Publicado el 2015-10-07 In Temas - Opiniones

No los envío solos, sino de la mano de la Madre, María

Redacción schoenstatt.org •

Con motivo de la peregrinación diocesana de la arquidiócesis de Friburgo en Alemania hacia Schoenstatt, el 20 de septiembre del 2015 en la iglesia de los peregrinos en Schoenstatt, el arzobispo emérito Dr. Robert Zollitsch dio una homilía basándose en el mensaje que el Papa Francisco regaló al movimiento de Schoenstatt durante la peregrinación jubilar hacia Roma el 25 de octubre del 2014.

Aquí publicamos el texto de la homilía en la versión autorizada por el arzobispo emérito Dr. Robert Zollitsch

«Madre María, contigo quiero caminar»

Quienes peregrinaron a Roma, con motivo de la celebración del centenario de la fundación de Schoenstatt, recuerdan con gusto el encuentro con el Papa Francisco, el 25 de octubre del año pasado. Luego de la renovación en común de la Alianza de Amor, el Santo Padre dijo: “Al darles mi bendición, los envío como misioneros hacia los próximos años… No los envío solos, sino de la mano de la Madre, María.”[1] Y ayer y hoy, un año después, hemos salido en peregrinación diocesana a Schoenstatt, para dar al Santo Padre y a la Santísima Virgen nuestra respuesta: Sí, “Madre María, contigo quiero caminar”.

I.

Lo que nos anima a tomarnos de la mano que nos extiende la Santísima Virgen, para dejarnos conducir por ella, son los cien años de la bendecida y fecunda historia de Schoenstatt, así como también la personal experiencia de fe que siempre nos alienta. Al mismo tiempo, está el estímulo de nuestro Santo Padre, que no deja de señalarnos que María Madre en primer lugar, y por sobre todas las cosas, es madre[2]. Y esto no solo por haber dado a luz a Jesús, sino porque también nos ayuda “a que Jesús nazca y crezca en nosotros. Ella es quien continuamente nos da vida.”[3] A la convicción sustentadora fundamental del Papa Francisco, y a su espiritualidad vital pertenece el hecho de que Jesús nos deja a su madre como madre nuestra. “Al pie de la cruz”, así lo explica nuestro Santo Padre, en su grandiosa Exhortación Apostólica ‘Evangelii Gaudium’: “En la cruz, en ese crucial instante, antes de dar por consumada la obra que el Padre le había encargado, Jesús le dijo a María: ‘Mujer ahí tienes a tu hijo’. Luego le dijo al amigo amado: ‘Ahí tienes a tu madre’.” (Jn 19, 26,27)… Jesús nos dejaba a su madre como madre nuestra. Solo después de hacer esto, Jesús pudo sentir que ‘todo está cumplido’ (Jn 19,28). Al pie de la cruz, en la hora suprema de la nueva creación, Cristo nos lleva a María. Él nos lleva a ella, porque no quiere que caminemos sin una madre… María, que lo engendró con tanta fe, también acompaña ‘al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús’ (Ap. 12,17)”[4] Jesús nos dio su madre como nuestra madre, “porque no quiere que caminemos sin una madre”, porque sabe cuánto necesitamos una madre y qué inmenso regalo es tener una madre y recorrer nuestro camino de su mano, como un niño. Esto dice el Papa Francisco.

Algunos se resisten a ser niños y a caminar como adultos de la mano de su madre, aunque siempre en nosotros se haya una cierta nostalgia por el niño. Por otra parte, de acuerdo al Evangelio, el ser niños es requisito para el ingreso al Reino de los cielos. El Evangelio de este domingo nos dice esto muy claramente.

II.

A primera vista nos sorprende, y en una segunda instancia hasta nos tranquiliza un poco, el que también los discípulos de Jesús hayan tenido debilidades, igual que los demás. Para desilusión de Jesús, ellos no se ocupan de aquello que les ha anunciado: su muerte y su resurrección. No, ellos discuten sobre quién es el más grande entre ellos.

Jesús les da y nos da a nosotros una respuesta clara y, al mismo tiempo, humana. Les responde con una imagen que despierta nuestro interés y que todos comprenden. Coloca a un niño en medio de ellos. Ellos deben recibir al niño y, al recibirlo, reciben a Jesús. Deben aceptarlo – también como imagen y ejemplo – deben orientarse según él y aprender de él. Y Jesús les dice a ellos y nos dice a nosotros, en forma francamente provocadora: “Ya que si no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los cielos” (Mt 18,3).

