Publicado el 2011-10-25 In Columna - P. José María García Sepúlveda

Arquitectura de Alianza

Amelia Peirone. ¡Exultante! debería decirse que está el corazón del siervo de Dios Mario Hiriart, si lo descubrimos preparando el año jubilar 2014, bajo el lema “Tu alianza, nuestra misión”. Seguramente, lo siente como un llamado urgente e ineludible al cual sólo desea decir sí. De cierto, lo recibe como inspiración a construir, a poner por obra, a realizar. Sería tal cual como lo hizo el padre y fundamento de la familia, eso que recoge la oración del jubileo centenario sobre: “La fe providencial del padre Kentenich te motivó a construir una casa en Schoenstatt”.

Un aporte de Mario Hiriart a la preparación del Jubileo de la Alianza de Amor

Mario Hiriart sacaría inmediatamente las consecuencias del ‘construir’: Significa: ser fiel al fundamento que hace posible que exista la familia… fiel a la idea de transformar la capillita en un lugar de peregrinación… fiel a la decisión por la más intensa santidad alcanzable; fiel al fundador, que nos transmitió la alianza… y a renovar en mi vida diaria lo que hizo fecunda la primera alianza: capital de gracias, santuario, espíritu de José Engling. Por supuesto, hay que ser ágil y hasta hábil para adaptarse a nuevas circunstancias”. (26.10.1963)

Era octubre de 1963, meses antes de morir. Siendo ingeniero, sin embargo, había entendido “clarito como el agua clara” que esa cuestión planteada, la de la fidelidad a la alianza, no trataba para nada de planificación, sino de construcción. Lo curioso es que ya lo había entendido el mismo día que estuvo “sin entender mucho de qué se trataba”, y de la cual los recuerdos eran algo borrosos, es decir, la tarde de su primera alianza: “Esa tarde del 29 de mayo de 1949, 8 Caballeros del Santo Graal nos arrodillamos ante tu altar, en tu santuario -el altar era provisorio, no el definitivo, pues no poseía todo el tablero de atrás, no había aún comulgatorio, la capilla no estaba estucada por dentro-”. Tal vez no se dio cuenta, pero el ingeniero de fraternidad, construyó y construyó… la arquitectura de una alianza.

El asunto apuntaba y era un tema de ‘casa’: “Madrecita, verdaderamente quisiera corresponder a un amor tan hermoso el tuyo, con mi alianza de amor. Como san Juan, recibiéndote en mi casa, recibiéndote en mi corazón como Madre… recibiéndote a ti, recibo también la sangre de tu Hijo, me convierto en su cáliz, en cáliz vivo de Cristo ¡concédeme la gracia de vivir así mi alianza hasta las últimas consecuencias!”. (22.8.1958)

1. Parcela por labrar

Para levantar una casa, con amor, se busca un lugar predilecto donde enclavarla, de modo que perdure y sea una lumbre donde todos quieran acudir porque son atraídos hacia ella. Ese terreno debe ser preparado. Normalmente, se limpia, se desmaleza, se alisa, y se empieza a ver distinto el panorama.

La parcela del corazón de Mario tuvo que ser laborada para asegurar las bases del edificio: “Es claro que jamás iba a la misa de 6.30 -que ya en 1951 se puso en boga. Pero creo que tuve una especie de virtud moral en mi fidelidad a todo lo que se hacía por ti, Madrecita; rara vez falté a una reunión del grupo o de generación, a una asamblea importante en Bellavista, a pláticas, etc. y cuando comenzó a introducirse la peregrinación de los días 18 de cada mes, también iba. Fue una actitud ética… tenía una cierta conciencia vaga de haber adquirido un compromiso frente a ti; y, esa actitud fue el comienzo y el mejor seguro de un sano y serio desarrollo de mi alianza de amor personal contigo”. (16.8.1957)

Para que nadie se sienta descorazonado, incluso el día mismo de la acción de alianza, le ocurría que: “Sobre el 29.05.49 sólo puedo decir una cosa: que fue un regalo de tu amor que yo no comprendí, ni sentí… ¿Qué significó para mí en ese entonces? Hice, pues, la consagración simplemente porque los otros la iban a hacer, por seguir la corriente… Pero eso no representaba mucho interiormente para mí”. (29.5.1959)

