Publicado el 2010-02-27 In Columna - P. José María García Sepúlveda

El aporte que hacemos nosotros a la Iglesia somos nosotros mismos

La respuesta somos nosotrosFrancisco Grondona, Diego Asili, mkf. ¿Cuál es el aporte de Schoenstatt a la Iglesia en el marco del 2014? «Nosotros mismos, como movimiento renovado», responde el Padre José María García. A un año de la Conferencia 2014, Diego Asili y Francisco Grondona lo entrevistaron a fondo sobre el significado del centenario de la Alianza, la preparación al mismo y el aporte de Schoenstatt a la Iglesia y la sociedad. En este tercera parte de la entrevista (primera partesegunda parte) el intercambio gira en torno al mensaje hacia la Iglesia y la renovación de la Alianza de Amor el 18 de octubre de 2014 como expresión de la renovación de Schoenstatt. La entrevista completa se puede escuchar en mp3.


D: La salida a la Iglesia… ¿Cómo el 2014, este Jubileo nuestro del Movimiento de Schoenstatt, va a ser significativo para la Iglesia?

Entrevista con el P. José María GarcíaP. José María: Nosotros somos Iglesia. Partiendo de esa base, nosotros no tenemos que salir a la Iglesia porque nosotros estamos en la Iglesia. Si nosotros no estuviéramos en la Iglesia, no nos entenderíamos. No somos un grupo ajeno a la Iglesia.

Nosotros queremos aportar a la renovación de la Iglesia. Si somos un Movimiento de renovación, nuestro aporte para renovarla está en que nosotros seamos un Movimiento renovado. El aporte que hacemos nosotros a la Iglesia somos nosotros mismos. Por eso les decía ayer a un grupo de jóvenes con el que me encontré: «El producto que Schoenstatt tiene para ofrecer a la Iglesia son sus miembros en primer lugar». Ellos son los que encarnan y hacen presente en forma creíble aquello que estamos anunciando. El mensaje de la Iglesia hacia el mundo son los cristianos. Eso es lo que lo hace creíble. Evidentemente que tiene que haber una reflexión, una conceptualización de ese mensaje, pero lo que renueva a la sociedad son los protagonistas que encarnan ese mensaje. Entonces, ¿cómo es nuestro mensaje hacia la Iglesia, dentro de la Iglesia de la cual nosotros formamos parte? Es justamente un Movimiento renovado en el espíritu, un Movimiento de renovación en el Espíritu del Señor. La Mater lo que hace es formar hombres y mujeres que están abiertos a la voluntad de Dios para su tiempo, y eso es tremendamente renovador… y con vocación de servicio, es decir, allá donde la Iglesia institucionalmente concebida necesita, quiere o demanda de fuerza renovadora, ahí tendrían que estar los schoenstattianos. Respondiendo no a una visión estratégica de visión o poder sino de vocación de servicio, que es lo más mariano que hay. El rol de Schoenstatt dentro de la Iglesia es lo que la Santísima Virgen presenta en su visita a Santa Isabel: Ella va a servir a su prima Santa Isabel cuando lo necesita… y lleva lo que tiene. Canta el Magnificat, en el fondo, como constatación de lo que Dios ha hecho en Ella, y ese espíritu es lo que se traduce en una acción de servicio. Así es como nosotros haremos nuestro aporte a la renovación de la Iglesia.

Sería de mucha arrogancia decir que nosotros vamos a renovar la Iglesia. Quien renueva la Iglesia es el Espíritu Santo. Nosotros somos, si estamos abiertos, instrumentos del Espíritu Santo. Solamente porque tengamos ideas bien formuladas no vamos a renovar nada.

La renovación ocurre en la fuerza del Espíritu, y el carisma del Padre, su misión, que es un regalo que recibió sin duda del Espíritu Santo, va a ser efectivo en la medida que Schoenstatt lo viva y lo transmita como tal, que sea un instrumento como María al servicio de esa Iglesia que tiene un misión que es de todos, y sin la cual nosotros no tenemos ningún sentido. La formulación más sucinta del carisma de Schoenstatt es el «Dilexit Ecclesiam» del Padre; cuando nosotros formulamos el carisma de la Iglesia, del cristiano, diciendo que el Verbo de Dios se encarnó y que Jesús en la cruz nos redimió, que es como la expresión básica de nuestro carisma como cristiano. Lo más sucinto es que «Cristo es el Señor», y nosotros podemos formularlo también. En Schoenstatt, nuestro carisma, lo que le da la gracia a nuestra Alianza, es el «Dilexit Ecclesiam», ese «Amó a la Iglesia», y la Mater nos regala la Alianza por el amor a esta Iglesia que tiene que llevar a una misión.

F: En conclusión, tiene que ser el despertar de toda la Familia y hacer que el 2014 no sea una celebración sino un Jubileo, haciéndolo Jubileo cada uno, tomando conciencia de lo que es, y proyectarlo a futuro, a algo concreto, algo que tenga un sentido.

D: Una renovación interior y de ramas para hacer algo significativo, propio, por eso es importante armarlo desde ahora y no esperar hasta último momento.

P. José María: Siendo un proceso de vida, el proceso es lento, y tiene que ser, como decía el Padre, orgánicamente desde dentro hacia fuera. Nosotros creemos en eso. Vamos a hacer todo lo posible para que de dentro hacia fuera ese Jubileo se vaya dando. Pero es renovación de la Alianza de Amor, renovación en el espíritu. La renovación de la Alianza no es algo automático.

D: No, renovarlo de verdad, reavivar la llama.

P. José María: Exactamente, y una renovación para un Jubileo es volver a colocar en orden las cosas de la Familia, tomar conciencia, ver qué es lo esencial, qué es lo que está de más, dónde hay desorden… Eso es lo que hace un Jubileo. Uno no va con la ropa común a un Jubileo, uno se pone lo mejor que tiene, pero que es de uno, uno no se disfraza para un Jubileo.

F: El desafío está en que este Jubileo no sea sólo el 2014, porque uno tendría que tener esa renovación constantemente.

P. José María: Pero son los momentos de gracia. En la conducción de Dios, hay momentos de mayor «densidad de vida». Son momentos donde la vida se condensa, se agrupa y se toma conciencia de sí mismo, pero no para convencerse de lo que ya se está convencido, ni para ratificarse en lo que todos ya saben, sino para renovarse y proyectarse en las nuevas situaciones en las cuales está inserto y ese es el gran regalo del 2014. A mí lo que no me gustaría es que nos quedáramos simplemente en una lectura desde la comisión, de organización, que es un gran desafío porque realmente nos faltan los medios de acuerdo a la celebración que nosotros nos imaginamos. En eso es importante un ejercicio de toma de conciencia, de realismo, con qué medios disponemos, pero eso no es lo importante ni lo fundamental. Lo importante y lo fundamental sigue siendo esa vida renovada que la Mater nos quiere regalar y, por lo tanto, el Jubileo es un gran momento en el que hay que hacer en primer lugar una lectura religiosa, como se hizo en la jornada de planificación: ¿Qué es lo que Dios quiere?» Y después una lectura muy honesta desde un punto de vista humano en el sentido de decir: ¿Cómo estamos? En ese diálogo entre la gracia y la naturaleza – «Nada sin Ti, nada sin Nosotros» – se gesta una alegría jubilar, un momento de celebración jubilar. Es como la dinámica interna. Ahora, tenemos que definir el proyecto: ¿cómo lo vamos a hacer?, ¿dónde nos vamos a juntar?, etc… Eso todavía está por delante y lo tenemos que conversar en un encuentro que vamos a tener en mayo. Pero lo importante, sin lo cual eso no tendría ningún sentido, es la vida real de la Familia y la conciencia de renovarnos en la Alianza para los nuevos tiempos, como decía el Padre.

F: ¿Cómo se puede motivar a las Familias que se encuentran más estancadas?

P. José María: Siempre va a haber grupos que sean más protagonistas que otros. No porque sean más poderosos, en el sentido de más medios, o porque puedan tener más influencia, porque dentro de la estructura están así concebidos. Aquí se va a imponer la vida más fuerte. Si somos creyentes de que esa vida viene de Dios, no hay que tomarla como una amenaza para otros sino que la vida enciende vida. Esa vida que puede venir de la Juventud Femenina por ejemplo, grandes corrientes encarnadas en la Juventud Femenina que son capaces de renovarse ellas y ser referentes, puede provocar que la Juventud Masculina se despierte y que en lugar de hablar mucho, hagan más, por ejemplo. La vida puede venir de un rincón o de otro y no sentirlo como una amenaza, sino sentirlo como un regalo que nos motiva a despertar o generar lo propio, o a veces a ser llevado por lo propio. En esto también el servicio a la vida requiere de mucha humildad también. Hay que ver dónde la vida está más fuerte y a esa vida darle espacio sin dejar de lado los otros espacios más débiles, más incipientes, menos desarrollados, porque también, de Belén, que era la ciudad más pequeña, es de donde surgió el Mesías.

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