Cuando hablamos acerca del niño y del ser-niño, en el sentido de Jesús, no se trata de una transfiguración romántica de una existencia ingenua y torpe. No, sino que se trata de la apertura y de la capacidad para dejarse sorprender y regalar; se trata de la confianza ilimitada y de la disposición a dejarse conducir; de la disposición a tomarse de una mano amorosa que apoya, de una mano que conduce, cobija y protege, y que se nos extiende, para dejarnos ayudar y conducir en nuestro caminar. Y a quienes se abren a esta actitud del Evangelio, a quienes contemplan a Dios con esta actitud “les pertenece el Reino de los cielos” (Lc 13.14). Ésta es la promesa de Jesús.

III.

El “ser-niño ante Dios”, la “infancia espiritual”, la “actitud filial” frente a Dios y frente a la Santísima Virgen, era uno de los grandes temas y uno de los temas preferidos del fundador de Schoenstatt, el P. José Kentenich. Para él, la plenitud cristiana, la santidad consiste precisamente en la perfecta actitud filial frente a Dios.[5] “Y para que podamos aprenderlo, Dios nos dio a su madre». [6]

Así, el P. Kentenich está totalmente de acuerdo con el Papa Francisco, quien nos dice: Necesitamos a una madre que nos eduque, que nos permita crecer, que nos acompañe y que nos conduzca a Jesús.[7] Y nos exhorta: “Demos un lugar a María, la madre”. [8]

Es el gran regalo de la Santísima Virgen aquí en Schoenstatt, un camino que se ha acreditado de múltiples maneras desde hace cien años: María nos tiende su mano, nos invita a seguirla para sellar una alianza con ella, una Alianza de Amor. Nos ofrece acompañarnos en nuestro camino; nos invita a participar de su amor por su Hijo y a dejarnos conducir por Ella hacia su Hijo. Ella se presenta ante nosotros como un gran ejemplo y como una compañera comprometida con nosotros; como la creyente que sigue las huellas de su Hijo; como la madre amorosa y preocupada, que está allí para Él y para nosotros; como la madre solidaria, que sufre con su Hijo y con nosotros, compartiendo todos los dolores. Ella es la madre que sabe, como dice el Papa Francisco, “transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura”.[9] Ella, que “nos recibió como hijos cuando una espada le atravesaba el corazón”[10], está cerca nuestro en todas nuestras necesidades, comprende nuestras preocupaciones y comparte nuestros dolores.

Ella está cerca nuestro y está allí para nosotros – ésta es la experiencia de muchos santos y de todos quienes transitan de su mano el camino de peregrinación de la fe. Ella está allí, incluso si a veces queremos seguir tercamente nuestros propios caminos. El canto de Johannes Ganz, desde donde hemos tomado el lema de nuestra peregrinación diocesana de este año, sabe de esta experiencia. María es la activa; Ella es quien se acerca a nosotros, la que nos aborda, quien nos conoce por nuestro nombre. No en voz alta; no nos invade; no se impone. Nos habla en voz baja, con el lenguaje del corazón, con el lenguaje del amor y de la invitación. Y nos toma de la mano, porque es nuestra madre y porque quiere serlo realmente. Sabe que con frecuencia somos caprichosos y testarudos. Sin embargo, no se aparta de nosotros. Por el contrario, nos levanta cuando hemos caído. Es que Ella es madre.

IV.

El lema de este año de nuestra peregrinación diocesana nos invita a tomarnos de la mano de María y a dejarnos conducir. Y no solo hacia acá, hacia su Santuario en Schoenstatt. Y no solo ayer y hoy para rezar en el lugar de gracias y para encontrarnos con su Hijo Jesucristo. No, Ella nos invita y nos solicita que nos confiemos a ella, que nos dejemos conducir por ella y que nos dejemos formar y educar por ella según su imagen, de modo de llegar a ser, cada vez más, personas creyentes, esperanzadas y que aman; que nos dejemos contagiar por el amor que le tiene a su Hijo. Sí, que dejemos que, con su ayuda, Cristo se plasme más y más en nosotros.

Este ha sido el camino y es el atractivo modelo del fundador de Schoenstatt, el P. José Kentenich. Cuando en sus bodas de plata sacerdotales da una mirada a su vida, confiesa: “Ella (la Santísima Virgen) me formó y me configuró desde mi noveno año de vida”[11], desde aquella hora en que su madre lo confiara a María.[12] Toda su educación, así lo experimentó agradecido, fue “una obra de la Santísima Virgen”[13].