Y la lucha continúa: “Un punto débil… pensaba en una alianza en la que también yo soy un copartícipe fuerte. En 1952 recién comprendí que era necesario entregarse a ti como instrumento; antes ponía el acento en lo que yo debía realizar… era la actitud del que no se entrega todo, sino la de aquel que todo calcula y mide: falta de simplicidad, Madrecita… me faltaba ser perfectamente instrumento”. (29.8.1957)

2. El terreno

Toda casa se afinca en un lugar preciso, se localiza, de lo contrario, sería una tienda de campaña, un toldo de fin de semana, pero aquí se construye una propiedad que es lugar de pertenencia. Esto ya se lo había planteado el joven ingeniero. “¿Por qué mi alianza de amor contigo en Schoenstatt, Madrecita, y no en ninguna parte o en otra parte? Concretamente, en Bellavista… Por sobre todo, esto significa ‘en el santuario’… Tú lo sabes muy bien: en la medida en que me ligué a él me fui haciendo de veras schoenstattiano. Es lógico: el cáliz tenía que llenarse en una fuente de gracias”. (3.11.1957)

3. Requiere arquitecta

Levantar una construcción pide que haya alguien que sepa hacerlo verdaderamente, sólo así será segura y duradera. Una alianza no es cosa menor, requiere alguien experto y nadie descubrió todavía, ni descubrirá, quien sepa más de esto que… Dios mismo y la humana María. Así es que: “¿Cómo interpretar mi alianza de amor? Es claro, clarísimo como el agua clara… No te escogí yo a ti, Madrecita, sino tú me escogiste a mí, pero de una cosa estoy enteramente seguro: no fui yo quien por propio impulso fui allá e hice mi consagración, sino que tú me llevaste, tú me escogiste con un rasgo de tu generosidad maternal”. (29.5.1959)

“La alianza de amor contigo, tal como la sellamos aquel 29.5.1949… fue una elección de parte tuya, y en la respuesta fui yo más bien arrastrado por la actitud de otros, sin entender mucho de qué se trataba. ¡Hoy no entiendo mucho más, tampoco! Pero una cosa creo entender con suficiente claridad: que si miro a mis propias fuerzas, me abandona toda esperanza, pero cuando vuelvo hacia ti mis manos las veo colmadas con tus bienes”. (7.5.1962)

4. Material de construcción

Esta casa que se construye necesita materiales que confluyan de las mejores canteras, eso la hará inexpugnable. Se trae iniciativa divina y se suma respuesta humana. “Se trata de una alianza de amor: te ofrezco, con todas mis incapacidades y limitaciones, mi amor, toda, absolutamente toda mi capacidad de amar; y tú, en retribución, me das un amor muchísimo más grande, pues no te dejas vencer en generosidad, y me regalas con las gracias merecidas por tu divino Hijo, el transformarme con ellas, a pesar de toda mi debilidad y miseria” (29.5.1959).

“En esa ocasión, Madrecita, no comprendí de qué se trataba, qué sucedía con ese acontecimiento. Hoy sí lo comprendo, y veo la trascendencia que tuvo, para mi propia vida y para la de tantos otros… Tengo que agradecerte que me eligieras como tu instrumento: ciego porque no sabía hacia dónde iba, ni lo que tú querías de mí, ni el futuro que me destinabas… Lo único que sí puedo hacer es entregarte toda mi vida, en todo sentido, sin ninguna clase de restricción: ser indiviso, enteramente para ti. Y junto con ofrecerme a ti, te ofrezco a todo el Movimiento. ¡Madrecita, cuida de tu obra predilecta!” (29.5.1957)

5. Asientan fundamentos

Mario mismo está dando las primeras brazadas para cavar la tierra y afirmar los cimientos escondidos e imprescindibles. “Aquel 29 de mayo de 1949… fue, sin duda, la elección, por parte de Dios, de los que él quería para ser fundamentos de la juventud masculina schoenstattiana en Santiago” (29.5.1961). “La trascendencia de ese día… ese día, nos convertimos en los primeros que sellaron la alianza de amor contigo en tu santuario recién inaugurado: ese día fuiste tú atraída con suave violencia hacia Bellavista” (29.5.1957). “Por eso, con mayor razón nos preguntamos hoy acerca del espíritu de familia, a fin de construir hacia el futuro sobre los más sólidos cimientos.”

6. Piedra en piedra, uno a uno

Sólo las casas provisorias se arman rápido con paneles prefabricados. Las duraderas se alzan despacio, ensamblando piedra a piedra. Es así, que miraba en la perspectiva justa nuestro Mario de reciente alianza, viendo: “La necesidad de una entrega heroica a la alianza de amor vivida en las cosas pequeñas” (23.7.1957). “Todos los actos y acontecimientos de la pequeña vida diaria son convertidos en actos de alabanza, agradecimiento, cooperación y unión a Dios por su ofrecimiento… incorporados al sacrificio de Cristo; pero entregarlos en manos de la Mater es el mejor seguro de participar con ello en el sacrificio del Cuerpo místico, pues ella es, por así decirlo, la ‘ecónoma’ de las gracias”. (4.3.1958)

Y “si comprendemos bien y si vivimos nuestra alianza, poco a poco caeremos en la cuenta de que se extiende hacia todas las personas del mundo natural y sobrenatural. Comprenderemos y sentiremos que, a través de esa alianza, quiere el Padre celestial llevarnos a vivir esa verdad que conocemos con el nombre de Cuerpo místico de Cristo; que él quiere llevarnos a ser uno en Cristo, así como él y el Hijo son uno”. (19.5.1962)

7. De vivienda a Hogar

La casa es hogar porque vive la familia. “¿Dónde hay familia? Allí donde hay: hogar – padre y madre – hermanos (hijos, niños). La divina Providencia quiso regalarle todo esto a Schoenstatt, precisamente para convertirnos en una auténtica familia; aún más, para darnos la posibilidad de convertirnos en un modelo de familia, en un arca de salvación del espíritu de familia, en una época en que, entre todos los vínculos que ligan naturalmente al hombre, los de la familia parecieran ser los más brutalmente destrozados. Nos dio un hogar cálido, acogedor…”.

Allí se reconocen unos a otros en lo que cada uno es, viviendo en amplia relación y abiertos a nuevas llegadas. Esto ocurre cuando se entiende el origen de tal apertura y convivencia: “Habiéndonos amado, nos amó hasta el fin…’ ¡imposible que fuera más hasta el fin, más extremo y completo! Este misterio del amor de Cristo que nos redime con su sangre, Madrecita, es el que simboliza el cáliz de Getsemaní y del Gólgota: contiene todo el amor redentor de Cristo a los hombres. Comienzo a comprender mi ideal en su esencia como una alianza de amor con tu Hijo, la cual nace y se apoya en mi alianza de amor contigo en tu santuario”. (2.8.1957)

Todo es compartido porque cada bien se recibe con la voluntad de crear el bien común, ensanchando el recinto personal. “Por la realidad de nuestra alianza, tú haces traspaso de tus derechos y deberes de Madre a la familia… Surge una relación estrechísima y muy real de maternidad y filialidad, entre la familia y yo, y con pleno derecho puedo llamarme su hijo. Pero más que derechos, ello trae aún deberes: sobre todo, derecho y deber de amar la familia y a través de ella… extender mi alianza de amor”. (17.7.1959)

La alianza-casa se amplía y nunca queda estrecha para recibir nuevos habitantes: “Quiero vivir cerca de ti, Madrecita, ofrecerte como máximo regalo de mi alianza contigo, mi consagración: no sólo por tu familia schoenstattiana en general, sino en particular por tu familia de Hermanos, a la cual en tu amor inmenso me llamaste; por la realización de su misión quiero ofrecerte toda mi vida, y también toda mi muerte”. (23.7.1957)

Y la expansión de la alianza no soporta dejar nadie afuera: “Madrecita querida, quisiera construir una auténtica alianza de amor con mis alumnos, o, más exactamente, enlazarlos a ellos en mi alianza contigo, y pedirte que tú implores para esa mutua alianza la fecundidad de los dones del Espíritu Santo”. (2.4.1962)

8. Mesa común

En la casa se nutre para vivir y salir al anchuroso mundo con energías recuperadas. “En esa oportunidad, nos encontrábamos todos juntos en torno a la mesa familiar… Recordamos qué dijo [nuestro pastor] de su impresión al entrar a nuestro santuario: el mismo ambiente de recogimiento que sintió al entrar por primera vez al santuario original en Schoenstatt… y en este mismo comedor nos invitó a ser uno en el amor, a ser un modelo de unión familiar”.

En la mesa común se aprende que el alimento no es un asunto externo que se recibe o se concede, es uno mismo que ha de ser “verdadera comida y verdadera bebida” para otros: “Tú tomas mis bienes materiales y espirituales, y te entregas tú misma en compensación, con la superabundancia de tus gracias; la única dificultad reside en que yo acepte de hecho, y no sólo de palabra, tal trueque, ¡no permitas que mi alianza contigo quede sólo en el papel; hazla una auténtica y profunda realidad, aunque con ello me exijas hasta la última gota de mi sangre!”.

