Publicado el 2018-07-01 In Vida en alianza

El “quién soy” y “qué haré” de cada historia personal se teje en el alma de cada vida y en el misterio del actuar de Dios

PARAGUAY, redacción •

¡Cada palabra vale oro!, me comenta José Argüello después de leer de nuevo la prédica de Mons. Francisco Pistilli, obispo de Encarnación, en la ordenación sacerdotal de Pablo David Martínez. Habla del misterio de la vocación personal que «se teje en el alma de cada vida y en el misterio del actuar de Dios». Es lo esencial que tiene y ofrece Schoenstatt como un Movimiento eclesial, donde todos según su opción vocacional y coordinadamente, en alianza, sirven a la Iglesia y a su misión y al mundo que Dios nos ha confiado.—

 

Publicamos aqui el texto completo de la prédica:

Queridos hermanos, querida Familia, querido Pablo:

Este hijo, Pablo David, que es familiar y amigo de ustedes, a quien Dios por su gracia me ha vinculado desde hace muchos años, será hoy ordenado para el ministerio presbiteral. La Comunidad de los Padres de Schoenstatt y la comunidad de la Iglesia se ha congregado para celebrar este sacramento, en el que por la oración y la imposición de manos, Pablo será consagrado para una función y una misión en la Iglesia.

Quiero saludar a Susana, la mamá de Pablo, y a sus hermanos Néstor, Hugo, Fernando, a la Hermana Kathia María, a las cuñadas y sobrinos, a todos los familiares. Recordamos a Néstor, a quién el Señor en su misericordia llamó a su descanso. Saludo a mis hermanos de Comunidad, los Padres de Schoenstatt, al Superior Regional P. Tommy, al Superior Delegado P. Pedro, a Monseñor Claudio, hermano en el episcopado. Saludo a la Familia de Schoenstatt y a todos los amigos de Pablo, que de muchas partes han llegado para compartir este momento de bendición.

Me alegra mucho que esté con nosotros y espero con alegría el día de su ordenación

En noviembre de 2009 escribí un informe sobre el novicio Pablo, el cual concluí con la siguiente frase: “Me alegra mucho que esté con nosotros y espero con alegría el día de su ordenación.” Hoy te lo digo a vos Pablo: Me alegra mucho que estés con nosotros y me llena de alegría ser en tu historia, el sucesor de los apóstoles que te consagra sacerdote. Me alegra, no porque es algo que obviamente esperaba. Algunos quieren decir: No, obvio que iba a ser pa’i. No es obvio ser pa’i, la historia de las personas no están hechas de cosas obvias. La historia de toda vida está llena de decisiones sorprendentes. Por eso reitero: Me alegra, porque nos vuelves a regalar la sorpresa de la vocación. Me sobrecoge la admiración ver que un muchacho, se anime a decir Sí, quiero, con la gracia de Dios. Y tu sí me sumerge de nuevo en el misterio de Dios que acompaña las páginas de cada biografía, sosteniendo la trama, atando y desatando sus nudos, hasta que se revela con nitidez su llamado, su unción, su misión.

Vocación – una historia de vida

Sería obvio pensar, que nadie cuestionaría el poder divino de Cristo, si reconocieran su divinidad encarnada en su humanidad. Pero no es obvio al leer el lema, que Pablo escogió: ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen? Es la pregunta de los que se sorprenden del poder de Cristo. Igualmente en el evangelio de esta fiesta de San Juan, la gente se pregunta asombrada: ¿Qué será de este niño? Es la pregunta de los que divisan la mano de Dios, aunque no comprenden aún lo que Dios va escribiendo en el alma. Las historias de vida no son obvias. Se escriben cada día, buscando, queriendo, asintiendo, soñando, transpirando.

El Apóstol Pablo dice recordando la Escritura, que el mismo Dios se entrelaza buscando y hallando: “Encontré a David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos.”  Lo encontró. (Hechos 13). De entre muchos, encontró Dios uno conforme a su corazón. El mismo Señor que nos conoce desde nuestra concepción, y antes de ella, que tejió cada fibra de nuestro ser, se sorprende de hallar al que buscaba, conociéndolo. El “quién soy” y “qué haré” de cada historia personal se teje en el alma de cada vida y en el misterio del actuar de Dios que siempre acompaña, claros y oscuros de cada uno.

Zacarías, hombre justo y santo, se sorprende de la acción de Dios en su matrimonio. Él, que es parte de ese pueblo sacerdotal se sorprende y duda. Hasta el día en que debe escribir, lo que no es obvio y decir: Juan es su nombre, que significa, Dios es fiel. Así se llamará su hijo.

