Publicado el 2015-07-03 In Temas - Opiniones

Cordialidad

Por el P. Guillermo Carmona, Director Nacional del Movimiento de Schoenstatt en Argentina •

La “cercanía” y el “cuidado” son presupuestos para salir al encuentro. Pero también lo es la “cordialidad”. La palabra, deriva del latín -“cor-cordis”, “corazón-del corazón”- habla de algo que fluye desde adentro; no es pura apariencia ni buenos modales, sino cariño sincero a los demás. La verdadera cordialidad no tiene otra intención que alegrar a los hermanos. Todo brota del corazón y al corazón regresa.

La cordialidad se aprende sobre todo en el hogar. Son los padres los que enseñan a saludar y agradecer, a compartir, a ceder y a ofrecer. El colegio complementa lo enseñado y debería potenciarlo. Nuestro lema anual -“En Alianza salgamos al encuentro”- nos invita a asumirlo más en serio.

No se trata de grandes teorías sino de cosas muy sencillas: permitir el paso al otro cuando vamos caminando, o cuando estamos manejando; respetar las señales de tránsito, decir el “buen día” con sonrisa, escuchar atentamente y percibir la necesidad del otro. Interviene no sólo la palabra, sino el tono y la calidez con que se habla. Un sonido puede aportar cordialidad o distancia.

Los investigadores del lenguaje estudian el grado de afecto de las palabras, incluso de las que significan lo mismo. Son interesantes los adjetivos que las acompañan: entre decir “niña” o “mi niña”, por ejemplo, hay un mundo de diferencia, un sencillo «mi» ha llenado de ternura la expresión. Por eso es bueno incorporar en la rutina diaria un vocabulario cordial y utilizar tonos amables, positivos, que estimulan. Salir al encuentro y hacerlo bien, de eso se trata…

La sinceridad y la franqueza son esenciales para hacerlo desde el corazón. Puede ser que en el imaginario cultural exista la idea de que cordialidad y disciplina son realidades contrapuestas. Pero la cordialidad no tiene por estar reñida a la rectitud. Ser firme y ser cordial forman contraste, pero se enriquecen mutuamente: “Lo cortés no quita lo valiente”.

La cordialidad nos abre puertas para llegar a los demás; brinda buenas oportunidades para hablar de “temas serios” y apostólicos. Los especialistas dicen que las personas cordiales son normalmente cálidas, amigables, tienen una visión optimista del hombre y, por lo general, pueden influir para bien en los demás. Por el contrario, las personas con una puntuación baja en afabilidad suelen anteponer sus intereses, son distantes, antipáticas y poco colaboradoras.

Sin la cordialidad la humanidad no existiría; el animal no se habría “hominizado”. Lo que sostiene el nuevo mundo es el corazón interesado por el hermano, especialmente por el vulnerable. Un gran santo, Camilo de Lelis, sacerdote italiano, fundador de una orden hospitalaria y precursor de la Cruz Roja le pedía a sus compañeros poner “más corazón en las manos”. La frialdad, indiferencia o “ritualización” de la pastoral despersonaliza y merma la confianza y compromiso de los fieles. También de los “adeptos” a Schoenstatt.

En la Alianza de Amor, que renovamos especialmente cada 18 de mes, María y nosotros nos entregamos el corazón. Su “cor-dialidad” nos permite superar la tristeza y desánimo y crecer en la alegría, el valor, la emoción y fuerza misionera. El corazón es, en el pensar del Padre Kentenich, la sede de los afectos, los recuerdos, los pensamientos, los proyectos y decisiones. Es la sede de las elecciones decisivas, de la ley no escrita, del amor. Si ese corazón está habitado por María, se halla más en paz y en armonía.

La cordialidad es quizás una de las palabras que mejor expresa el cariño que María nos tiene: oye nuestro clamor y se hace presente -en nombre de Jesús- para darnos vida. No es apática; como Mujer y Madre cuida de quienes exponen la máxima debilidad: pobres, enfermos, mujeres, niños y pecadores. Es decir, todos nosotros.

María de la Alianza hace cercano y sensible el Dios Omnipresente: “Ha aparecido la ternura de Dios y su amor al hombre” (Tito 3,4). Esta consoladora certidumbre que tanto actualizamos en Navidad, deberíamos recordarlo todo el año. Es el Dios que se hace carne para entrar en diálogo, regalando mucho amor y su ternura.

Heinrich Böll, premio Nobel de literatura 1972, recriminó a los católicos: “Lo que ha faltado hasta ahora a los mensajeros del cristianismo de todo origen es la ternura y la cordialidad”. Podemos discutir la veracidad de su afirmación; pero no debería cabernos a nosotros: las queremos hacer siempre presente con palabras y con gestos. Así como la ternura de Dios está allí para cada uno de nosotros, sin juicios ni cuestionamientos, así también la regalamos a los otros…Salir al encuentro para ser con ellos y para ellos evangelizadores de la ternura de Dios. Gracias, Madre y Reina: tú, “vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve”.

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4 Responses

  1. EXCELENTES LOS COMENTARIOS DEL PADRE GUILLERMO CARMONA – YO DESEARÍA ASOCIARME PARA RECIBIR LO CD GRABADOS DEL PADRE PARA TENERLOS Y ESCUCHARLOS SIEMPRE.-
    ME PUEDEN INDICAR A QUE DIRECCIÓN DE CORREO DEBO DIRIGIR MI SOLICITUD?
    SIN MÁS, SALUDO A UDS. MUY AFECTUOSAMENTE , DESDE EL SANTUARIO «LA LOMA» DE SCHOENSTATT, DE PARANÁ, ENTRE RÍOS, ARGENTINA
    MI DOMICILIO: COLÓN 434-PARANÁ-ENTRE RÍOS-C.P.3100
    MI TELÉFONO: 0343 431 7780
    MI CELULAR: 0343 154042450

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