Como peregrinos, nos hemos puesto en marcha al Santuario de la Santísima Virgen, aquí en Schoenstatt. La mayoría de ustedes, estimados peregrinos de la Diócesis de Friburgo, realizan esto año tras año. ¿No se halla detrás de este hecho, la experiencia agradecida de notar que María no solo nos atrae, sino que también nos sostiene, nos protege y nos apoya en nuestra vida? El Papa Francisco confirma esta experiencia cuando sostiene: “Es allí, en los santuarios (marianos), donde puede percibirse cómo María, reúne a su alrededor a los hijos que peregrinan con mucho esfuerzo para mirarla y dejarse mirar por ella. Allí encuentran la fuerza de Dios para sobrellevar los sufrimientos y cansancios de la vida” (EG 286).

Debemos estar agradecidos de nuestro Papa Francisco que nos anima y nos permite participar de su amor a la Santísima Virgen. Claramente comparte él la experiencia y la convicción de su predecesor, el Papa san Pío X, quien tenía claro “que no hay un camino más seguro y más expedito para unir a todos con Cristo que el que pasa a través de María, y que por ese camino podemos lograr la perfecta adopción de hijos, hasta llegar a ser santos e inmaculados en la presencia de Dios.”[14] El Papa Francisco, que reconoce como su secreto el que al levantarse cada mañana, toca y le reza a la imagen de la Mater, la Virgen Peregrina, que tiene en su velador”[15], nos envía “de la mano de nuestra madre María”[16] y nos anima y nos dice que la Santísima Virgen repite para cada uno de nosotros las mismas palabras que le susurró a san Juan Diego, en su aparición en Guadalupe: “No se turbe tu corazón… ¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?“[17] Sí, Ella está aquí. Esto lo reconocemos, con razón, en la última estrofa del canto de Johannes Ganz: María, “tú nos muestras a Cristo y nos conduces hacia Él, me muestras el sentido de mi vida. Con Él en el corazón y tomado de tu mano, va hacia el Padre mi camino”.

En formato pdf: Mons-Zollitsch-sobre-la-audiencia

[1] P. José Maria Garcia Sepúlveda, Cultura de encuentro, Nueva Patris, Chile 2015, 47
[2] ebd. 21 s
[3] ebd. 23
[4] Papa Francisco, Exhortación Apostólica „Evangelii Gaudium“, del 24 de noviembre de 2013, Nr. 285, cit: EG
[5] Ver. P. Joseh Kentenich, Educación Mariana, Vallendar 1971, 172 ss
[6] ebd. 173
[7] P. José Maria Garcia Sepúlveda, Cultura de encuentro, Nueva Patris, Chile 2015, p. 22; 30; 45
[8] Papa Francisco, Discurso del 6.7.2015, en Guayaquil
[9] EG, 286, ver. P. José Sepúlveda… S. 21
[10] Papa Francisco, Discurso en Guayaquil
[11] P. J. Kentenich, Homilía durante la celebración del jubileo de 25 años de ordenación sacerdotal, el 11/08/1935, en: Peter Locher u.a., (Editor), Kentenich-Reader, I, Vallendar 2008, Pág. 55
[12] Ver. Ferdinand Kastner, Bajo la Protección de María, Vallendar-Schönstatt 4, 1952, 184
[13] Kentenich-Reader, I, Pág. 55
[14] Papa Pío X., Encíclica “‘Ad diemillum laetissimum“, del 2/2/1904, en Rudolf Graber, Las encíclicas marianas de los Papas en los últimos cien años, Würzburg, 1954, Nr. 139
[15] P. José Maria Garcia Sepúlveda, Cultura de encuentro, Nueva Patris, Chile 2015, p. 47
[16] ebd.
[17] De EG 286
El libro citado varias veces por Mons. Zollitsch, «Cultura del encuentro», con el texto del mensaje del Papa Francisco al Movimiento de Schoenstatt, del 25 de octubre de 2014, con un prólogo del P. José María García María, Madrid, fue editado por Editorial Nueva Patris, Chile, en cooperación con schoenstatt.org. Se puede adquirir AQUI y en varios puntos de venta.
En cada librería:  ISBN 978-956-246-772-8
También como E-Book (Amazon Kindle, Android, iBook…).
Otros idiomas también: www.patris.cl
tapa libro zollitschPronto se lanzará, también en Nueva Patris, Chile, el libro: «Iglesia en Alianza», con dos conferencias de Mons. Robert Zollitsch sobre el carisma del Padre José Kentenich y la iglesia en salida, a la luz del pontificado del Papa Francisco (en alemán, español, inglés, italiano, portugués).

 

 

Original: alemán. Traducción: Ventura Torres, Santiago, Chile

Etiquetas: , , , , , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *