SUDÁFRICA, Sarah-Leah Pimentel •
Las últimas semanas han visto lo mejor y lo peor de la sociedad sudafricana. Lamentablemente, es el peor lado de nosotros el que ha sido noticia en todo el mundo. Los medios de comunicación de Sudáfrica también destacan la ola de violencia xenófoba que se ha extendido por todo el país, en su mayoría contra ciudadanos inmigrantes de otros países africanos, muchos de los cuales han estado viviendo y trabajando en Sudáfrica durante años. Las autoridades tardaron en reaccionar, recién lo hicieron después de la condena de otros líderes africanos.
A pesar de las críticas que nuestros medios de comunicación recibieron, es necesario contar estas historias de indecibles horrores – personas perseguidas lejos de sus hogares, golpeadas, apuñaladas, sus pequeñas tiendas saqueadas y quemadas- porque segmentos de nuestra sociedad se han negado a creer que ha estado pasando, en mayor o menor grado, desde 2008. El compromiso perseverante de los periodistas acerca de este tema es lo que nos ha retratado desfavorablemente alrededor del mundo.
La buena noticia: los sudafricanos unidos contra la xenofobia
Los medios internacionales sólo han mencionado una parte de la historia. A pesar del odio de algunos, había muchos más unidos en solidaridad, usando diferentes recursos y palabras haciéndose eco de las palabras de Jesús a sus seguidores hace dos milenios: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Independientemente de si es tu hermano o un inmigrante de otro país.
Múltiples transmisiones, periódicos y campañas online proclamaban mensajes contra la xenofobia. Una emisora independiente dedicaba horas de cobertura en vivo a la solidaridad de los sudafricanos con aquellos que se han convertido en las últimas víctimas de la xenofobia. Marchas y manifestaciones tuvieron lugar en todo el país para pedir se termine con la violencia contra los extranjeros. Celebridades lanzaron campañas para proveer insumos básicos a los desplazados por la violencia y crear campañas de concientización contra la xenofobia. En algunas de las comunidades más azotadas por la violencia xenófoba, los residentes formaron patrullas callejeras, enfrentando a menudo turbas armadas, en un esfuerzo por proteger a los extranjeros que viven en medio de ellos. Solidaridad.
Schoenstatt en ambos lados de este drama humano
La Familia de Schoenstatt también se encontró en ambos lados de este drama humano. Algunos miembros de Schoenstatt de Burundi que han estado viviendo en Durban -donde estalló esta particular avalancha de violencia xenófoba- dijeron «nadie puede ayudarnos, la policía no puede protegernos. El único que nos puede ayudar ahora es Dios y la Madre María y la oración».
La hermana Joanne, que ha estado trabajando en estrecha colaboración con este grupo, explica la desesperación que tienen: «Ellos se sienten muy aislados y con miedo -muchos de ellos no saben a dónde ir – Burundi está experimentando luchas debido a las próximas elecciones por lo que no pueden regresar, igualmente sienten que aquí han perdido su hogar. Algunos han estado aquí por 12 o 14 años. Sus hijos son ciudadanos sudafricanos y han nacido en SA. Se sienten desamparados y devastados y muy solos».
La Hna. Joanne añadió «ahora va a ser muy difícil para la comunidad de inmigrantes porque a duras penas pueden ganarse la vida y en este clima hostil será doblemente difícil para ellos llegar a fin de mes».
En un esfuerzo para aliviar a la Familia de Schoenstatt en Durban se planea iniciar visitas a los hogares de la comunidad de inmigrantes y ayudar con dinero para víveres básicos.
Un miembro de la Juventud Femenina en Johannesburgo, que nació en la República Democrática del Congo, pero ha vivido en Sudáfrica la mayor parte de su vida, publicó una noche de la semana pasada en su página de Facebook: «nuestra área está bajo ataque. Chicos por favor recen por nosotros y nuestras familias». Ella también ha participado en campañas de concientización en su universidad y está trabajando duro para cambiar las percepciones sobre los extranjeros en este país que ella llama hogar.
La propagación de la violencia de Johannesburgo desató una conversación en Whatsapp entre un grupo de la Liga de Mujeres de Schoenstatt. Ellas sentían que la oración, aunque era una parte importante de su solidaridad hacia todos los atrapados en la violencia, no era suficiente. Dawn comentó que «como Liga Femenina también tenemos que decidir sobre qué tipo de ayuda queremos ofrecer. Está todo bien y está bien decir «no a la xenofobia» desde la comodidad de nuestros sofás mientras que las personas no tienen dónde dormir. El verdadero amor está en las acciones, no sólo en palabras».
Antes del final del día, muchas de las mujeres se habían comprometido a juntar comida y mantas y levarlas a la estación de policía, donde muchos extranjeros estaban acampando en el frío de la noche, sintiéndose más seguros allí que en sus hogares. Otros sugirieron asistir al Servicio Jesuita de Refugiados que está ayudando a la gente, patrocinando una iniciativa para repartir folletos educativos en el transporte público, proporcionando alternativas de transporte para que los extranjeros lleguen a trabajar, hasta que la violencia haya aminorado.
Thope recordó que la solidaridad en tiempos de crisis es buena, pero también habló de la necesidad de una solidaridad constante para ayudar a los extranjeros que encuentran su lugar en nuestro país, a menudo para escapar del terrorismo, las guerras o la pobreza extrema de sus propios países. Ella les hizo recordar a todos sobre el proyecto apostólico de Schoenstatt, el hogar para jóvenes refugiados, Mercy House, e invitó a los miembros de la Liga de la Mujeres a aportar ayuda a largo plazo para los niños, asistiéndolos con las tareas escolares o donando material académico.
En Alianza Solidaria nos atrevemos a liberarnos de nuestros prejuicios
La Directora Nacional del Movimiento de Schoenstatt en Sudáfrica, Hna. Connie, nos recordó a todos rezar por las víctimas de la xenofobia, destacando que «los prejuicios profundamente arraigados una vez más han salido a la superficie, ya que estos prejuicios no han sido enfrentados y resueltos». Nuestra vida en la Alianza de Amor puede servir como un ejemplo de cómo podemos superar las cosas que nos dividen. La hermana Connie escribe: «En Schoenstatt hablamos de solidaridad en Alianza y en y a través de esta Alianza podemos atrevernos a arriesgar más en liberarnos de nuestros propios prejuicios, de este modo derramar gracias para los muchos que no han experimentado a una «Madre que genuinamente cuida a todos sus hijos”, sin distinción de raza, sexo o cualquier otra diferencia. María es nuestro corazón aliado y en este momento de la historia de nuestro país, rogamos por la gracia de la transformación interior para todos».
La Familia de Schoenstatt de Sudáfrica invita a la Familia Internacional de Schoenstatt a rezar en solidaridad por ese espíritu de verdadera transformación, de modo que nuestra sociedad, que está tan dividida, pueda encontrar una manera de superar el odio profundamente arraigado, la desconfianza y la ira. Transformación no sólo en Sudáfrica, sino en todos aquellos lugares donde el prejuicio nos ha impedido vernos el uno al otro como a un hermano, una hermana, una persona humana llena de los mismos sueños, esperanzas y aspiraciones que nosotros. Oramos para que se ponga fin a la violencia nacionalista, étnica y religiosa en Burundi, Sudán del Sur, Yemen, Irak… y en tantos otros lugares.
Me quedo con esta frase: «El verdadero amor está en las acciones, no sólo en palabras.» Así es. El justo equilibrio entre Marta y María…