Zukunft

Publicado el 2022-02-13 In Temas - Opiniones

Lo quiero todo, o tal vez prefiera tener sólo algo

M. B. Oelschner, Alemania •

Lo quiero todo / No quiero ser un espectador / Quiero hacer algo yo mismo / Y saber siempre por qué / No voy a ceder / Lo quiero todo. Esta vieja canción de Gitte (álbum: Ungeschminkt, 1982) me viene a la mente cuando reflexiono sobre los resultados de la votación del Synodaler Weg (Camino Sinodal) sobre las cuestiones del sacerdocio femenino: En el documento final del «Camino Sinodal», cerca del 81% -tanto de laicos como de obispos- votó a favor del sacerdocio de las mujeres, y cerca del 79% votó a favor del diaconado de las mujeres.

Que no habrá sacerdocio para las mujeres en la Iglesia Católica Romana en un futuro previsible está claro. El Papa Juan Pablo II no dejó ninguna duda al respecto en su Carta Apostólica. Evidentemente, esta puerta sigue cerrada por tiempo indefinido. ¿Por qué agitarlo desesperadamente según el lema «lo quiero todo»?

Suficiente tiempo para interminables retrasos

¿Pero no se está acabando el tiempo para las iglesias locales de Europa y América Latina? ¿Es realmente prudente, desde el punto de vista pastoral, centrarse en el sacerdocio para las mujeres cuando existe la posibilidad de los «viri probati», es decir, la ordenación sacerdotal para los hombres casados probados?

No se ve afectada la ley de igualdad ante Dios del hombre y la mujer: el teólogo pastoral y director ejecutivo de Misereor de larga data, Josef Sayer, se refiere a la tan citada Epístola a los Gálatas sobre la igualdad de todos y dice sin rodeos: «Desde este punto de vista, me parece francamente ridículo que no se permita a las mujeres leer el Evangelio en la misa o que no se permita a las mujeres bien formadas predicar».

Discusiones desde hace más de 100 años

Por supuesto que tiene razón, dicen la mayoría de las mujeres, al menos en los países de habla alemana. Pues la cuestión del diaconado de las mujeres se discute desde hace más de 100 años, al menos en Alemania. Por ejemplo, la «Asociación de Mujeres Diáconos Católicos» existe desde 1908. Santa Edith Stein dijo lacónicamente: «Dogmáticamente, me parece que no hay nada en contra».

El Concilio Vaticano II consiguió al menos establecer el «diaconado permanente para los hombres». Pero cuando se trata del diaconado para mujeres, las cosas se ponen difíciles – ¡y no sólo desde el punto de vista del derecho canónico! Es cierto que, entretanto, no sólo los teólogos, sino también los laicos interesados, saben que ha habido mujeres diáconos desde el principio de la Iglesia. Se hace difícil cuando se trata de la cuestión de saber cuáles eran las tareas en el pasado y por lo tanto también para el futuro. Al parecer, el Papa Francisco ha querido poner fin a las disputas teológicas creando una Comisión Teológica sobre esta cuestión.

Se reunió por primera vez en 2016 – pero hasta el día de hoy los expertos en teología no tienen certeza sobre si la ordenación de mujeres como diáconos «fue una ordenación con la misma forma y finalidad que la de los hombres», dijo el Papa el año pasado, añadiendo que la comisión había discrepado especialmente con respecto a la sacramentalidad de la ordenación de diáconos. Sin embargo, al mismo tiempo animó a la comisión -con un poco de impaciencia- a continuar su trabajo. La profesora de dogmática Margit Eckholt, sin embargo, considera decisivo saber si el diaconado de las mujeres adoptaba simplemente la forma de una bendición o la del sacramento de la ordenación.

Barbara Hallensleben, también profesora de dogmática y nombrada en la comisión por el Papa Francisco, es muy reservada. Al igual que otros teólogos, señala las diversas fuentes históricas, que no son nada claras, y prefiere hablar de «diaconía». Esto podría entenderse como todos aquellos que «ponen su vida al servicio de la Iglesia y pueden ejercer un ministerio de liderazgo, hombres y mujeres, en virtud de una vocación reconocida por la Iglesia».

