Publicado el 2015-04-19 In Temas - Opiniones

Encuentro

ARGENTINA, P.Guillermo Carmona, Director Nacional del Movimiento •

Queridos hermanos en la Alianza,

El lema de año nos invita a que “salgamos al encuentro”. Un primer presupuesto para lograrlo es cultivar la cercanía. De eso hablaremos en esta Carta de Alianza. Nadie sale al encuentro, si primero no se hace “cercano” a otro y a los otros.

1. La fuente que alimenta nuestra cercanía es la experiencia de María, siempre cercana.

Ella sale en nuestra búsqueda y, al encontrarnos, nos alberga en Alianza para siempre. Se hace cercana para que disfrutemos de su paz y armonía espiritual.

María nos regala la conciencia de un Dios cercano al hombre, que en Jesús se hace uno de nosotros. El Papa Francisco manifestó que “es tan grande esta cercanía, que Dios se presenta como una mamá que dialoga con su niño…” Hay una tentación, nos recordaba el Papa, que es “cosificar la gracia”. Por el contrario, “esta gracia es una cercanía, una cercanía de las entrañas de Dios”. Este Dios siempre cercano nos permite alegrarnos en la Pascua, más allá de las experiencias dolorosas que sufrimos o hayamos padecido en el pasado.

2. La cercanía a María nos invita a estar cercanos a las personas.

¿Qué significa estar cerca de alguien? ¿Cuándo puede afirmarse que existe cercanía? Cuando percibo su alegría o su tristeza, su serenidad o su miedo. Estar cerca es descubrir las causas de sus esperanzas, temores o ansiedades. Los diálogos generan vínculos y éstos revelan algo del misterio de aquél a quien salimos al encuentro.

La cercanía conlleva la preocupación por su bienestar y sus intereses. El otro puede contar conmigo y viceversa. El auténtico amigo está siempre, en las buenas y en las malas. Si la relación hubiese sido sólo “casual”, no se nos ocurriría llamarlo por teléfono, enviarle un mail, mencionar su nombre o dibujar su figura en nuestro interior. Cuando estás cerca, pensás en el otro, compartís verdades, despejás dudas, soñás con proyectos compartidos.

Cultivar la cercanía puede detonarse con una pregunta trivial: “¿En qué andará? ¿Qué será de su vida?” Del recuerdo surge la búsqueda, el deseo de tomar el celular, mandarle un mensajito, hacerle una llamada o agregar un guiño en el Whats App.

3. Para cultivar la cercanía hay que compartir los sentimientos.

A veces cohibimos emociones y reprimimos la alegría o la tristeza. Nos tornamos defensivos y aparecemos distantes. También frente a Dios Padre. Nietzsche le temía y por eso confesó: “Hay que ponerle diques a Dios, no vaya a ser que nos anegue”. La manifestación del afecto emocional es importante cuando nos decidimos a salir al encuentro. Compartir sentimientos expresa el nivel de confianza que tenemos. No precisamos aparentar: somos auténticos, sinceros. No hacen faltas las formalidades. Cuando hay cercanía se tiene el convencimiento de que el otro no abandonará la relación, aun cuando haya algo que no encaja o surjan desencuentros.

4. La cercanía es una expresión de nuestra pobreza y humildad.

El soberbio y autosuficiente no siente la necesidad de salir ni está cercano a los demás. “Se las cree” y se encierra en su atalaya, desde la cual piensa dominar el mundo, ironizando a los otros y de las circunstancias. Sólo el pobre -en el sentido sociológico o existencial del término- está abierto a enriquecer y dejarse enriquecer. La cercanía es un camino de ida y vuelta: enriquezco y me enriquezco: es la sinergia del amor y del cariño.

5. También hay que estar cerca de los problemas de nuestro entorno.

Conocemos de memoria la frase del Padre Fundador: “Con la mano en el pulso del tiempo…” Este año de elecciones, por ejemplo, queremos estar cerca de la problemática política y social. Duele ver tanta lejanía y agresividad en el mundo: Andreas Lubitz estrellando el avión en los Alpes; soldados y jóvenes asesinados en Siria; atropellos físicos en las calles y avenidas de nuestras ciudades… Toda lejanía es un grito contra el amor redentor del Salvador.

María, nuestra Aliada, nos inscribe en su corazón y quiere que lo hagamos también con nuestros hermanos. Es una forma de olvidar la noche y saludar la aurora de la Pascua.

 “Cercano” a ustedes, los recuerdo y los bendigo,

P. Guillermo Carmona

 

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