Publicado el 2020-03-25 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus, Columna - Carlos Barrio y Lipperheide, Temas - Opiniones

Desafíos empresariales frente al coronavirus

ARGENTINA, Carlos Barrio e Lipperheide •

Estamos viviendo una realidad mundial inédita, una situación en la que todos estamos aprendiendo y buscando la forma de salir adelante, en medio de muchas incertidumbres y preguntas aún sin respuesta.

Todos estamos en choque, angustiados y desorientados. No sabemos cuándo ni cómo vamos a superar estas circunstancias, pero lo que sí sabemos es que debemos encontrar una salida y superar la pandemia.

Seguramente después de esto el mundo no será el mismo y todos habremos aprendido muchas cosas. Frente a esta situación me surgen preguntas que quiero compartir para que, desde esta actitud de interrogarnos mutuamente, podamos encontrarnos. Así me pregunto ¿cuáles son los mayores desafíos y oportunidades que enfrentan las empresas y sus líderes en este contexto? ¿Qué se puede aportar en estas circunstancias difíciles para avanzar en la construcción de una empresa que sea productiva y al mismo tiempo humana y orgánica, aliviando y generando confianza ante tanta fragilidad, temor y aislamiento?

Cuidar a la gente

Encuentro que el primero de los desafíos que tenemos por delante es cuidar a la gente, es decir al capital humano, protegernos de la enfermedad, tomando todas las medidas que sean necesarias para evitar los contagios, tanto de las personas que tienen que permanecer en la empresa, como de aquellas que son enviadas a sus hogares para continuar trabajando desde allí.

Este cuidado debería incluir los aspectos emocionales, tanto por la reclusión como por la inseguridad existencial que provoca ver tantos enfermos y fallecidos.

El cuidado que le empresa tenga hablará de la forma en la que ve a sus colaboradores. Como dice Watzlawick, “no es posible no comunicarse.”[1] Lo que decimos y hacemos, como lo que no decimos y no hacemos, comunica nuestros valores y creencias. Seamos cada vez más conscientes de ello. Es una buena oportunidad para reforzar y despertar el sentimiento de valía que todos tienen para la empresa.

Preguntémonos ¿cómo estamos comunicando el mutuo cuidado en la empresa?, ¿Qué mensajes estamos compartiendo? ¿Qué podemos hacer para cuidarnos mejor?

No perdamos de vista lo que nos decía el gran empresario católico, Enrique Shaw: “La empresa debe ser un instrumento de dignificación humana. El ‘clima’ debe ser tal que contribuya a la ascensión del hombre y le brinde por su trabajo y en su trabajo la mejor de las oportunidades para su desarrollo”.[2] Seguro hay mucho que hacer al respecto.

El efecto económico

En segundo lugar, se está produciendo un muy fuerte impacto económico negativo en los resultados de muchas empresas por la disminución drástica de sus ingresos.

El desafío es tratar de mitigar ese efecto reduciendo costos y azuzando la imaginación y la creatividad para generar nuevas posibilidades comerciales. El contexto es extremadamente difícil y pareciera que no hay mucho por hacer y que estamos en una encrucijada sin salida.

Sin embargo, creo que debemos preguntarnos si no es una oportunidad para que reforcemos nuestra consciencia y descubramos que, a pesar de todo, “… el trabajo es una participación de corazón en la actividad creadora” y que debiera llevarnos a una “… donación de nosotros mismos, a forjar y crear”, como nos decía hace ya muchos años José Kentenich[3].

Aliento a que nos preguntemos ¿qué podemos hacer para que nos sintamos unidos a nuestras tareas en estas difíciles circunstancias? ¿Qué podemos aportar de novedoso para vivir más despiertos y con ganas de forjar y crear, en un ambiente de lejanía, temores y restricciones? ¿Cuál es la forma que encuentro para participar de corazón en el trabajo? ¿Es posible redescubrir nuestra creatividad en este nuevo contexto laboral? ¿Qué cambios imaginamos para vivir de manera más plena? ¿Qué puedo recrear para que esto ocurra? Son preguntas difíciles en momentos muy difíciles, pero que buscan abrir puertas.

Estoy convencido que desde esta perspectiva podremos vivir con más alegría nuestro trabajo en estos difíciles momentos.

Vislumbro que, a pesar de todo, es un buen momento para empoderarnos en nuestros trabajos. Nos decía Enrique Shaw que “… el dirigente de empresa debe dar toda la libertad posible para que cada uno sea dueño de sus actos y pueda expresar su personalidad”.[4]  Aprovechemos las actuales y excepcionales circunstancias para hacernos más dueños de nuestra libertad creativa y expresar nuestra más auténtica personalidad, en beneficio mutuo y de una mayor productividad. Creo que estos momentos tan fuertes nos llaman a profundizar estas convicciones y encontrar nuevos caminos.

