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Publicado el 2021-02-21 In Temas - Opiniones

Schoenstatt debe ser refundado

Enrique Soros, Estados Unidos •

¿Qué tiene que ver la comunidad de destinos, de misión y de corazones en la refundación de Schoenstatt? El P. Kentenich afirmaba que Schoenstatt debería ser refundado cada 50 años. Tal expresión obviamente no es absoluta. Si en el mismo espíritu dijéramos que Schoenstatt debería ser refundado todos los días, intuyo que el P. Kentenich nos diría: “Entendieron el punto”.

Carta del P. Kentenich a la Familia de Schoenstatt para Navidad de 1965

Armé un grupo “broadcasting” de Whatsapp con personas que pueden estar interesadas en artículos que me parecen relevantes para Schoenstatt, a quienes envío muy pocos enlaces a los mismos. Uno de ellos fue la carta que escribiera el P. Kentenich desde Roma a la Familia de Schoenstatt el 13 de diciembre de 1965, después de que se levantaran todos los decretos del Santo Oficio en su contra, y antes de la audiencia con el Papa Pablo VI.

Jardín de María y la visión de la Candelaria

En dicha carta, el P. Kentenich expresa pensamientos esenciales, profundos, íntimos, trascendentes. En su primer párrafo hace referencia a las vivencias de la Familia de Schoenstatt en torno a la Navidad de 1941, cuando surgió la corriente del Jardín de María, por la que la Familia de Schoenstatt eleva su grado de entrega a Dios, pidiendo por la liberación del fundador. Esto une los corazones entre sí, y al Padre. Al percibir el P. Kentenich el grado de entrega de la Familia y profunda unidad de corazones, tiene una certeza interior de que sería liberado, y el 2 de febrero de 1942, día de la presentación de Jesús en el templo, también llamado día de la Candelaria, escribe el Cántico de gratitud, que comienza con el verso ¡Cayeron las cadenas!

Si bien sería liberado después de tres años de cautiverio en el campo de concentración de Dachau, se supo posteriormente que en realidad estaba destinado a ser enviado al campo de exterminio de Mauthausen, y que el 2 de febrero en Berlín se tomó la decisión de deportarlo al campo de Dachau. El P. Kentenich no fue liberado inmediatamente, pero lo trascendental para él fue el crecimiento interior de la Famillia de Schoenstatt, en entrega y santidad y en comunidad de destinos, de misión y de corazones. A esta corriente se la llamó “visión de la Candelaria”. Desde el final de los años 40’ la visión de la Candelaria expresa también la intención de que los schoenstattianos comprendan la profunda espiritualidad de Schoenstat, y también que esta comprensión llegue a los obispos y al Papa.

El mensaje por Whatsapp: No hay excusa

Antes de que enviara el mensaje por Whatsapp, se sentó mi hijo Martín junto a mí y le leí el mensaje que incluiría como presentación de la carta del P. Kentenich a la Familia de Schoenstatt. En el mismo yo expresaba: “¿Vivimos una comunidad radical de destinos, de misión y de corazones? Solo si la vivimos radicalmente, podremos ofrecer nuestro carisma original a la Iglesia”. E hicimos Martín y yo un examen de conciencia. ¿Hay una persona que no incluimos en esta comunidad? Enseguida nos miramos y mencionamos a alguien que con sus actitudes nos deja muy impotentes. Y tardamos un segundo en concluir que también esta persona pertenece a nuestra comunidad de destinos, de misión y de corazones. No podemos excluir a nadie. Todos debemos estar allí.

Actualidad de la visión de la Candelaria

No voy a ahondar aquí en la carta mencionada, dado que podemos leerla por nuestra cuenta. Pero transcribo cómo continúa: “En el centro (de la prisión bajo los nazis; del exilio y ambas liberaciones) se halla el ‘milagro de la Nochebuena’ y la ‘visión de la Candelaria’. La Familia está hondamente compenetrada del significado de ambos acontecimientos, por lo que, es superfluo hacer consideraciones al respecto”.

