por Felix Geyer •
«Toma nuestro amor, nuestra fidelidad, nuestro sí. Para el Schoenstatt de los nuevos cien años. Eso es lo que representa esta antorcha”. Así se escuchó durante la celebración de la Vigilia del Jubileo 2014 en la gran arena de peregrinos. El fuego, que los jóvenes habían traído desde Italia y que encendió las velas de los peregrinos y el fuego en la gran fuente, se convirtió en el símbolo de esa noche y de nuevos comienzos. Pero por sobre todo, es una promesa: quien encendió su vela, tomó la antorcha o prometió en el santuario “Mater, aquí estoy”, mira ahora hacia atrás agradeciendo la historia, pero no se detiene, sino que da el siguiente paso hacia el futuro.
Frente a la cruz en la plaza de peregrinos del Santuario Original, se encuentra ahora la silueta del corredor y la gran fuente del fuego del Jubileo. Ambos elementos representan este comienzo…y mucho más.
Paralelos con Roma
La silueta del corredor es el positivo de una figura que los jóvenes de la primera carrera de antorchas en el 2009, colocaron en Belmonte. “Shine your light”, haz brillar tu luz, y lleva el mensaje que han recibido al corazón de la Iglesia: ese fue el hilo conductor espiritual que motivó a los jóvenes en ese momento. El positivo, o sea la figura del corredor que fue cortada de una pieza de acero, estuvo presente para la apertura del Año del Jubileo en octubre del 2013 sobre el escenario y simbolizó el comienzo hacia el jubileo de los 100 años. Tal como el Jubileo en Roma y en Schoenstatt tuvo sus dos lugares centrales, al igual se encuentra la misma figura del mismo material, pero con diferente orientación en ambos lugares. En Schoenstatt : “¡en dirección al santuario!”, en Roma: “¡en salida hacia el mundo!”.
Dirección santuario
La figura del portador del fuego bajo la cruz, corre en dirección al santuario. Allí se llevan las peticiones, allí hay encuentro y se siente el hogar. El santuario no tiene como objetivo ser un fin en sí mismo, sino es un encuentro necesario para plasmar la vida diaria y el mundo. El corredor, que mira hacia el santuario, nos habla de esta doble dirección: el mundo llega al santuario, para que algo del santuario pueda llegar al mundo.
Una tarea permanente: en salida
Para que esto pueda suceder, para que este cambio se realice en cada uno de nosotros, y por ende también a nuestro alrededor, se necesita un “siempre de nuevo”. Partir siempre de nuevo, encender el fuego siempre de nuevo, buscar los encuentros siempre de nuevo. Cuando este signo en salida, la figura del corredor con la antorcha y la fuente de fuego, se prenda una y otra vez en los próximos meses, nos recordará, será testigo y nos exhortará a ponernos en salida.
Toma nuestro amor, nuestra fidelidad, nuestro sí. Para el Schoenstatt de los nuevos cien años. ¡Eso es lo que representa esta antorcha!
Original: Alemán. Traducción: Tita Andras, Viena, Austria