JMJ, Roberto M. González •
Para quienes tenemos la gracia de vivir en Schoenstatt, o como es mi caso a 80 km de Vallendar, sabemos lo bonito que resulta poder venir de visita al Santuario Original, pero también somos testigos de que luego de la pandemia, la cantidad de personas y grupos que pasan por aquí ha disminuido. —
Eso ha cambiado en estas últimas dos semanas, ya que desde hace unos meses, grupo tras grupo de las juventudes masculina y femenina, han ido solicitando alojamiento en Schoenstatt, antes de la JMJ en Lisboa, han llegado cerca de 450 jóvenes.
A raíz de esto, desde el Santuario Original y desde la central de peregrinos han organizado las diferentes guías y encuentros para estos grupos. Se celebró una misa internacional con la mayoría de todos los grupos presentes y un festival de música y danza para cerrar la noche, no sin antes renovar la alianza de amor en el Santuario Original.
Como si fuera 1914 nuevamente
Particularmente lo que más me ha llamado la atención, y de manera muy positiva, es que muchos de los jóvenes que han pasado por aquí, son las nuevas generaciones de Schoenstatt, muchos de ellos en edad de colegio e inicios de edad universitaria, en quienes sus ojos brillaban de alegría y emoción en encontrarse por primera vez con el Santuario Original.
Tanto fue y es la emoción, que ni la lluvia y ni las tormentas de estos días del “verano” alemán, impidieron que siguieran recorriendo cada santuario, visitando y preguntando por las diferentes historias de los rincones conocidos y no tan conocidos de Schoenstatt.
Ellos verdaderamente se han puesto en camino, para encontrarse con el origen del movimiento y dejar sus capitalarios llenos de esperanza, alegrías, dudas y pedidos, como si fuera 1914 nuevamente.
Rumbo al encuentro con el Papa
Hoy ya las misas y las casas han vuelto a su normalidad y tranquilidad. Para quienes no podemos ir a la JMJ, nos quedamos con una linda imagen y el sabor de lo que se vivirá allá, deseando, por supuesto, que un nuevo encuentro suceda aquí en el lugar de origen, donde los estaremos esperando a todos con los brazos y, por sobre todo, con los santuarios abiertos.
En estos días, la esquina del adiós, que el padre Kentenich recorría con quienes dejaban Schoenstatt rumbo a la guerra, volvió a ser realidad, pero esta vez a la sombra del Santuario Original, de donde han salido sin demora, para ir al encuentro con el Papa en Lisboa, y sembrar las semillas que caerán en este encuentro.