Publicado el 2018-11-12 In Vida en alianza

Frescos en el viento – una nueva forma de retiro

ALEMANIA, Klaus Heizmann •

Diez hombres en un velero durante una semana, frente a la hermosa costa de Croacia y bajo un cielo de ensueño sobre el mar azul del Adriático, el que incluso invita a nadar en octubre, es algo que probablemente ocurre con frecuencia. Pero que uno de los hombres sea el Padre Hans-Martin Samietz, quién le dio un marco a los retiros, en el que todos pudieron encontrar el tema adecuado para ellos en esos días, esto probablemente no es tan común. 

Al skipper Wolfgang (un marinero experimentado con certificados apropiados), junto con Christian y Peter, se les ocurrió esta idea: motivaron a un dotado compañero de retiros y rápidamente el velero estaba lleno. Hombres de lugares entre Dresden y el Lago Constanza, con diferentes dialectos y distintas llegadas a Schoenstatt, con diferentes conocimientos sobre navegación, nudos, reglas de paso en el agua, equipados profesionalmente con ropa impermeable, sueste, arnés, y la cuerda de seguridad lifeline… ¡todo esto contribuyó a darle una interesante mezcla a nuestro equipo!

Después de llegar con el autobús desde Klein-Schoenstatt (Munich) o en avión, nos encontramos en el puerto deportivo de Split y lo primero que hicimos fue ir a comprar alimentos. Compramos tanto, que en el muelle nos preguntaron si queríamos vender algo. Pero nuestro cocinero espiritual y sus ayudantes habían comprado sistemáticamente según la información del libro de cocina de una tienda de muebles sueca y eso proporcionó realmente una sabrosa base para la comida espiritual. Y claro, también había algunas bebidas alcohólicas espirituales.

Guardar silencio, escuchar, rezar

El retiro consistió en un breve pensamiento antes del desayuno en conjunto, que inicialmente era en silencio. Después de rezar la oración de la mañana del “Hacia el Padre” y la bendición del día, se reflexionaba sobre la ruta diaria, que dependía del viento. Luego zarpábamos (las noches las pasamos en el puerto, a bordo en nuestras cinco cabinas dobles). Luego izábamos las velas o avanzábamos a motor, mientras se limpiaba la respetable cocina debajo de la cubierta. Mientras uno dirigía el timón, el P. Hans-Martin daba el impulso para el día. Se introducía su iluminación con una canción adecuada, por ejemplo: “El buzo de perlas” de Puhdys o “Chicas de Managua” de Gerhard Schöne. Jonás fue el hilo bíblico conductor. Las situaciones de su variado viaje con Dios fueron profundizadas y transmitidas por el P. Hans-Martin a las situaciones de nuestra vida. Al tiempo de silencio, se añadían preguntas relacionadas con nuestra historia y situación de vida: ¿Dónde huyo de mí mismo? ¿Por cuáles experiencias estoy agradecido? ¿Cuándo me quejo con Dios?

Fue un sueño abstraerse en los propios pensamientos sobre la blanca cubierta a toda vela, muchas veces sin saber qué hora era en realidad. Cada día pudimos celebrar la Santa Misa en la cubierta, a veces con, otras veces sin techo, la mayoría de las veces acompañados por el vaivén de las olas, o sea, sin vela y sin motor. Luego comíamos un bocadillo, sobre todo panes con manteca de cerdo (así como café y bebidas de alto porcentaje alcohólico traídas de casa). Muchas veces Thomas tuvo que desaparecer bajo cubierta para reponerle a Klaus (el más grande, llamado Faxe) lo que faltaba.

Largas conversaciones

Las horas de la tarde estuvieron llenas de maniobras de vela y de bote, como ser girar y trasluar, rescatar al “hombre al agua” (pero sentado en un bote de goma), anclar y nadar, el vuelo con el drone de Kuno sobre nuestro barco… En una oportunidad, el trayecto y el viento nos permitieron navegar a una velocidad sobre 7 nudos ¡y esto con una inclinación tan grande, que todos nosotros tuvimos que estar amarrados! ¡Incluso Matthias, nuestro incansable fotógrafo! De él aprendimos que, para un sajón, un mareo emergente se llama “gäksch”, mientras que una visita a una misteriosa gruta azul fue bastante “näksch”.

Después de agradables paseos nocturnos por la orilla -a menudo podíamos atracar en el paseo del puerto, por ejemplo, en Rogoniza o en Milna, y luego mirar desde la altura sobre las islas la puesta del sol- nos sentábamos juntos para hacer una evaluación. La revisión del día y lo que nos movió, nos llevaron a largas conversaciones. Después de la bendición de la noche, se trajeron los cancioneros, y mientras la tripulación disminuía lentamente, seguíamos cantando, acompañados por el hermoso contrabajo de Karl, el gran Faxe con su pequeña flauta y Kuno con su guitarra. Con las risas sobre las muchas historias y bromas que había entre medio, parecía sonar todo bastante bien, porque a la mañana siguiente nadie nos miraba mal camino a la ducha.

Duradero

La última tarde, cuando llegamos al paseo marítimo de Split bordeado de palmeras, pasamos junto a un enorme crucero. Desde la parte alta del barco algunos pasajeros nos saludaron. ¿Nos envidiaban? De todos modos, nosotros no los envidiamos. Una cena en Split concluyó esta maravillosa semana ricamente cargada con muchas experiencias hermosas y profundas, antes de la última noche en nuestro velero. A las 5:00 salimos para el viaje de regreso. Durante las pausas en la autopista todavía sentíamos el suave balanceo de nuestro barco. Eso duró todavía en los días siguientes…

 

Fotos: K. Heizmann, M. Horwarth

Original: Alemán 26/10/2018. Traducción Tita Andras, Viena, Austria

 

Etiquetas: , , , , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *