USA, Hermana M. Victoria Heiderscheidt. Con gran alegría, un lunes por la noche, el 17 de junio, la Familia de Schoenstatt en Milwaukee dio la bienvenida al Símbolo del Padre en la Casa del Movimiento, situada cerca del Santuario del Exilio. A las 7:00 pm se reunieron miembros de los institutos seculares, federaciones, ligas y rama de peregrinos en el cuarto grande del primer piso – donde el P. Kentenich, mientras estuvo en Milwaukee, se reunía frecuentemente con los matrimonios para las célebres “Charlas de los Lunes por la Noche”.
Entre los presentes se contaban tres miembros del grupo pionero de matrimonios a los que el Padre dio las charlas de los lunes por la noche: las señoras. Bridget (Johannsen) Moen, Mary Fenelon y June Mayer.
La charla histórica
El programa inició con una bienvenida seguida por una oración con la que todos acompañaron al Símbolo del Padre en una corta peregrinación a los cuartos cercanos de encuentro con el Padre. Entonces todos escucharon un extracto de 15 minutos de la charla histórica que el Padre dio en la Casa del Movimiento el 18 de noviembre de 1963. Esta charla ha llegado a conocerse comúnmente como el “Acta de Fundación del Santuario Hogar”. Todos escuchamos a nuestro Padre y Fundador mientras explicaba tres conceptos esenciales, uno en relación al otro: Santuario Original, santuario filial y santuario hogar. Declaró que todo lo que aplica al Santuario Original y a los santuarios filiales también aplica a los santuarios hogar, si los miembros de la familia cumplen con las seis demandas de la Alianza de Amor tal y como están definidas de manera reiterada en el Acta de Fundación.
“¡Sí, nos dan ganas de llorar!”
Después de escuchar la grabación, se les do tiempo a las tres madres pioneras para que respondieran preguntas y compartieran sus experiencias. Alguien en la audiencia comentó que debería ser una experiencia intensa escuchar la voz del Padre nuevamente y en el mismo lugar donde se encontraban con él tan frecuentemente durante los años del exilio. Una de las madres respondió simple y espontáneamente: “¡Sí, nos dan ganas de llorar!” Una y otra vez enfatizaron que se sentían atraídas hacia el Padre porque él presentaba las verdades de nuestra fe y la pedagogía del matrimonio y la familia de una forma que tocaba y formaba vida. Por el amor que inspiraba en su noble humanidad, uno quería poner en práctica lo que aprendía y convertirse así en una mejor persona.
Fortaleza para toda la semana
Hubo un momento en el que una de las madres compartió que, cuando era una joven madre, le gustaba asistir a la misa en alemán que oficiaba el Padre los domingos en el sótano de la parroquia de San Miguel. Aunque no entendía alemán, la sola experiencia de estar en la presencia del P. Kentenich y experimentar el poder de su predicación y celo interno era suficiente “para darle fortaleza para toda la semana”.
Después de un refrigerio, el Símbolo del Padre fue llevado al Santuario del Exilio. Ahí, con una oración, inició la adoración del Santísimo, que continuó toda la noche y el día siguiente, como todos los días 17 y 18 de cada mes. La reunión se cerró con la renovación de nuestra Alianza de Amor.
Creemos que nuestro Padre y Fundador estuvo en verdad presente con nosotros en este “lunes por la noche” tan significativo y que se debe haber sentido muy feliz.
Traducción: Eduardo Shelley, Monterrey, México