Si logramos abrir, aunque sea un poco, este sendero, probablemente se pueda avanzar hacia una mejor integración, evitando un trabajador que “… ejecute el trabajo sin considerarlo ’su obra’ y sin sentirse, en cuanto persona, vinculado a él y aún menos a la empresa. Careciendo de toda posibilidad de ‘participación’, nada tiene de sorprendente que no aporte a la empresa su inteligencia y corazón”.[5]

El impacto negativo de la economía en los trabajadores

Neutralizar el impacto negativo de la economía en los trabajadores es otro de los desafíos con el que nos enfrentamos. En las empresas se están tomando medidas de reducción salarial por la caída de las ventas, lo que está provocando dificultades para que podamos continuar solventando nuestros gastos familiares. En muchos casos ese camino es el único posible para evitar un cierre, lo cual sería aún más perjudicial.

Veo como un buen momento para que todos construyamos lo que Kentenich llamaba “solidarismo”, es decir “la responsabilidad de los unos por los otros y por la totalidad”[6], es decir, la solidaridad integrada a la subsidiariedad: ser solidarios con las necesidades mutuas y al mismo tiempo, alentar el mutuo empoderamiento para que todos puedan realizar aportes a la empresa. Seamos solidarios y busquemos estar más atentos a las necesidades de nuestros compañeros de trabajo, acercándonos a través de los medios de comunicación que nos brindan las redes sociales. Desarrollemos al mismo tiempo nuestra capacidad de acción subsidiaria, con proactividad, llevando adelante todas las tareas que podamos desarrollar para la empresa.

El cuarto desafío que encuentro es el fortalecimiento de los vínculos entre todos los que formamos la empresa. La situación está afectando nuestro ánimo y resquebrajando la cohesión colectiva por la pérdida de la cercanía laboral y la incertidumbre sobre el futuro.

¿Podremos mantener la unión y la motivación en medio de la tormenta? Resulta imprescindible que reforcemos nuestra comunicación, fortaleciendo al mismo tiempo nuestras relaciones vinculares.

Las circunstancias requieren que vivamos en cercanía y tengamos una mutua escucha empática. Más que gurúes que señalen el camino, necesitamos escucharnos, con-vivir los sentimientos y preocupaciones, valorar y sentirnos valorados y tomados en cuenta.

Más que nunca en estos días de incertidumbre, en los que pareciera que se acentúan las dificultades empresarias, la distancia para comunicarnos y una sensación de profundización de un mundo líquido y desmembrado, me resulta iluminador el modelo de hombre nuevo que nos proponía Kentenich, como una “personalidad autónoma de una gran interioridad, con una voluntad y disposición permanente de decisión, responsable ante su propia conciencia e interiormente libre, que se aleja tanto de una rígida esclavitud a las formas como de una arbitrariedad que no conoce normas.” [7]

Caminemos mar adentro en esta noche, iluminados por este hombre nuevo, hacia las nuevas playas que nos esperan.

 

Carlos E. Barrio y Lipperheide
23 de marzo de 2020
carlosebarrio@gmail.com

 

Material no exclusivo. Republicación con permiso del autor

Foto: IStock Getty Images -ID:1212284046, © Ca-ssis, licensed for schoenstatt.org

[1]P. Watzlawick, J. Beavin Bavelas y D. D. Jackson “Teoría de la comunicación humana”. (Ed. Herder, 1997), pág. 52.
[2] Enrique Shaw “… y dominad la tierra. Mensajes de Enrique Shaw”. ACDE (2010), pág. 70.      . Enrique Ernesto Shaw, nació en París el 26 de febrero de 1921 y muere en Buenos Aires el 27 de agosto de 1962. Fue un laico, marino y empresario argentino, quien contrajo matrimonio con Cecilia Bunge, con quien tuvieron 9 hijos. Por su vida ejemplar, la Iglesia aceptó que se inicie su proceso de canonización y desde 2001 es considerado Siervo de Dios. Promovió e impulsó el crecimiento humano de sus trabajadores inspirándose en la Doctrina Social de la Iglesia, fundó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), entidad que forma parte de la Unión Internacional de Empresarios (UNIAPAC), y escribió numerosos libros, folletos y conferencias.
[3] José Kentenich, “Desafíos de Nuestro Tiempo”. Editorial Patris, 1985. Textos escogidos del padre Kentenich. “Análisis de nuestro tiempo”, pág. 15.
[4] Enrique Shaw “… y dominad la tierra. Mensajes de Enrique Shaw”. ACDE (2010), pág. 70.
[5] Enrique Shaw. “Y dominad la tierra”. Editorial ACDE (2010), pág.83
[6] José Kentenich (Herbert King). “El mundo de los vínculos personales”. Editorial Nueva Patris (2015), págs. 90 y 91.
[7] José Kentenich. “Mi filosofía de la educación”. Editorial Schoenstatt (1985), pág. 14.

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