BURUNDI, Hna. M. Nicolette Züger •
En cinco lugares de la arquidiócesis de Buyumbura hay una puerta santa, entre ellas la del Santuario de Monte Sion Gikungu en Buyumbura. El domingo 10 de enero de 2016 fue el gran día de su apertura en el santuario de las Hermanas de María, en Mutumba.
Tanto el comité de la pastoral como la parroquia tuvieron muy poco tiempo para preparar ese día de gracias y hacer algo tan inusual como construir una puerta para el santuario. Todos participaron en cuerpo y alma y llegaron a la convicción: “Pudimos experimentar la ayuda de nuestra Reina de la Confianza, de forma que todo estuvo listo a la hora indicada”.
María, Madre de la Misericordia
Para no retrasarse, los primeros peregrinos llegaron desde el sábado. La puerta del santuario permaneció cerrada el domingo por la mañana, tal como estaba previsto en el rito. Delante había un arco, maravillosamente adornado con flores, con la inscripción: Puerta Santa de la Misericordia. La puerta misma estaba tapada con un paño azul, con una gran M grabada, que significa: Marie, Mère de la Miséricorde (María, Madre de la Misericordia).
Muy temprano comenzó a llenarse la plaza. Junto a peregrinos de otras parroquias, se precipitaba una multitud de creyentes de las estaciones externas. Nadie había contado con tanta gente, por lo que la plaza resultó insuficiente y muchos se quedaron en la calle.
Los allí presentes comenzaron a rezar el rosario a las ocho. Cuando entró el arzobispo, fue recibido con una canción de bienvenida. Los catequistas de las estaciones externas formaron un semicírculo frente al santuario. Todos llevaban una imagen de Jesús Misericordioso, entre ellos una niña llevaba una imagen especialmente grande.
Hacia las nueve llegaron al santuario el arzobispo, los sacerdotes y los monaguillos en procesión desde la sacristía, mientras el coro entonaba la letanía de todos los santos. El arzobispo saludó a los fieles frente a la puerta santa y dijo, entre otras cosas: “La apertura de la puerta santa es un signo visible, que nos llama a abrir nuestros corazones a Dios”.
¡La puerta santa está abierta!
Un sacerdote leyó la parábola de la oveja perdida y un fragmento del mensaje del Santo Padre para el Año de la Misericordia. Después, el arzobispo explicó mediante la Biblia, cómo Dios se ha mostrado siempre misericordioso. Siguió un salmo y el arzobispo se volvió hacia la puerta santa con la petición de que se abriera. Durante la apertura reinaba un silencio santo, seguido de un gran aplauso, acompañado de tambores. El arzobispo y los sacerdotes pasaron por la puerta santa al santuario, donde permanecieron en oración silenciosa. También hubo invitados religiosos y representantes de la política y la sociedad que fueron invitados a cruzar la puerta santa. Más tarde, todos juntos alabaron a la Madre de la Misericordia con la Salve.
Con Jesús de la Misericordia a la Misa
Tras este acto festivo fueron todos en procesión a la parroquia a celebrar la Santa Misa. Los primeros peregrinos ya habían llegado allí, cuando otros muchos se encontraban aún junto al santuario.
La misa fue amenizada por el coro de la parroquia y los coros de las escuelas de comercio y de catequesis.
Las preces se ilustraron con diversos símbolos:
- Una vela encendida, para pedir que todos los responsables de la Iglesia sean signos luminosos de la Misericordia – leída por una Hermana
- Una bandera del país para pedir por la paz – leída por la presidenta de la parroquia
- Una cuerda cortada, simbolizando los vínculos rotos, para pedir que el Padre de la Misericordia reúna a las familias, renovadas en el amor – un matrimonio leyó esta petición y anudó los dos trozos de la cuerda
- Una imagen de la MTA, como expresión de la petición de que la Virgen proteja a la juventud en cuerpo y alma – leída por una joven
- Un cesto vacío, representando la pobreza y la necesidad de gran parte de la población y se pedía la bendición para las culturas – una señora rezó por esta intención
- Un corazón: que Dios llene de su amor misericordioso el corazón de todos los presentes – leída por un hombre.
Durante la preparación de las ofrendas, los catequistas y la niña antes mencionada, llevaron las imágenes de Jesús al altar.
La Misericordia se demuestra con las obras
El comité de pastoral no quería hablar sólo de la Misericordia. Querían ayudar a alguno de los más pobres, haciendo una obra de Misericordia y a la vez invitar a todos los creyentes a hacer lo mismo en este Año Santo de la Misericordia. Para ello compraron arroz y alubias y los metieron en bolsas. Los responsables del centro de salud añadieron ropa y mantas y escogieron a 20 personas ancianas del entorno, que viven en la pobreza.
El arzobispo y algunas autoridades civiles fueron tras la Misa a la sala de espera del centro de salud, donde estaban los ancianos. Ocho de ellos habían recibido esa misma mañana el sacramento de la penitencia y la comunión. La responsable del hospital presentó brevemente al obispo a los ancianos y comentó que algunos no eran cristianos, pero habían dicho que querían prepararse para recibir el bautismo. El arzobispo replicó sonriente que no debían dejarse bautizar por las cosas buenas que iban a recibir inmediatamente. Estaba visiblemente feliz como un padre en medio de sus hijos. Los ancianos, por su parte, casi no podían creer en su suerte. Aplaudían de alegría y sus ojos brillaban. Una señora del gobierno sacó espontáneamente su monedero y les pasó a las Hermanas responsables una gran cantidad de dinero, para repartir entre los más pobres.
El arzobispo visitó después a los enfermos del hospital. Esto no estaba previsto en el programa y fue causa de alegría y asombro.
El arzobispo, los sacerdotes y los catequistas, las autoridades civiles y los responsables del comité de pastoral estaban invitados a un almuerzo en la sala de la casa de las Hermanas.
También a los más pobres se les dio una comida sencilla, organizada por los responsables del centro de salud. Así se extendió la desbordante alegría. Comenzaron a cantar y a bailar. Una de las señoras dijo: “Hoy estamos viendo cosas tan hermosas, como nunca las habíamos visto”.
Por la Puerta de la Misericordia hacia la Madre de la Misericordia y al Padre misericordioso
Entre tanto habían llegado muchos fieles al santuario, para pasar por la puerta santa y saludar a la Virgen. Se les entregaba un folleto con una imagen del Padre misericordioso, una explicación sobre el Año Santo y algunas oraciones.
Si, la Misericordia se hizo visible ese día. No pocos tuvieron la impresión de vivir en el tiempo, en el que Jesús estaba en la tierra y saciaba el hambre, consolaba enfermos y alimentaba a sus rebaños con la palabra de Dios. Durante todo el día reinó un indescriptible ambiente y un clima de seguridad. La Familia de Schoenstatt de Buyumbura agradece esta gran bendición al Padre Celestial misericordioso y a la querida MTA, la Reina de la Confianza, y, naturalmente, también a los incontables aportes al capital de gracias, que se habían ofrecido previamente por este día.
Ahora se espera con alegría a los peregrinos, que pasarán por la puerta santa, con la confianza de que, en este Año de la Misericordia, se repartirán muchas bendiciones desde el Santuario de la Confianza.
Original: Alemán. Traducción: Paz Leiva, Madrid, España/es
