BELMONTE, Roma, por Maria Fischer •
Solamente la vista de los chorros de agua, bastaba para refrescarse bajo el calor abrasador que hubo, en esas semanas en Roma y también en el terreno junto al Santuario de todos nosotros en Belmonte. A pesar de la alta temperatura, todo estaba verde en torno al Santuario. Economizando, pero teniendo en cuenta que los árboles y el pasto necesitan mucha agua, Gianni Stampone regó el terreno esa tarde de verano tardío.
Fue un poco difícil sacarlo de su trabajo, pero no pudo resistirse a la pregunta sobre los grandes árboles en el terreno, que habían sido tan bien podados. Lo que siguió a continuación fue casi una hora de caminata sobre el terreno tan amplio y maravillosamente verde, donde en octubre del año pasado, estuvieron más de 1000 peregrinos, todos al mismo tiempo, y aún quedaba mucho espacio libre.
Gianni Stampone trabaja desde hace algunos meses en Belmonte, donde se encarga de mantener en orden la casa y el terreno. Él trabajó como capataz en una de las empresas a cargo de la construcción, pero sólo con un contrato temporal. Muy contento, así lo dijo, aceptó posteriormente la oferta de trabajar en Belmonte. Significa seguridad para él y su familia, pero sobre todo: él quiere mucho a esta casa y a este terreno.
Como estuvo un tiempo trabajando en Alemania, habla excelentemente alemán y así complementa la diversidad lingüística del equipo en torno al Rector P. Daniel Lozano. Entre ellos se comunican en italiano, para los visitantes hablan también inglés, español, portugués y alemán. Justamente, un centro internacional.
Tanto verde
Gianni conoce cada rincón de la casa (cuya construcción se completará en estos meses) y cada rincón del terreno. «La gente de los alrededores viene con mucho gusto para acá, porque es muy tranquilo y los niños pueden jugar», dijo. «Tanto verde no hay en ningún lugar cerca de aquí». Esto también lo repiten los schoenstattianos que se alojan en algún lugar en medio de la ciudad de Roma, con un grupo de peregrinos o individualmente. Por el carácter abierto y la amplitud, aquí se pueden asimilar las muchas impresiones de una visita a Roma, se puede respirar profundo, rezar en el Santuario y, simplemente, relajarse sobre el césped o sentarse en uno de los bancos. El banco verde junto a la estatua del Padre Kentenich es muy apreciado, en él se puede hablar por teléfono, dormir, leer….
A la sombra de grandes árboles
Otro de los bancos surgió luego de las devastadoras tormentas que hubo en la primavera pasada, durante las cuales el árbol más grande perdió una rama gigante. Gianni la aserró y la convirtió en un original banco, sobre el cual tiene espacio incluso un grupo entero.
Especialmente le gusta este árbol con la gran sombra, brindada por su amplia corona. «Ese es un lugar donde las parejas, una y otra vez, tallan sus nombres en la corteza», así relató Gianni. «Algo parecido a los candados de amor en el puente sobre el Rin de Colonia».
Seguimos caminando y Gianni explicó por qué él había cortado los árboles de tal manera, que las ramas crecieran ampliamente: «¡Lo que más busca la gente aquí, es sombra!». Permanecimos en esa sombra y miramos hacia abajo, hacia el Santuario, donde la luz deslumbrante del sol y los chorros de agua, originaron pequeños arco iris.
Gianni indicó el lugar donde se trasladará luego el lugar de juegos para los niños – bien arriba en el terreno. «Entonces, los padres no necesitarán decir todo el tiempo ¡’silencio’!, habrá más espacio y abajo, donde está el Santuario, habrá más tranquilidad para los que quieran rezar».
Frutos
Con orgullo, mostró los nuevos árboles que fueron plantados hace pocos años atrás – ¡algunos recordarán el apadrinamiento de los árboles! Algunos de ellos y otros arbustos ornamentales tenían flores de colores, pero el orgullo de Gianni son los pequeños manzanos: «¡Este año podremos cosechar las primeras manzanas de Belmonte!».
