por P. Alexandre Awi, Brasil •
Ni “conservadores” ni “progresistas”. Simplemente Iglesia. Entre nosotros hay “conservadores” y “progresistas”, como también los hay en la Iglesia. Felizmente la rica pluralidad de opiniones y tendencias dentro de la propia Iglesia encuentra lugar en nuestro movimiento. No rechazamos ni la Teología de la Liberación ni la misa en latín, pues la Iglesia tampoco lo hace. Quien cree que ella lo hace, debe buscar conocer mejor las posturas oficiales de la Iglesia. Hay gente en nuestro movimiento que simpatiza con la Teología de la Liberación, así como también hay quienes simpatizan con la misa en latín, solo para citar algunos ejemplos de lo que normalmente se consideran como rótulos de los “progresistas” o ”conservadores” respectivamente. Si algo es acogido legítimamente por la Iglesia, también puede ser acogido por el Movimiento Apostólico de Schoenstatt. No somos ni de derecha ni de izquierda, como así tampoco de centro. Somos de la Iglesia y ella no tiene posición partidaria. En temas sociales nuestra bandera es la Doctrina Social de la Iglesia. En temas doctrinales, el Catecismo de la Iglesia Católica. En temas litúrgicos, las orientaciones de la congregación para la Disciplina de los Sacramentos. Y en nuestra pastoral nos dejamos orientar por la Conferencia Nacional Episcopal de Brasil, la legítima representante de nuestros obispos en el Brasil.
A veces da la impresión de que las personas más “conservadoras” (o más de derecha) sólo se preocupan por los temas de moral sexual y de la vida (aborto, ideología de género, eutanasia, matrimonio y familia, etc.) y las más “progresistas” (o más de izquierda) con los temas de moral social (pobreza, ecología, derechos de los trabajadores, defensa de los marginados, etc.). La Iglesia se ocupa de ambas realidades, pues se sabe que ninguna de ella es más importante que la otra. Sería incoherente para un cristiano luchar contra el aborto, pero defender la pena de muerte; o luchar por la ecología, pero ¡apoyar la ideología de género! Observamos las posturas del Papa Francisco, por ejemplo: lanza una “encíclica ecológica”, condena el sistema financiero vigente en la sociedad, mas también se opone al aborto y a la ideología de género. La inmoralidad sexual no es mayor que la inmoralidad social en que vivimos, ni viceversa; sin embargo mucha gente piensa que sí. Observamos también a nuestro fundador que, por ejemplo, denunció una cultura “unisex” (que desnaturaliza lo específico del hombre y de la mujer), como también la “injusticia social” (condenando tanto el capitalismo salvaje como el marxismo, que él llama bolchevismo).
Jesucristo tiene un mensaje de alegría y salvación para todas las situaciones de la vida del hombre, sea en el ámbito personal como en el comunitario. Por eso la Conferencia Episcopal, por ejemplo, recientemente emitió notas oficiales tanto en contra de la ideología de género (lo que puede parecer “conservador”) como contra la reducción de la mayoría de edad penal (lo que puede parecer progresista). La iglesia, gracias a Dios, no se deja rotular ni encuadrar en esas categorías. Su única fidelidad debe ser a Jesucristo y no a ideologías políticas o partidarias.
El movimiento de Schoenstatt necesita reflexionar, por ello, tanto sobre los temas de moral sexual como también sobre la moral social. Debe optar, rezar y batallar por una postura más cristiana. Los “yo creo” no son suficientes (“Yo creo esto…” o “yo creo aquello…”). La pregunta es: “¡Qué cree Jesús! La fe práctica en la Divina Providencia, propia de la espiritualidad de Schoenstatt, nos enseña a preguntarnos siempre: ¿Cuál es la voluntad de Dios en este tema? ¿Qué haría Jesucristo, la Madre de Dios y nuestro Padre Fundador si tuviesen que tomar una postura sobre este asunto? Y para ayudarnos a reflexionar, en primer lugar, necesitamos escuchar la voz de la Iglesia.
Finalmente, ¡creemos que ella tiene una especial asistencia del Espíritu Santo! Más aún, cuando se manifiesta colectivamente, sea en un concilio, en una Conferencia Episcopal o en la persona del Papa (que habla como cabeza del Colegio Episcopal). Una prueba reciente, utilizando los ejemplos mencionados, fueron las notas emitidas por la CNBB. Sinceramente no tengo dudas de que, si lo dejasen legislar en Brasil, ¡Jesucristo optaría tanto en contra de la ideología de género como en contra de la reducción de la mayoría de edad penal! Agradezco a nuestros obispos por iluminarnos en forma tan acertada. Independientemente de los resultados parciales de las votaciones, esta sigue siendo la postura de nuestra Iglesia. Supongo que los cristianos que piensan diferente tienen motivos suficientes para justificar su postura delante del propio Cristo. Pueden disentir, pero que lo hagan con la plena convicción de que ¡es realmente el Espíritu Santo el que los está inspirando!
De hecho, las personas individualmente pueden no estar de acuerdo con alguna orientación de la Iglesia, sea en el ámbito social, doctrinal, litúrgico o pastoral (siempre que no se trate de un dogma de fe). ¡La libertad de conciencia también forma parte de la doctrina de la Iglesia! No obstante, nuestra postura como Movimiento no será divergente de la postura de la Iglesia. Y esto vale en especial para aquellos que ocupan posiciones de liderazgo dentro de nuestra Obra.
En Schoenstatt valoramos mucho la libertad. La legítima libertad de conciencia y de expresión debe estar acompañada, por lo tanto, de una adecuada formación de nuestra conciencia. Por eso, además de buscar conocimientos verdaderos en el ámbito científico, político, económico y social, nos dejamos iluminar decisivamente por la postura de la Iglesia. En especial nuestros líderes y dirigentes necesitan pensar en eso antes de dar sus opiniones en las redes sociales, pues muchas veces la postura de un dirigente es vista, en especial por las personas que lo acompañan, como ¡la opinión del Movimiento y de la Iglesia! Con eso no estamos “sobre el muro”, como algunos pueden objetar, ¡estamos dentro de los muros!, dentro de los muros de la Iglesia.
Y el motivo para tal actitud es simple: la fidelidad a nuestro Padre Fundador. Al final, el Padre Kentenich, hasta en los momentos de incomprensión y persecución por parte de la propia Iglesia, en todo siguió sus orientaciones y pidió que en su lápida fuese grabada una única frase: “Dilexit Ecclesiam” (Amó a la Iglesia), resumen de su vida, y esta continua siendo también la actitud de sus hijos. Nuestro Fundador, por ejemplo acompañó atentamente el Concilio Vaticano II. Percibió inclusive que, en algunos aspectos, nuestro carisma se había adelantado al Concilio. Acogió plenamente sus decisiones y prometió al Papa Pablo VI que Schoenstatt ayudaría en la aceptación e implementación de las propuestas del Concilio Vaticano II en la vida de la Iglesia. Y hoy nosotros, sus hijos, no queremos actuar de forma diferente.
“Contigo Padre” reza el inicio del lema de la Familia Schoenstattiana para este año. También en nuestras luchas sociales, políticas e ideológicas, que abundan en estos tiempos, volvemos a repetir: “¡Contigo Padre, amamos a la Iglesia!”.
Fuente: www. maeperegrina.org.br