9. Alma de Alianza: Fidelidad

Mario estaba lejos cuando, cada día, emprendía un viaje a su hontanar: “Trasladándome espiritualmente al santuario de Bellavista, pido la gracia de la fidelidad a la alianza… tal como la sellé el 29.05.49 en el santuario; fidelidad aún en medio de las más grandes dificultades y sufrimientos” (14.5.1962). “Madrecita, el camino se hace mucho más llano si se llega a comprender y vivir intensamente la realidad de las relaciones que, por la gracia y a través de la alianza, se entablan.”

Y si impregnara, como si fuera el olorcito del pan bueno hecho en casa, “más mi vida subconsciente… de que, en virtud de la alianza de amor y ejercitando lo único que me pertenece: mi libre voluntad, te he escogido como mi Madre y me he sujetado a ti y puesto bajo tu protección como hijo, y tú palpablemente has aceptado esa entrega mía y has cuidado maternalmente de mí”. (17.7.1959)

“Madrecita querida, haz mi alianza de amor profunda, seria, vital, viviente y ágil hasta en el último minuto del día… Es una gracia, y de todo corazón te la pido: ejerce aquí tus deberes de Madre para conmigo, dame la vida del alma, cura mis pequeñas enfermedades (1.9.1959). Por ello, quisiera dejarme traspasar de la fidelidad a ti, conservar puro, probado y lozano ese amor filial que tú supiste encender en mí”. (30.7.1959)

10. + Madre + Padre

Mario reconoce que la alianza, realizada en el naciente santuario, le trajo todo: “Nos dio una Madre llena de bondad, con un corazón que rebosa de amor maternal”. “Nos dio un padre. Casi nos atreveríamos a decir que nos regaló en exceso paternidad. Nos la dio visiblemente a través de una figura tan paternal que nos hace presentir la presencia de un Dios Padre. Por eso, con gusto aprendemos a mirar y sentir como paternal a toda autoridad, y actuar filialmente frente a ella -concretamente, las autoridades de la Iglesia, y llegamos a sentir la Iglesia como una auténtica Madre que nos da la vida-”.

De allí, se abre nítida la vía para ver las consecuencias: “Nuestra alianza es la de un niño con su Madre: imagen hermosa del niño que pretende ayudar a su madre a llevar una pesada cesta, y más estorba que ayuda; pero la madre se siente muy contenta con eso”. “Estoy seguro de que en la medida en que sea más filial en mi alianza de amor contigo, seré también más paternal en mi alianza de amor con todo el Cuerpo místico”. (29.8.1957)

11. Siempre un jardín

El terreno de la alianza de Mario y sus compañeros, tuvo una geografía concreta, Bellavista: “… Quienes conocieron este lugar en los años siguientes a la construcción del santuario, lo han visto poblarse no sólo con árboles y flores, sino sobre todo con almas que aspiran a la santidad”. (19.5.1962)

Nada que subsista más en la memoria, que los juegos de los hijos en el jardín de la casa, y justo en éste había una magnífica reina flor: “Surgió un Movimiento juvenil vibrante, alegre, lleno de vida y entusiasmo… que cantaba del ‘corazón antártico de Chile’ entregado en alianza de amor a María, la ‘Rosa de Peñaflor, Rosa bermeja’… Todos vivíamos en ese espíritu de entrega, de amor comunitario, de alianza…”.

12. Alta escuela

Se aprende en casa todo lo que serán los cimientos del vivir y del crecer, alto y firme, y también lo que servirá de alero a tantos otros, que van y vienen por las calles, fuera de casa: “Madrecita mía, tú traspasas a Dios enteramente todo lo que yo te entrego, eso es seguro; pero yo no soy todavía capaz de prolongar mi amor filial a ti, hacia aquellos de cuyo amor el tuyo es un reflejo maravilloso. Edúcame, para que sea capaz de amar, con una partecita de tu amor inmenso, a todos y todo lo que tú amas. Y enséñame, aún más, a mantenerme fiel a este amor, aún si fuera a costa de los mayores sufrimientos” (30.7.1959). “Sí, hoy… debiera meditar en la profundización de la alianza de toda la familia y también en mi alianza personal. Debo hacer de estas meditaciones una alta escuela del amor”. (17.10.1959)

