Publicado el 2019-07-11 In Vida en alianza

Soy feliz cuando veo que ustedes son felices

PARAGUAY, Dani Vega •

“Soy feliz cuando veo que ustedes son felices” me dijo Ramón (novicio de los Padres de Schoenstatt) al despedirnos.  El sábado 6 de julio fue un día muy especial por ser la toma de túnica del nuevo curso de novicios de los Padres de Schoenstatt, pero lo que le dio un toque especial fue el hecho de que Ramón Vergara (de la Juventud Masculina de Ciudad del Este y gran amigo) estaba dentro del grupo. Toda la familia del Terruño de Ciudad del Este estuvo de fiesta, y así, fuimos a acompañar a nuestro querido Ramón en este momento tan importante. —

El pedido de Ramón

En marzo, tiempo antes de partir para el noviciado, Ramón nos pidió que organizáramos un asado con los amigos, si era posible, cerca de Tuparenda. Hablamos de posibles lugares, pero como primera opción, quedó la casa de un amigo, Claudio Rivarola, en San Bernardino y por un buen tiempo no se habló más del tema.

Un día antes de la gran fiesta, empezamos a partir en diferentes grupos y horarios, pero con la premisa de encontrarnos todos en Tuparenda.

De último momento

Llegó el día, y al comenzar la mañana ya se sentía esa ansiedad propia de un momento tan anticipado. La idea del grupo era salir temprano para llegar con un buen margen de tiempo antes de que comenzara la ceremonia, pero, para agregarle un poco más de emoción, llegamos cuando estaban dando la última campanada antes de la misa. Entramos prácticamente corriendo, y al llegar ya se sentía un ambiente de cielo, de fiesta, al ver a todos los novicios listos para la procesión de entrada.

La celebración fue muy emotiva, muy fuerte, y aunque en muchos momentos como que se me formaba un nudo en la garganta, la alegría que sentía por todos los muchachos, y especialmente por Ramón, era tan grande que se expresaba con una sonrisa de oreja a oreja que no terminaba, más aún al recordar los momentos de tereré con largas charlas, o las reuniones que teníamos con Ramón, en donde a leguas se notaba, prácticamente desde siempre, su amor por Schoenstatt.

Al terminar la misa, la fiesta continuó. Fueron momentos de mucha alegría, de compartir con Ramón, con su familia y amigos, también tiempo de regalar familia con los hermanos que venían de otros países, como España, Chile o Argentina.

El encuentro “en familia”

Al día siguiente tuvimos el encuentro con los amigos y la familia de Ramón en la casa de Claudio. En un momento del compartir, al mirar a mi alrededor, me di cuenta de que, aunque la organización fue complicada, todo se estaba dando tal como lo habíamos hablado antes con Ramón. Meses después, todo estaba pasando como si Dios lo hubiera querido así desde siempre.

El festejo todavía no terminaba y las rondas de tereré, el bombardeo de preguntas a Ramón y sus clásicas bromas eran parte de la previa al asado. Nos sentamos a comer y las anécdotas continuaron hasta que llegó el momento de levantar y limpiar el campamento. Cuando terminó la limpieza, mientras Ramón se tomaba el tiempo de charlar personalmente con los que estábamos, comenzó un mítico partido de “25” para cerrar la tarde, remontándonos a nuestra infancia, todo entre risas y alegrías.

Un encuentro con Jesús

Al despedirnos, le dije a Ramón que de verdad estaba muy feliz por él, a lo que Ramón me respondió con la frase que cité al principio. Eso me hizo entender que no se trataba de un festejo más, sino que toda esta fiesta fue un encuentro con Jesús y toda esa alegría brotaba de su corazón, que se hizo tangible en la entrega de los muchachos, en el amor de las familias al acompañar a sus hijos, en los amigos que Él mismo nos regala, y ese ser amigos en Jesús era lo que nos hacía vivir esos momentos de cielo en cada compartir. Por eso nos alegraba tanto ver a nuestro amigo que se juega, porque era Jesús el que estaba feliz. Entonces, además de Ramón, era Cristo mismo quien nos decía: “Soy feliz cuando veo que ustedes son felices”.

 

Fotos y videos: Ani Souberlich, Dani Vega

 

Un “sí” acompañado por la familia argentina

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