Han pasado 55 años desde que fuera escrita. Quizás hemos estado muy ocupados en temas pedagógicos, misioneros, sociales, organizativos, eclesiales, filosóficos, teológicos, y muchos de nosotros hemos puesto en un segundo plano -si es que lo hemos puesto-, lo que el padre llama “en el centro”.

Al respecto del mensaje por Whatsapp, las respuestas no se hicieron esperar, y varias personas compartieron conmigo que, al igual que Martín y yo, estaban haciendo “sus tareas” ante el mensaje radical que exige la comunidad de destinos.

Decía un sacerdote que si el Evangelio de Jesús nos hace sentirnos simplemente bien y no nos incomoda, es que su mensaje no está llegando a nuestros corazones. Si no nos quita de nuestra zona de confort, es que no le dejamos actuar en nuestras vidas como Él quisiera, para liberarnos.

Schoenstatt debe ser refundado hoy mismo

Schoenstatt debe ser refundado. Hoy mismo debemos refundarlo. ¡Pero no! No se trata de llamar a los grandes pedagogos, teólogos, psicólogos, estrategas… para efectuar un perfecto análisis a los efectos de que cambien los otros. La visión de la Candelaria no trató en primer lugar de lo externo, sino de procesos radicales internos de cada uno, de elevar el grado de entrega al máximo, y de profundizar las relaciones comunitarias en cuanto a nuestro común destino, misión y unidad de corazones.

Es bueno contar con especialistas en todos los campos, pero lo único que Dios nos pide es un amor radical. La sabiduría es un don gratuito que debe estar a su servicio. Y no existe entrega radical sin anonadamiento y amor a la cruz. El Papa Francisco nos enseña que no hay humildad sin humillación. No lo sabía, y es verdad.

Sabemos que el carisma del Papa Francisco tiene mucho en común con el del P. Kentenich. Ambos buscan las voces de Dios en el tiempo, el alma y la voz del ser. No vendrá mal recordar los “cuatro principios esenciales” del Papa (Nota editorial: puntos tomados del Capitulo IV de Evangelii Gaudium, La dimensión social de la evangelización, parte III: El bien común y la paz social [217-237]):

La unidad prevalece sobre el conflicto: Trabajando en la unidad, los conflictos se resuelven más rápido

El tiempo es superior al espacio (EG 222-225): No debemos obsesionarnos con pretender resultados inmediatos, lo que implica también no ponernos en el rol de Dios, de querer resolver todo uno mismo, adelantándonos o reemplazando así al actuar de Dios. La paciencia logra buenos resultados.

La realidad es más importante que la idea (EG 231-233): Trabajar más en transformar nuestra propia realidad, que en dar soluciones de escritorio, fieles a ideas y principios, pero que no encajan con la realidad concreta. Quien acentúa la idea sin valorar lo que se tiene, con todos sus defectos, suele estar convencido de tener la solución, que siempre se basa en que otros cambien.

El todo es superior a la parte (EG 231-233): Entender a los otros, valorar a los otros, crear comunidad solidaria. Para ello es necesario no querer sobresalir como “parte”, sino disminuir, para que Jesús y la comunidad crezcan.

La autoridad

El tema de la autoridad en Schoenstatt es apasionante, porque estamos llamados a dirigir o coordinar de forma democrática, con espíritu fraterno y al servicio de la vida. A la vez, quienes no ejercemos un cargo directivo, estamos llamados no solo a apoyar a quienes tienen este tipo de responsabilidades, sino también a protegerlos, aportando al espíritu de comunidad.

Hoy vemos en un mundo que cambia tan rápidamente, personas que se sienten excluidas de la sociedad, y que tienen la necesidad del sentido de pertenencia a un grupo, separados de la autoridad, y muchas veces de la historia y de valores que siempre entendimos como esenciales. Parten del sentimiento de victimización, no del hacerse responsables del cambio desde uno mismo. Esto lo observamos especialmente en muchas manifestaciones populares. La lucha es siempre exterior, hacia afuera, y se exige que otros cambien, pero normalmente no se observa que los mismos que exigen derechos, los vivan personalmente. Basta simplemente mencionar el caso de los que exigen tolerancia a la diversidad, ¿son tolerantes a los que opinan en forma diversa?

Este síndrome lo observamos cada vez más a menudo en la sociedad y se hizo ley implícita de lo políticamente correcto. Schoenstatt está llamado a iluminar estas actitudes siendo políticamente incorrecto, lo que significa buscar siempre la integración orgánica de las distintas variables sociales, lo que no implica no luchar, sino que requiere que la primera lucha y la más potente sea la interior.

Desde la visión que el P. Kentenich tiene de la autoridad, esta vez podemos invitar a analizarla desde el tema principal que recorre este escrito: la comunidad de destinos, de misión y de corazones. No creo que sea necesario ahondar en el tema aquí. Creo que podemos trabajar este tema en nuestras familias, nuestros grupos y comunidades.

Personalmente, me han servido sobremanera los principios del P. Kentenich. Ante errores que veo en la coordinación o dirección de una comunidad, me acerco al responsable, y le explico mi punto de vista. Es como sagrado mantener el espíritu elevado en la comunidad, e incluso impulsarla a crecer más alto. Los cambios se pueden dar a corto plazo, a largo plazo o nunca, pero es muy potente el principio de que la unidad está por sobre el conflicto.

Dos palabras

El ideal de la comunidad de destinos, de misión y de corazones nos interpela. Y de la misma forma que cuido la intimidad de mi familia de sangre, cuido a mi familia más grande, a Schoenstatt. Simple sentido común. Errores pequeños y graves habrá siempre. Pequeños y serios puntos de vista distintos no faltarán. ¿Cómo afrontar las diferencias, cuando son severas? Hay dos palabras que me han ayudado inmensamente a liberarme en medio de muy grandes dificultades: “minimizar” y “anonadarse”.

Se trata de minimizar lo minimizable. Dejar que muchas cosas sucedan, porque no tengo que ser yo quien tenga el control de todo. Obviamente hay que debatir lo necesario. Como dice el P. Faulhaber: “Bienvenido el debate”. Creo que se entiende el punto.

Y he visto comunidades enteras que se han salvado de la caída, porque hubo personas que se anonadaron. Se dejaron clavar en la cruz y la llevaron valientes con Jesús. En realidad, ¿qué clase de cristianos seríamos si en medio de duras injusticias no entregáramos a Jesús la cruz del anonadamiento, para acompañarlo en su dolor y soledad que redimen, purifican y sanan?

Examen de conciencia

Nos podemos preguntar hoy…
¿Qué pasos heroicos doy para forjar la comunidad de destinos, de misión y de corazones?
¿Hay una persona que yo no integro en mi corazón a esta comunidad?
¿Cuido, protejo, valoro, integro a la autoridad con sinceridad de corazón?
¿Soy capaz de anonadarme, de ser “nada”, de entregarme totalmente, para ser todo para Jesús, María y la comunidad?
¿Mi fuerza principal está en cambiar yo, o es que quiero cambiar a los demás?

¿Qué significa refundar Schoenstatt?

Creo que es muy simple, y a la vez esencial, el expresar el significado de “refundar el Movimiento”. Se trata de analizar cuáles son los principios fundacionales y los que mantuvieron vivo al Movimiento, evaluar qué debemos hacer para ser fieles a tales principios, y analizar si los estamos aplicando proféticamente conforme al lugar y al tiempo en que vivimos.

Precisamente cuando yo mismo trabajo a fondo el vivir radicalmente mi Alianza de Amor con María y en comunidad con mis hermanos, estaré preparado para contribuir fructíferamente al diálogo conducente a que Schoenstatt siga fiel a sus orígenes, dando una respuesta actual y comprometida a la época concreta.

Es bueno tenerlo en cuenta: todo intento de refundar sin vivir radicalmente la comunidad, y de incluir a todos en ella, y de hacerlo en comunión con la dirigencia, más que refundar, sería fundar, porque se trataría de algo distinto a Schoenstatt, aunque seguramente con muchos puntos en común.

Schoenstatt para la Iglesia

Si logramos hacer realidad la comunidad de destinos, de misión y de corazones, estaremos preparados para ofrecer el Schoenstatt original – actualizado proféticamente al tiempo y al lugar – a la Iglesia y al mundo.

 

 

Las opiniones vertidas en artículos de opinión son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento del equipo editorial de schoenstatt.org. 

 

Refundar Schoenstatt, sí claro, pero…

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7 Responses

  1. Juan Klobovs dice:

    Enrique querido, coincido totalmente. Tanto para subrayar en tu reflexión, pero quiero detenerme en la «comunidad de destinos». Es poder encarnar desde el corazón y no de la razón. Es abajarse y adentrarse en y por el otro. La empatía en la escucha que se hace real en la voluntad y el esfuerzo, no solo en acompañar, si poner el cuerpo de verdad. Por la verdad y por la justicia

  2. Lena Castro Valente dice:

    Muchas gracias D. Enrique Soros por su artículo que me ha hecho pensar y reflexionar. En nuestra sociedad actual (no hay más que ver los telediarios) la costumbre es quejarse de todo -incluso llegando a utilizar la violencia y la destrucción- para imponer nuestras ideas (que son SIEMPRE CORRECTAS) a todo lo que no nos gusta o nos irrita. Personalmente, creo que la queja continua y continuada de todo lo que sufrimos, que el constante señalamiento de lo que está mal en nuestra historia, hace que ésta se siga escribiendo y viviendo de la misma manera, sin ningún cambio a mejor, incluso por el cansancio de estar, continuamente, tratando los mismos temas, lo que provoca, con el paso del tiempo, un acostumbramiento y una caída en el olvido. No puedo cambiar el pasado, pero puedo vivir el presente de manera que el futuro sea diferente. Si estoy continuamente preocupada por el pasado, acusando a los demás y excluyéndome de los errores y arbitrariedades, como si el Cuerpo Místico de Cristo no existiera, entonces puedo estar segura de que los errores y arbitrariedades continuarán en el futuro. Refundar Schoenstatt no es una tarea exógena a mi individualidad sino exclusivamente mía en cada aliento de mi vida, en cada rincón de mi corazón. Mientras no se refunda Schoenstatt en mi corazón, en mi alma y en mi Ideal Personal… no hay refundación posible porque el vínculo que represento dentro de la comunidad estará roto y será inútil.

  3. Gracias Enrique por traernos tu luz para iluminar un poco.

    Ciertamente es, ahora, más urgente que nunca refundar Schoenstatt. Lo es, no para entretenerse ni sentirse haciendo un aporte novedoso. Como en toda crisis los humanos reducimos la cantidad de focos para concentrarnos en lo principal, en lo vital, en lo esencial. Esto lo hacemos cuando nos invade la ira por una situación que sentimos injusta, y tanto reducimos los focos que podemos quedar ciegos de ira EN UN SOLO FOCO.

    Ahora que la crisis es global, sanitaria, laboral, regional, eclesial …y también schoenstattiana, es urgente hacerlo. Es urgente creer en las personas y en Dios; es urgente confiar en la resilencia y en la intuición para salir de la borrasca y las tormentas. Tenemos muchas cosas que se han hecho comunes y populares por la neurociencia …por ejemplo, que la emoción juega en nosotros un rol invasivo y de mucha amplitud; por ejemplo que el afecto (a las personas y las cosas) pasa por nuestra voluntad; por ejemplo que el 80% de las cosas que decidimos pasan por nuestra INTUICION esa valiosa memoria de éxitos y logros que conformando nuestra autoestima nos permiten decidir con alta probabilidad de acierto; no sólo la razón ni sólo la voluntad están en nuestras vidas sino que la integración orgánica de reflejos, emociones, afectos, intuiciones, voluntades y raciocinios; tal com en otro lenguaje explicó nuestro padre José Kentenich en su carta perlonga, ese intento de dar una explicación científica de Schoenstatt y sus pedagogías.

    Ahora que estamos en un mundo colaborativo: proactivo, con foco, que priorizar, busca el ganar/ganar, crea sinergia, escucha y busca entender antes de ser entendido; y, que está en un proceso de aprendizaje continuo y multifacético. Ahora que no sólo interesa ser objetivo (del objeto del trabajo y de la acción) sino que también ser subjetivo (del sujeto del trabajo, cómo vive lo que hace), ahora que tiene a equilibrarse lo competitivo (fuente de lo objetivo) con lo colaborativo (fuente de lo subjetivo) es urgente REFUNDAR SCHOENSTATT y aplicar los principios de gobierno de una forma enteramente participativa (no caótica), inclusivo a todas las minorías, de consenso.

    ¿Cómo hacerlo?: Conversando, conversando, conversando …logrando construir miradas más amplias, más profundas y más altas.

  4. Gonzalo Génova, Madrid dice:

    La refundación es muy necesaria, cada 50 años y todos los días.

    Pero mal empezamos diciendo que el P. Kentenich escribió la carta de Navidad de 1965 «después de que se levantaran todos los decretos del Santo Oficio en su contra». Como ya debe saber el autor del artículo, nunca hubo un decreto formal de rehabilitación, aunque se puede considerar que hubo una rehabilitación «de facto». Tampoco hubo una «retractación», en el sentido de considerar que el exilio hubiera sido una medida injusta, como explicó el Card. Ratzinger en 1983.

    La refundación tiene que comenzar por conocer y reconocer la verdad histórica.

    Lea por favor: https://www.schoenstatt.org/es/kentenich/2020/11/que-rehabilitacion/

    • Enrique Soros dice:

      De acuerdo Gonzalo. Gracias por el comentario. En vez de «se levantaron», podemos decir «cayeron». El 20 de octubre de 1965 los cardenales del Santo Oficio deciden en sesión plenaria el traspaso del caso Kentenich a la Congregación para los Religiosos, con lo cual quedaron sin efecto todas las medidas administrativas que lo afectaban, emitidas por el Santo Oficio. Ya no pesaba sobre el P. Kentenich ningún decreto en su contra. Hay que tener en cuenta que normalmente el Santo Oficio no se desdecía de acciones o medidas tomadas. Se trata de una rehabilitación de facto, con todas las consecuencias canónicas vigentes.

    • S. Hamm dice:

      La carta del cardenal Antoniutti al obispo alemàn Höffner del marzo de 1966 a mí me parece mucho a una «rehabilitación».
      Ahí se dice:
      „Ex parte huius Sacrae Congregationis nihil obstat quominus, Pater Kentenich suum exerceat apostolatum sub ductu et vigilantia Excellentiae Tuae […] indicationes ipsi suo tempore datas nomine et auctoritate Summi Pontificis.“ (cit. según P. Schmiedl en „Regnum“ 4/2020, p.160)

    • Gonzalo Génova, Madrid dice:

      Así es, y personalmente tengo pocas dudas de que hubo esa rehabilitación «de facto». La carta de Antoniutti, que no conocía, puede considerarse incluso una rehabilitación formal.

      Pero no olvidemos que rehabilitación, en el sentido de «condena cumplida, queda libre», no implica rehabilitación en el sentido de «condena injusta, nos equivocamos».

      A mi modo de ver sigue siendo necesaria esa labor de autocrítica que menciona Juan Záforas en su respuesta en forma de artículo, con el fin de separar las perlas kentenijianas de la arena que las estropea.

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