“¿Qué va a ser de este niño?” ¿Quién es este que hoy se acerca a pedir el sacramento del orden? Juan Pablo II lo tuvo en sus brazos (2 años y meses). No es sólo por eso que está acá. Es un integrante del grupo Matris milites. Muchachos: ¿Es obvio que saliera un sacerdote de entre ustedes? Agrandados dirán hoy que sí. Pero quién conoció los potrillos sabe, que nada es obvio. Y sin embargo: Obvio que allí, en las aventuras de este grupo de amigos, hermanos y aliados, Dios buscó, y encontró. No voy a negar que ustedes ayudaron. Los calladitos son a veces los más peligrosos.

Sorpréndete

¿Quién es Pablo David? Es un hijo de la Iglesia, es un bautizado, es un hijo de María (Filii Reginae) a quién Dios llamó y escogió, a quién Dios buscó urdiendo en su alma la trama de su historia y de su misión, hasta que un día Pablo debió responder: Quiero o no quiero. En el silencio del alma, donde nada es obvio, allí se encuentra uno delante de Dios y debe responder. Los calladitos son a veces los más peligrosos, pues cuando abren los labios para pronunciar una palabra, nos sorprenden. Dios no es obvio, es de los calladitos…. Que gritan.

A partir de este sacramento, Pablo David, pasa a ser en Cristo, sacramento de su presencia y de su actuar. Pablo, a partir de hoy, ya no eres Pablo… Eres sacerdote de Cristo. Nunca reclames como obvio lo que la Iglesia te confiere, vive el desafío cada día. Sorpréndete de que tengas el poder de señalar al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Sorpréndete y usa este poder en el que Cristo Cordero y Pastor se hace uno en vos para hacer sonar su voz y para regalar su Gracia.

Sorpréndete de poder decir Sí, quiero, a todo lo que la Iglesia te pide. Sorpréndete de que hoy besemos a Cristo en tus manos. Sorpréndete de que la gracia del bautismo, que te incorporó a Cristo en su sacerdocio, hoy se abra al ministerio sacerdotal, para recibir el don y el mandato de servir a la Iglesia, representando a Cristo, Maestro, Sacerdote y Pastor.

Ya no eres Pablo, aunque sigas siéndolo, eres sacerdote de Cristo. No hay nada obvio en esto. Se los puedo asegurar. El Reino de Dios, la Nación de Dios, no se construye con obviedades. La Alianza se vive cada día. Antes decíamos, Paraguay es católico, Argentina es católica, como si fuera algo evidente. Quizás nos quedamos dormidos. La Iglesia es Santa, Schoenstatt es santo, nos parecían verdades indiscutidas. No. La redención y la gracia, que ya fueron dadas y que no tienen fecha de vencimiento, se confrontan cada día con la trama, en la que Dios, que conoce lo secreto, busca, hasta encontrar un corazón conforme a su corazón.

Conforma cada día tu corazón con el don de Cristo, que hoy, recibes de mis manos también consagradas en el mismo Cristo que nos llamó. No soy tu maestro de novicios, no es obvio que tu maestro de novicios te consagre sacerdote. Somos servidores del Señor, que conforma nuestras vidas y con confía una gran misión.

Dios, en Cristo, no nos llama para un servicio conforme a estándares preestablecidos. La historia no conoce estándares. En la lectura del profeta Isaías, Dios le dice a su elegido: que se cansa y se resiste, que quisiera probablemente no llamar la atención: “Es poco que seas mi siervo…. Te hago luz de las naciones.”

Ninguna vocación de Dios es un llamado a la mediocridad

Ninguna vocación de Dios es un llamado a la mediocridad, ninguna vida es repetición de un protocolo preestablecido. Debo ser Cristo, es un imperativo. Las bienaventuranzas son todo menos el status quo social. Si somos llamados por Dios a una vocación, y elegidos por la Iglesia para un ministerio, es para que seamos luz de las naciones, no meros servidores de una verdad desabrida. ¿Para qué ser sacerdote si uno no quiere ser santo? ¿Para qué ser cristiano si uno no quiere ser santo? Los santos son todo menos verdades obvias. Son historias traspasadas de luz, como María Felicia.

Sorpréndete Pablo. Que tu Sí, quiero, nos sorprenda a todos. Y te mantenga a vos mismo en la eterna sorpresa de Cristo.

Prédica de Mons. Francisco Pistilli (pdf)

 

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1 Responses

  1. María Piedad Medina M. dice:

    ¡Qué emocionante, gozoso y lleno de ternura este momento en que Dios y su Hijo Jesús se abrazan con el Espíritu Santo para sellar el Sacerdocio de este jovencito, sorprendido por el llamado del Señor que lo elige para siempre como su Sacerdote eterno. Gracias, Mater por este nuevo hijo de la Alianza. Regálale la misión de atraer a otros a la viña de la Iglesia. Gracias por permitirnos «asistir» por Internet a esta celebración de familia en este año de Jubileo de nuestro Padre Fundador. Así conquistamos poco a poco la beatificación del Padre José Kentenich.

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