altar todo lo que no entendemos en el momento y a esperar pacientemente, así como ella lo hizo junto al pesebre, junto a la cruz, y, hasta el día de hoy, junto al sagrario.

Con este testimonio les invito a nunca decaer, porque la tenemos a ella, la aliada más poderosa, nuestra madre, la que nunca nos abandona, la que siempre nos acompaña y guía nuestros pasos. Ella nos muestra constantemente lo grande que es su amor y fidelidad.

Y, para terminar, dejo esta foto del pasado sábado 20 de junio, cuando la Mater se hizo presente con un arcoíris de hermosos colores reflejados en mi hija Emma. Comprendí que mi hija es un regalo de ella y que, en medio de un momento de dolor y desesperanza, mi querida Mater me regaló mi Sagrada Familia de Nazaret, con la que tanto soñé.

Gracias, Mater, reina de mi vida, por tantas gracias, bendiciones y amor. ¡Gratitud eterna al alma de mi alma, mi querida MTA!

 

 

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1 Responses

  1. María Piedad Medina M. dice:

    ¡Qué hermoso relato- testimonio d esta madre primeriza! Realmente la Mater siempre estuvo a su lado, porque Ella es la Madre y Reina Fiel y Fidelísima que a cada uno se manifiesta de la manera más personal e íntima. Gracias. Me he emocionado hasta las lágrimas al leer cómo Ella obra maravillas y nos deja siempre con la PAZ d su HIJO, nuestro Salvador!

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