Publicado el 2015-08-23 In Santuario Original

La respuesta está en el Evangelio de la misericordia: Once refugiados sirios y afganos en Schoenstatt

Schoenstatt, Maria Fischer –  entrevista al Padre Franz Widmaier

La próxima Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado, el 17 de enero de 2016, fue puesta hace pocos días por el Papa Francisco bajo el lema: “»Emigrantes y refugiados nos interpelan. La respuesta del Evangelio de la misericordia». Un mensaje que el Padre Franz Widmaier ya ha asumido hace mucho tiempo. Durante años, cada vez que en Schoenstatt ponía el tema de los emigrantes y refugiados sobre la mesa, él se sintió como la voz solitaria que clama en el desierto, declaró el 21 de agosto pasado a schoenstatt.org. “Y entonces llegó el Papa Francisco y lo primero que hizo fue viajar a Lampedusa. Y desde entonces habla una y otra vez sobre los refugiados, de que el mar Mediterráneo no puede convertirse en una enorme tumba y de que nosotros tenemos una responsabilidad por estas personas”. Y después de una breve pausa, continúa: “Por eso, aprecio tanto a Francisco y me alegro tanto de que le tengamos como Papa”.

Un viaje tras las huellas del apóstol Pablo – con consecuencias

CIMG1141Hace más de cuatro años, el Padre Franz Widmaier organizó una peregrinación a Siria tras las huellas del apóstol Pablo. Los medios de comunicación ya informaban entonces sobre la guerra civil, pero los peregrinos no percibieron nada de aquello. “Todos los lugares que visitamos estaban tranquilos”, relata el Padre Widmaier. Y sobre el terror del Estado Islámico no se notaba absolutamente nada. “Aquel viaje abrió mi corazón para Siria”, dice el Padre Widmaier. Inmediatamente después de esta experiencia, llevó a los primeros jóvenes de Siria a Schoenstatt, para trabajar por un tiempo como voluntarios en el Centro de peregrinos, una decisión que hoy día se ha mostrado más que providencial. Muchos de aquellos jóvenes que pasaron un tiempo en Schoenstatt, han estudiado en Alemania, algunos se han quedado cuando la situación en Siria se agravó, trabajan en Alemania como médicos, y ayudan siempre como intérpretes de los refugiados que han encontrado alojamiento en el antiguo estudiantado de los Padres de Schoenstatt junto al Santuario original.

Se embellece una casa para refugiados de Siria y Afganistán

¿Refugiados en Schoenstatt? Lo que durante mucho tiempo fue un deseo de algunos schoenstattianos, a los que les había llegado al corazón el llamamiento del Papa Francisco de ir a las periferias (o de poner las periferias en el centro), de repente se hizo concreto en el Adviento de 2014, cuando realmente se preguntó a Schoenstatt como lugar de primera acogida para refugiados que necesitaban un techo durante los meses de invierno. “El rector Zillekens ofreció la Casa de la Alianza, y también se barajaron otras casas, pero por desgracia finalmente no resultó nada de todo ello debido a la normativa contra incendios”, dice el Padre Widmaier. En vista de los incendios en alojamientos de refugiados en varias zonas de Alemania, él también considera que el tema de la protección contra incendios es hoy día una prioridad. Pero cuando se ofreció el antiguo estudiantado de los Padres al municipio de Vallendar, los responsables lo aceptaron con alegría. Y así, donde antes se preparaban hombres jóvenes para el sacerdocio y su tarea como Padres de Schoenstatt, viven hoy once hombres entre 17 y 30 años de edad de Siria y Afganistán. Antes de que llegaran, la casa fue “puesta en condiciones” por muchos voluntarios (Hermanas marianas, familias, Señoras de Schoenstatt), explica el Padre Widmaier. “Allí se fregó, se limpió a más no poder”, y entonces con reconocimiento y emoción, continúa: “Todo se hizo y se acondicionó realmente con amor.” Con amor. En una época en que se arremete contra los refugiados, en la que estalla la violencia contra ellos y en la que, en algunos alojamientos, imperan condiciones insoportables, se acondiciona con amor una casa para ellos. “Los schoenstattianos también han entregado muebles, ropa de cama, mantas y han cuidado de que haya suficiente vajilla”.

Con dos bolsas de plástico y nada más

Entonces se instalaron los primeros. “Llegaron con dos pequeñas bolsas de plástico y nada más”, dice el Padre Widmaier. “Eran dos sirios, con bolsas de plástico. Y realmente nada más. Dentro llevaban todo lo que tenían.” Después llegaron jóvenes de Afganistán. “Tenían una mochila, una mochila muy pequeña, nada más. Realmente no tenían nada”.

¿Cómo se entienden los refugiados, en total 11 hombres jóvenes, cuatro sirios y siete afganos? “Algunos de los sirios saben algo de inglés”, según el Padre Widmaier. Algunas veces los antiguos voluntarios traducen del árabe.

El idioma es un gran anhelo del Padre Widmaier: “Uno recibió el permiso de residencia y tenía miedo cuando vio ese papel, no entendía que podía alegrarse por ello”.

Todos estudian alemán. Una de las Frauen de Schoenstatt y otros dos voluntarios les dan clases de alemán. “Ellos quieren aprender, quieren poder entenderse, quieren trabajar aquí, no quieren ser una carga”, dice el Padre Widmaier. Igual que para los jóvenes sirios les precedieron y para los que Alemania hace tiempo que se ha convertido en su patria. No quieren volver a Siria, volver a las bombas, a los secuestros, a las granadas, el miedo permanente. Uno de ellos le dijo al Padre Widmaier: “Mi padre no quiere irse de Siria. Hace un par de días cayó un misil en su casa. Los vecinos de la casa de al lado murieron. El ha sobrevivido porque estaba en el otro extremo de la habitación. Pero no quiere irse. El cierra el agujero de la pared y se queda. Y yo tengo mucho miedo por él”.

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23 de agosto: refugiados y voluntarios de Siria y Afghanistan cerca del Santuario Original

Ropa, bicicletas, comunicación

Después de un llamamiento en la iglesia de peregrinos, se reunieron nueve bicicletas. Por mediación de la Hna. Marié Munz, que atiende a algunos refugiados en la zona, la policía les dio unas clases. Querían aprender a montar en bicicleta en Alemania.

¿Qué más necesita usted para los refugiados?, pregunté espontáneamente. «Ropa, pero cosas buenas, lavadas, vaqueros y camisetas, es decir, lo que llevan los jóvenes”, responde el Padre Widmaier.

Después nos cuenta que está preparando un hotspot, para que los jóvenes puedan comunicarse con sus familias en Siria, en Afganistán o en los campos de Turquía, y para poner en funcionamiento la traducción automática de las conversaciones con ellos a través del traductor de Smartphone.

Porque amamos a Jesús

El Padre Widmaier sabe cuánto e alegran estos jóvenes cuando les visita. Entonces resplandecen de alegría. “Su hospitalidad es tan grande. Siempre te ofrecen algo cuando llegas, un té y algo que hayan cocinado, muy sencillo, pero para ellos es muy importante ofrecer algo a quien les visita”.

El les acompaña a las consultas de los médicos, les escucha todo lo que puede, les elogia porque han arreglado todo en torno a la casa y todos los días barren la acera. Esto causa buena impresión, cómo mantienen todo en orden.

“Yo encuentro que Jesús es simpático”, dice uno de los jóvenes. “¿Hay aquí también misa?”, pregunta otro un domingo por la tarde. “Esta mañana la hubo en la iglesia de peregrinos”, le responden. “Pero esta tarde hay también a las seis”. Cuando por la tarde fui a la estación, para recoger a alguien, vi cómo volvía a la casa desde la iglesia de peregrinos. Por tanto, había ido a misa”, dice el Padre Widmaier. Una vez le preguntaron por qué él y los demás schoenstattianos hacían todo eso por ellos. “Porque amamos a Jesús”, respondió él. A veces es tan sencillo. “Nuestra fe no es algo para mí, tenemos que anunciar a Jesús. Transmitirlo”.

Porque amamos a Jesús.

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Fotos: P. Franz Widmaier, Rami Ahmarani

Original: alemán. Traducción: Rodolfo Monedero, Memhölz, Alemania

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