13. Mi casa es mi mundo

Hay un punto cimero en relación a la casa, y es cuando el habitante de la casa ‘quiere’ estar en ella, regresar a ella, anhela estar en casa, simplemente porque todo lo importante y nuclear de la propia vida está allí. Un universo está presente en ese sitio. “Mi alianza de amor contigo en tu santuario trajo la total transformación de mi vida entera. Nada ha quedado como antes. Estos años me han abierto un mundo nuevo. Creo que puedo decir con entera sinceridad que Schoenstatt se ha hecho mi mundo entero, un mundo inmenso y maravilloso, del cual vivo y para el cual vivo. Toda mi vida, Madrecita, no tiene ahora razón de ser sin la capillita, tú en ella, nuestra alianza de amor, nuestro fundador, la familia toda. Tú me lo has dado todo, quiero a mi vez devolvértelo todo: ‘todo cuanto pidas, Madre, te lo doy’…” (18.10.1957)

Bien vale hoy esta pregunta de apertura del vigente faro de Mario: “¿Cuántos tenían conciencia de que se trataba de un llamado de Dios a nuestra patria, para que este lugar se transformara en un hogar espiritual para muchos?” (19.5.1962)

14. Ventanas de par en par

Ya puede abrir todas las ventanas, no habrá amenaza de ladrones, ni se podrá destruir lo que está fundado y ha echado raíces en el mundo de casa. “Nuestra alianza de amor no es puramente algo personal, sino que nos incorpora a una familia; y nuestra vida de alianza con María redunda en bien o en perjuicio de todos aquellos que en cualquier parte del mundo han sellado también esa alianza. Con nosotros y por nosotros vive la familia: su vida depende de mi vida; su alianza depende de mi alianza”. (19.5.1962)

“Amar a Cristo ha de traducirse en la recepción frecuentísima de los sacramentos y en la unión a su Cuerpo místico, en su vida privada y pública, en su pasión, muerte y resurrección gloriosa. ¿Llegué a compenetrarme de que mi alianza de amor contigo, Madre, ha de traer por consecuencia tal unificación con tu divino Hijo?” (8.6.1960)

15. Una fuente

El agua que salta, corre, bautiza, y sacia es el recurso seguro para que toda vida se desarrolle. Al centro de las casas familiares es primordial abrir una fuente: “Mi alianza de amor contigo asciende por tus manos… mi corazón sobre tu corazón es el cáliz que lleva a Cristo.” Pero “Madrecita, el cáliz para llenarse de lo sobrenatural necesita de una fuente de gracias”. Y porque no hay otro modo para “mantenerme en la fuerza pura, probada y lozana del ‘primer amor’, y para centrar a otros también en la fuente de gracias específicas de Schoenstatt; y, sobre todo, para ayudar a construir mi familia de hermanos en el mundo entero, en la fuerza original de la alianza”. (26.10.1963)

Todo eso “Lo encontré en tu santuario… Toda la historia de mi vida no es sino un recibir gracias de ti, a través de tu capillita. No quiero que esto sea sólo historia pasada, sino presente y futura. La irrupción de gracias desde el santuario será mi continuo alimento espiritual: sin esas gracias, sin santuario, sin mi alianza de amor contigo, no puedo ser cáliz portador de Cristo” (5.11.1957). “Transfórmame en un niño, un cáliz-niño, colmado de la presencia de Cristo… lleno de alegría por ese milagro diario que se opera en mi corazón, y que me permite poco a poco ir encaminándome a la realización de los designios eternos de Dios Padre”. (15.6.1959)

16. La luz de la casa

Es esto que llamamos “espíritu de familia”. “Es el lazo de amor que une y entrelaza… Lo que en la familia natural es un vínculo nacido de la carne y elevado al plano de lo espiritual, en nuestra familia nace de un vínculo aparentemente más tenue, pero que se fundamenta sobre la fuerza más real que existe sobre la tierra y que pueda actuar entre los hombres: la de la gracia”. (19.5.1962)

Más patente y necesaria es la luz cuando brilla entre las sombras o cuando éstas avanzan: “Madrecita, la unión interior, la actitud abierta del alma ante la gracia, el dejarse elevar hacia el cielo en tus manos como un cáliz, todo eso que constituye la más íntima esencia de la alianza de amor…, no ha sido suficientemente desarrollado en mí”. (29.10.1960)

La llave maestra está en “tomar más clara conciencia de que por mí mismo nada puedo… Te pido con insistencia, con la íntima convicción y fe segura de que sólo la gracia puede transformarnos… (28.6.1959), y con la confianza en que tú realizarás esa misión no sólo a pesar de mi pequeñez, sino gracias a mi pequeñez y a través de ella”. Esto lleva a Mario a decidir que “toda mi vida ha de pender del santuario como de un hilo, como de un cable salvavidas”.

