Publicado el 2019-04-23 In Misiones

Ignis Mariae: el fuego de la misión contagia al sur de Italia

ITALIA, Federico Bauml •

También este año tuvo lugar la tradicional misión de Semana Santa. Después de dos años en Vico Equense, nos quedamos en Sant’Angelo d’Alife: nuevo destino, pero un antiguo e increíble resultado. —

En los últimos años, la misión en Semana Santa se ha convertido en una espléndida tradición para los chicos que asisten a la parroquia de los Santos Patronos de Italia, estrechamente relacionados con el Movimiento de Schoenstatt. Esa tradición, aunque entre muchas dificultades, se renueva cada año y encuentra nueva savia, nuevo fuego.

Fuego

Ya, el fuego. En latín, “ignis”, el nombre que, junto con la especificación «Mariae», ha sido elegido el título de la misión 2019, nace del entusiasmo de un grupo de chicos de entre 18 y 24 años, acompañados por los Padres de Schoenstatt, Facundo Bernabei y Beltrán Gómez.

Y es con este fuego que, como mochileros, pequeñas vírgenes misioneras en mano y con una sonrisa en la cara, nos dirigimos a Sant’Angelo d’ Alife, un pequeño pueblo en la provincia de Caserta, que tiene poco más de 2.000 habitantes y más de diez años. Gracias al trabajo de los Padres y Hermanas de Schoenstatt, se ha convertido en uno de los centros principales de la campaña de la Virgen Peregrina en Italia.

La atmósfera que se respira en nuestro alojamiento es la de un pueblo turístico internacional. En la misma mesa está el mate, una bebida típica sudamericana, y la mozzarella de búfala, un amable regalo de los santangioleses, en una irresistible mezcla italiano-sudamericana sazonada con el sonido de las guitarras y un volumen de música definitivamente superior a la media.

Y así, la misión se convierte en un contagio recíproco. Por un lado, los misioneros que partieron desde Roma, ansiosos por llevar a la Virgen a los hogares de las personas y, por otro lado, la comunidad de Sant’Angelo, orgullosa de su tradición y ansiosa de hacérsela conocer a sus bienvenidos huéspedes, felices de hacerse “mimar” un poco durante estos días de fiesta.

Para enmarcar las tradiciones del lugar, como la procesión del Viernes Santo, la búsqueda de huevos de Pascua en el jardín de los príncipes Windisch Graetz (el momento en que los niños de Sant’Angelo esperan todo el año), la vigilia del sábado y el viaje al castillo normando.

La Virgen Peregrina

Durante cuatro días, «nuestra» casa se convierte en el escenario para la reunión con chicos locales, entre almuerzos más o menos improvisados ​​y espléndidas catequesis y meditaciones sobre el triduo pascual. Mientras tanto, la misión sigue su curso. Los muchachos acompañan a la Virgen Peregrina en las casas, regalando unos minutos de alegría y alivio a quienes les abren sus puertas, y recibiendo a cambio calor y, por qué no, un buen café y una rebanada de pastel.

Hacer misión es precisamente eso: acoger, dar, recibir, crecer juntos, confrontarse, anunciar, testimoniar, conmoverse, retacear un poco de tiempo al frenesí diario y, finalmente, respirar. Y nunca como en este caso, es cosechar los frutos de los años de trabajo de quienes, silenciosamente, nos han preparado el camino.

Mientras. ella, recostada en un santuario doméstico un poco improvisado, pero no por eso menos agradable, vuelve la mirada orgullosa a sus chicos, regocijándose en toda esa maravillosa confusión.

Christos Anesti! Alithos Anesti! 

(¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado! – en griego)

Original: Italiano, 23/04/2019. Traducción: Ana María Ghiggi, Santa Fe, Argentina

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