Publicado el 2014-09-27 In Comunicación

Cuando Dios me encuentra en las escaleras o en el supermercado

ALEMANIA, mda. «En nuestras ciudades y en nuestros pueblos hay hombres valientes y otros tímidos, hay cristianos misioneros y otros dormidos. Y hay muchos que están buscando, aunque no lo admitan. Cada uno está llamado, cada uno es enviado. Pero no está dicho que el lugar de este llamado sea sólo el centro parroquial; no está dicho que el momento sea precisamente durante un agradable acontecimiento parroquial, el llamado de Dios puede alcanzarnos en la cadena de montaje o en la oficina, en el supermercado o en el ojo de una escalera, es decir, en los lugares de la vida diaria.»- dijo el Papa Francisco a los obispos austriacos el año pasado. En el nuevo sitio web «confiar en Dios» (en alemán www.gott-vertrauen.net) usted encontrará no sólo mensajes del Papa Francisco, sino también una gran cantidad de relatos acerca de experiencias con un Dios con el que uno se puede encontrar, en el ojo de la escalera, camino a clases de flauta o en la autopista.

Mi hijo de tres años me dijo: «Lo siento tanto por ti, mientras nosotros estamos en la guardería, en la escuela o en el trabajo, tú siempre estás sola», de pronto su mirada se dirige hacia la cruz en nuestro rincón de oración, él me sonríe y dice: «no, tú nunca estás sola, el buen Dios siempre está contigo».

Cuando mi madre hace muchos años supo que tenía cáncer, ella dijo que nunca hubiera pensado que su temor frente a la muerte le haría perder tan rápido su fe. Sin embargo, ella nunca dejó de rezar y suplicar, finalmente y gracias a su confianza en esa fuente de gracias, logró superar ese momento difícil.

Era marzo y la naturaleza se veía aún fría y gris. Yo estaba embarazada de nuestro primer hijo en el quinto mes, cuando iniciaron las contracciones. Después de dos semanas en el hospital, parecía que ya nada más se podía hacer para detener el parto.

Me llevaron en ambulancia a un hospital más grande el que contaba con una unidad neonatal. Todo pasó tan repentina y rápidamente que yo no sabía lo que me estaba pasando. Antes del transporte me dieron un tranquilizante y luego partimos.
Acostada en la ambulancia solo podía ver el cielo gris a través de la ventana trasera.

Durante el recorrido oraba por nuestro hijo, para que todo salga bien y le pregunté a Dios: «¿Estás ahí?» Poco después, la ambulancia se detuvo en una intersección y a través de la ventana pude ver la rama de un cerezo en flor. A veces, el buen Dios le sonríe a uno directamente.

Desde mi llegada al hospital no tuve más contracciones. Después de unos días de observación, me suspendieron la medicación y tres semanas más tarde pude regresar a casa.

Y aunque el parto de todas maneras se adelantó con seis semanas, nuestro hijo llegó sano, animoso y amado con todo el corazón.

Tres de más de una docena de historias sencillas, personales y reales que la gente cuenta en su mejor estilo de narrativa (storytelling) cuando responden a la pregunta: ¿Existe aún la confianza en Dios?