17. Jubileo de 100 años: Bodas de hueso

¡Cosas curiosas se guardan en la casa! como eso de celebrar bodas y calendarios. Es sabido que un aniversario es la fecha en que se cumple un número exacto de años desde un suceso importante. Se instauró la tradición de entregar a los esposos un regalo en las memorias de bodas. Es símbolo de mayor fortaleza en la relación. Cada año, los obsequios se confeccionaban con diferentes materiales, desde los más frágiles como el algodón o la seda, a los más sólidos como el titanio o el diamante. Pues bien, a los 100 años le llaman “Bodas de Hueso”, porque designa el amor compenetrado para siempre.

Imposible no sentir el soplo de aquellas palabras del origen: “El hombre exclamó: ‘¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!… serán una sola carne’.” (Génesis 2, 23-24). La juntura de carne, hueso, hogar, marca la familiaridad enraizada y abierta.

Mario amaba celebrar con su Aliada este signo visible de ser familia y estar en casa. Iba contando: “Hoy es el 11º aniversario de mi primera consagración, la primera alianza estrechada contigo en el santuario de Bellavista, entonces recién inaugurado… estoy anhelante de dar mi vida por esa alianza de amor y por todo Schoenstatt, te pido positivamente que tomes mi vida para ese fin” (29.5.1960). “Hoy es el 12° aniversario… ¿tengo conciencia de lo que eso significa, de todo lo que tú me diste, y de todo lo que tienes derecho a exigirme en virtud de esa alianza? (29.5.1961). “Hoy es el 14º aniversario… Me preguntaba si muchas veces la aparente falta de resultados no reside en que yo no he llenado mi parte, no hice como Cristo, no tomé la parte de la cruz… ¡Si entendiera mis consagraciones a la luz de esa realidad sobrenatural!”. (29.5.1963)

Mario nunca olvidó un aniversario. Estaba pendiente de esto porque todos los días eran para él, un reciente inicio. El último tenía que ser donde lo llevó la fidelidad a la alianza: “Estamos en el santuario esperando la misa del padre Fundador… entra puntualmente a las 5.50 horas. Es mi primer encuentro con él, ¡desde 1952!.. Terminada la santa misa… renuevo mi consagración de hace 15 años atrás”. Viernes 29.5.1964, Milwaukee.

18. La casa sobre roca

“¿No hay, entonces, real derecho a considerar la fidelidad a ese llamado inicial como una gran gracia? Sí, no sólo el derecho, sino también el deber; y por consiguiente, el deber de poner absolutamente todo lo posible de nuestra parte no sólo para conservar, sino acrecentar el tesoro espiritual que esa primera elección trae consigo… En este sentido quisiera sentirme especialmente responsable… (29.5.1961), contribuir a que se difunda tu alianza universal con los hombres; para que desde estos santuarios, atraigas corazones juveniles y los llenes de idealismo, los hagas aspirar contigo a la santidad, los transformes, los renueves, los colmes con tu gracia…” (11.4.1964)

Así es, toda misión se construye y eleva arquitectónicamente para sostenerse bien,
y requiere tener un alma para permanecer viva en los siglos, un sentido:
“Tu Alianza”… esa es nuestra misión.

1 Responses

  1. Argentina dice:

    ¡Muchas gracias por este EXCELENTE aporte en el año de la corriente del Santuario! Que este testimonio de Mario Hiriart nos impulse a todos a CONSTRUIR con mucha más fidelidad y fortaleza el Santuario del corazón para acrecentar el capital de gracias de los Santuarios filiales, para conquistarlos donde no los haya y para que el Santuario Original sea finalmente la CASA edificada por cada miembro de la Familia internacional de Schoenstatt.
    Que cada uno viva intensamente su alianza como MISIÓN. Y que también cada uno pueda preguntarse: ¿a qué renuncio por amor a esta misión? ¿que lugar ocupa Schoenstatt en mi vida? ¿o ES MI VIDA?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *