Publicado el 2017-07-03 In Santuario Original

Experiencia sacerdotal de la Alianza de Amor

BRASIL / ROMA, P. Rodrigo Ríos, de la Arquidiócesis de Maceió, Brasil •

Cuando niño, mi madre me llevó una vez a la Iglesia y dándome un escapulario de regalo, me dijo que Nuestra Señora del Carmen era mi madrina y me cuidaría. Esa imagen permanece en mi mente como la entrega de una madre a otra Madre. Así, fui siempre acompañado por esa mirada sencilla y bella. En mi juventud, formando parte de un grupo de jóvenes, recuerdo que hacíamos la consagración a la Virgen de los Placeres, patrona de mi Arquidiócesis, el sábado del novenario. Era un entregar los futuros y proyectos a la que nos podría ayudar tanto. Al entrar en el camino vocacional, como diácono, hice la consagración a través del método de San Maximiliano Kolbe, a partir de un amigo sacerdote que pertenecía a un Instituto con un carisma dedicado a este santo.

Este sacerdote me mostró una nueva cara del Movimiento

Al llegar a Roma para hacer una Maestría en Comunicación Institucional, tuve la grata satisfacción de percibir que los sacerdotes de mi curso eran bastante marianos, en especial el querido amigo P. Rolando Montes de Oca, un cubano de gran corazón. Yo ya conocía la espiritualidad de Schoenstatt a partir del Movimiento Madre Reina (Campaña de la Virgen Peregrina), muy fuerte en el Brasil, mi país de origen, pero este padre me mostró una nueva cara del Movimiento, volcada a la fraternidad de los sacerdotes diocesanos. ¡Eso me dejó encantado!

En una mañana de espiritualidad mariana, en el Santuario Cor Ecclesiae en Roma, el P. Rolando me habló sobre la Alianza de Amor y el Capital de Gracias. Allí conocí las propuestas de este proyecto y algo me tocó profundamente: la experiencia con la Virgen María era hecha como una Alianza, en la que yo ofrecía algo como en un contrato, solicitando su protección y dones especiales. ¿Cuál sería el don que yo podría entregar? ¿Cuáles ser mis esfuerzos, mis sacrificios para esto? Esta novedad allí presentada llenó de paz mi corazón, pues veía en aquel proceso una forma de autoeducación y esto sería un modo de estar más cercano a la Virgen, pues a su ejemplo, tendría sus actitudes.

Mi amigo cubano me hizo la invitación para hacer la Alianza de Amor

Entonces mi amigo cubano me hizo la invitación para hacer la Alianza de Amor. Para mí, esa acción tendría un significado especial. Celebrábamos el Jubileo de 300 años de Nuestra Aparecida en el Brasil y el Centenario de las apariciones en Fátima, Portugal, devociones a las que estoy particularmente ligado.  Consciente de ser este un año mariano, me propuse hacer un recorrido más intenso con la Virgen María, a través de visitas a santuarios dedicados a ella, la oración de las mil Ave Marías, el oficio de la Inmaculada Concepción, retiros personales y diversas otras iniciativas. La Alianza sería entonces una dar a la Virgen María ofreciendo algo que para mí sería de gran esfuerzo personal, para que las gracias fueran abundantemente derramadas. Pero, ¿cuál sería esta oferta?

Haciendo una lectura espiritual de mi historia, discernía entonces lo que sería. Así, escribí y recé en el momento de la Alianza:

«Mi Madre querida, lo que me encantó en la propuesta de Schoenstatt fue realizar una Alianza de Amor contigo con algo que puedo ofrecer y así comprometerme con la consagración. Te digo que el signo de mi oferta será mi sí en obediencia a la Santa Iglesia. Lo que me pidas, por más difícil que sea, me propongo dar asentimiento, de forma libre y abnegada. En cada sí, renovaré mi consagración a ti, pues la haré recordando que no estaré solo, consciente que tu presencia me acompañará en cada misión destinada a mí.

«La catedral del Sí»

Siempre he tenido dificultades con la obediencia, pues me independicé muy temprano y en la estructura jerárquica eclesial en que vivo decir sí a ciertas misiones para mí, es muy costoso. Vi en esto que debería ser educado y confiado en la presencia materna de la Virgen María, y que podría ser más abnegado y lanzarme a los proyectos que me confiaran. Sería una señal de compromiso sincero.

Sin saber de aquello que había escrito y preparado, en la celebración de la Santa Misa, el P. Rolando habló sobre las experiencias de sufrimiento del padre José Kentenich y dijo: «¡estamos en el Santuario Original, en lugar del Fiat, donde podríamos decir, la Catedral del Sí!” Allí, contextualizó el sentido de la entrega del Padre Kentenich y cuántos frutos dio su obediencia a la Iglesia.  Vi en este momento la acción del Espíritu que es capaz de conocer la profundidad de nuestro corazón. Entendí que mi oferta era agradable y sería una señal.

Todo esto ocurrió el 27 de junio…

Todo esto ocurrió el 27 de junio de este año, hace pocos días. Descubrí posteriormente que esta es la fecha de la muerte del Diácono Joao Luiz Pozzobon, brasileño iniciador de la Campaña de la Virgen Peregrina.  Vi la mano de Dios en la elección de este momento.

Concluyo afirmando cuánto estoy feliz con ese nuevo tiempo. Observo cuánto, la presencia de la Mater me da seguridad en este camino sacerdotal. Nuestra permanencia aquí es breve y la realidad del cielo ya la puedo sentir, en esta mirada mariana que me acompaña y tanto me ama.

A continuación, una poesía que hice el día anterior:

 

Mirada materna

Cuando miro hacia ti, oh María,
¿Qué veo?
Veo tu simplicidad en el servicio a los demás
Admiro tu silencio que guardaba todo en el corazón
Me conmueve con su maternidad que todo lo hizo para tu Hijo.
¡Cuántos en estas generaciones te han proclamado bienaventurada!
Hoy la profecía también se cumple en mí
Al mirar hacia ti te proclamo llena de ventura
Y me uno a tantos que te honran con su vida.
Quiero acercarme más y más de ti
Envolverme en tu manto que cubre mis dolores
Dejando me ser amado inmensamente
Y así acogido retribuir en el contacto con los otros
Me siento guardado por tu mirada.
¿Y qué ves, oh dulce María?
Un hijo sediento de amarte y alabarte
Un hijo que descubrió la fuerza de ser educado por madre tan tierna.

 

 

 Foto de cabecera:  A la derecha  Rodrigo, el que da el testimonio.

Original: Portugués, 2.7.2017. Traducción:  Kikito Vazquez, Asunción, Paraguay

 

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