«Storytelling» o mejor dicho lo que la Biblia ya hace

Cualquier persona que hoy en día quiera lograr algo en el mundo de productos y comunicaciones corporativas, no puede evitar su paso por un seminario profesional de storytelling. Storytelling no es otra cosa que narrar o contar historias. En lugar de hablar sobre hechos abstractos y/o justificaciones apologéticas, se trata simplemente de narrar: No necesariamente acerca de los inicios de una empresa en algún garaje o la historia de una camarera que no puede darse el lujo de tomar un día libre cuando su hijo esté enfermo, sin caer en la ruina financiera… Y de hecho, si alguien piensa ahora en Steven Jobs o Barack Obama ya ha oído estas historias. Storytelling no es algo nuevo, sólo nuevamente descubierto, para oponerse por un lado a la avalancha de información y por otro a la teoría y repetición de ideas, con algo que llegue a la persona de manera íntegra, a su mente y su espíritu. Esto ya lo vemos en la Biblia. Casi no existe un seminario de storytelling que no sea una reminiscencia a la potencia narrativa de los relatos bíblicos del antiguo y del nuevo testamento. Sólo la iglesia en el transcurso del tiempo fue perdiendo su confianza en el poder de la narración de historias y la comunidad narrativa se fue convirtiendo en una empresa de enseñanza, tal como lo menciona el gran investigador jesuita Dr. Eckhart Bieger. A partir de la experiencia personal e incuestionable de alguien que narra y con la que transmite verdad y valor, se discutía, se justificaba, se atacaba y se defendía una determinada doctrina. Desde su fundación el Padre Kentenich basó el concepto de comunicación de Schoenstatt en la narración de historias, no sólo por la fuerza que trae esta consigo, sino más bien por la libertad que se brinda a los oyentes o televidentes. «Qué bien por él, digo yo como oyente y me alegro porque la una u otra cosa también le hace bien al que narra, y me siento libre de hacer lo mismo o no, y no a tomar una decisión impuesta externamente para que así sea. Y me digo: qué hermoso, esto también sería algo como para mí, entonces tomo mi decisión, mi propia decisión interior, y esta tiene poder y me lleva y me hace aún más libre». Dice el Padre Tilmann Beller, el gran descubridor de la narrativa del Padre Kentenich.

«Una vez, en la diócesis que tenía antes, escuché un interesante y hermoso comentario: Se hablaba de una anciana quien toda su vida había trabajado en la parroquia. Y alguien que la conocía bien, dijo: esta mujer nunca ha hablado mal de nadie, nunca ha hecho caso a habladurías, siempre tenía una sonrisa en el rostro”. ¡Una mujer así podría ser canonizada mañana!, dijo el Papa Francisco durante la última audiencia general.

Siguiendo la misma línea de narración de historias nace el nuevo sitio web del proyecto: “confiar en Dios” (en alemán GOTTvertrauen).

Confiar en DIOS concretamente

DIOS no está en algún lugar muy lejos en el cielo, él está aquí conmigo. Camina el camino de mi vida conmigo. Él está en mi vida, en mi vida cotidiana. Puedo contar con él. Y puedo confiar en él.

Esto es lo que los iniciadores -un grupo de schoenstattianos en alianza con Dios Padre, alianza que selló el Padre Kentenich en 1966 en el santuario de Schoenstatt en Colonia- quieren en el sentido más verdadero de la palabra llevar por las calles a través de las historias del sitio web “confiar en DIOS” .

Historias como esta:

El otro día cuando me dirigía a una cita en la prisión de Hamburgo, miré mi coche y pensé: ¡que audaz!, exhibir por las vías públicas y aparcamientos «confiar en Dios». En realidad, sólo quise pegar el adhesivo «confiar en Dios» para una foto. Y al final, seguro la gente piensa: quien conduce un coche de este tipo, seguramente necesita confiar en Dios.

Por otro lado, el Papa Francisco quiere que vayamos por las calles, así que voy llevando “confiar en Dios” por todas partes… por ahora. Además, el adhesivo es muy difícil de despegar.

Otro día por la carretera, adelanté a un camión de Austria, una compañía de camiones con un anuncio en el costado: «Con XXX en buenas manos – por todos los caminos» Y en la parte trasera del mismo: Con la bendición de Dios todo se encuentra.

El adhesivo se queda.

www.gott-vertrauen.net

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Cuando Dios me encuentra en las escaleras o en el supermercado

ALEMANIA, mda. «En nuestras ciudades y en nuestros pueblos hay hombres valientes y otros tímidos, hay cristianos misioneros y otros dormidos. Y hay muchos que están buscando, aunque no lo admitan. Cada uno está llamado, cada uno es enviado. Pero no está dicho que el lugar de este llamado sea sólo el centro parroquial; no está dicho que el momento sea precisamente durante un agradable acontecimiento parroquial, el llamado de Dios puede alcanzarnos en la cadena de montaje o en la oficina, en el supermercado o en el ojo de una escalera, es decir, en los lugares de la vida diaria.»- dijo el Papa Francisco a los obispos austriacos el año pasado. En el nuevo sitio web «confiar en Dios» (en alemán www.gott-vertrauen.net) usted encontrará no sólo mensajes del Papa Francisco, sino también una gran cantidad de relatos acerca de experiencias con un Dios con el que uno se puede encontrar, en el ojo de la escalera, camino a clases de flauta o en la autopista.

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