El Papa abrió las puertas de la Iglesia de par en par con su carta «Querida Amazonia«, en la que proponía que las cuestiones importantes se discutieran y decidieran también en las Iglesias locales. Así que ¡luz verde para el Camino Sinodal! Esto se aplica a esta cuestión y también a los sudamericanos que se quejaron durante el Sínodo de la Amazonia de que el cristianismo se estaba prácticamente evaporando por falta de personal.

misiones

Las misiones del Movimiento de Schoenstatt en Argentina, Paraguay, Chile y otros países latinoamericanos llegan a comunidades sin sacerdote

El Culto Divino – una administración de la escasez

Pude atestiguar brevemente esto hace unos años: el Padre Filippo se había propuesto atender a los más pobres. Para él, esto incluía a los leprosos que habían sido expulsados por la sociedad y que vivían escondidos en pequeñas aldeas a lo largo del Río Mamoré. Sus invitados alemanes no tuvieron inconveniente en realizar un viaje «romántico» en una vieja casa flotante hacia Guajamarín. Cuando el barco ancló cerca de una aldea el sábado por la tarde, los niños y las mujeres no tardaron en llegar. Cuando Don Filippo explicó entonces que quería celebrar la Santa Misa con los habitantes del pueblo el domingo por la mañana, la confusión fue total: muchos sacudieron la cabeza en diciendo: «No, imposible». Finalmente, una mujer se animó y resolvió el misterio de por qué esas negativas cuando dijo: «No puede ser, ¡ya hemos tenido una misa este año!».

¡Una misa al año! Nunca lo olvidé, aunque el obispo Eugenio Coter, administrador apostólico de Pando, supera fácilmente esa afirmación. Habla de parroquias que no tienen misa desde hace 18 años. Los catequistas, a menudo mal formados, hacen lo que pueden para mantener una especie de «cristianismo de base». Las diaconisas no podrían celebrar la Santa Misa, pero podrían dar la comunión y administrar sacramentos como el bautismo, el matrimonio y la unción de los enfermos. Qué campo tan amplio también para nosotros las mujeres del Movimiento de Schoenstatt…

Misiones in Paraguay

Misiones en un área rural de Paraguay

Original: alemán, 13.02.2022. Traducción: Juan Eduardo Villarraza, Paraná, Argentina

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1 Responses

  1. Juan Eduardo Villarraza dice:

    Es interesante el artículo, es un aporte más a la discusión y a las propuestas que se pueden hacer en este camino sinodal, aunque este tema es uno en el cual no estoy de acuerdo con la autora.
    Las razones son muchas, pero quisiera resaltar tres:
    1.- Como bien explica el artículo, el Papa San Juan Pablo II ya se pronunció sobre el tema, por lo que la vía del Magisterio ya se ha expresado al respecto de la ordenación de mujeres al sacerdocio (no olvidar que el diaconado es un grado del Sacramento del orden.) La Tradición tanto en Oriente como en Occidente no registra casos de sacerdotisas o diaconisas. Las Iglesias Ortodoxas y las no-calcedonianas no lo hacen ni han hecho tampoco. Como bien se resalta en el texto, la figura de las diaconisas tampoco es clara y no hay argumentos concluyentes al respecto. Por último, es interesante notar que en la Sagrada Escritura no se menciona que Cristo haya instituido apóstoles mujeres ni hayan los apóstoles ordenado presbiteras o diaconisas. Surge entonces la pregunta, ¿dónde está la fuente de la Revelación que sugiera algo al respecto? Si ni Escritura, Tradición ni Magisterio lo mencionan.
    2.- ¿Es realmente menos la mujer en la Iglesia porque no hay diaconisas ni sacerdotisas ? ¿No es esto una forma de clericalismo? Después de todo, María la Madre de Dios, la Inmaculada y más excelsa que todos los apóstoles y ángeles y santos no lo fue, pero no por ello es menos. Creo que realmente hay que valorar más el rol del laicado y de los sacramentos de iniciación Cristiana, por el cual somos un pueblo sacerdotal.
    3.- Lo que está por de fondo es una mirada muy racionalista e ideologizada, una claudicación al mecanicismo, como dijera el Padre Kentenich que separa idea y vida, hombres y mujeres, laicos de sacerdotes, etc. Más que elevar y llevar el mundo hacia Dios, aceptando aún aquello que a ojos humanos «cuesta aceptar», se prefiere adecuar la fe a lo que un porcentaje de la gente le gustaría escuchar.
    En adición a esto se me ocurre pensar: ¿Qué hacemos por la pastoral vocacional? ¿Cómo se les presenta a los jóvenes la vida sacerdotal y misionera? Los laicos, ¿nos aventuramos a misionar ad gentes entre nuestros pueblos que ya no creen? Porque, tanto Alemania como Argentina y otros países ya no tienen casi cristianos activos y que realmente crean y sean testimonio de fe.
    Espero que este aporte ayude a la sinodalidad, a la Iglesia y a una mayor búsqueda de evangelizar y ser parte del carro de Victoria de la MTA, como decía el Padre Fundador.

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