Publicado el 2009-10-17 In Temas - Opiniones

Este 18 de octubre celebramos los 95 años del Movimiento de Schoenstatt

Padre Javier Arteaga. Este 18 de octubre celebramos los 95 años del Movimiento de Schoenstatt. Mucho ha sucedido en estos 95 años: se han multiplicado los Santuarios de la MTA, los aliados de María se han extendido por los cinco continentes y muchos de ellos, siguiendo las huellas del P. Kentenich, han dado frutos de santidad de vida al servicio de la Iglesia y del mundo.

 

Santuario Original, primer minuto del 18 de octubre

Ante tanta fecundidad muchos se preguntan: ¿cuál es el corazón, el secreto de Schoenstatt? Hace varios años un joven médico me contó que durante mucho tiempo participó en retiros espirituales y conferencias pedagógicas las cuales le ayudaron mucho en su vida personal, pero recién captó y descubrió lo que es Schoenstatt cuando selló la Alianza de Amor con María y comenzó a vivir en Alianza con Ella. Ese es el corazón de Schoenstatt, la Alianza de Amor con María.

Miremos los orígenes de Schoenstatt. En agosto de 1914 estalla la 1ª guerra mundial y muchos jóvenes de la Congregación Mariana deberán partir para el frente de batalla. Para muchos la guerra era causa de euforia patriótica; pero para el P. Kentenich era un signo de decadencia moral, por lo tanto era un llamado a la conversión y a una santidad heroica. El P. Kentenich advirtió inmediatamente que la vida en el frente de batalla demandaría de esos jóvenes todas las fuerzas para mantenerse fieles a sus altos ideales. ¿Qué hacer por ellos? ¿Cómo fortalecerlos en esos momentos decisivos? En esos primeros días de agosto el Padre Fundador leyó un artículo en un diario católico sobre la historia del Santuario de Pompeya en Italia, un lugar de gracias surgido no por una aparición de la Virgen sino por el pedido de un laico, el Dr. Bartolo Longo, a María. Pompeya fue un lugar de milagros de transformación interior. ¿No podía ser que María también tomara posesión de la antigua capillita de San Miguel, en Schoenstatt, transformándola en un lugar de peregrinación por el ofrecimiento de los congregantes así como en Pompeya lo había hecho por la entrega de Bartolo Longo? Por otra parte ¿qué mejor seguro y amparo podrían tener los jóvenes que debían partir a la guerra que consagrarse a la Santísima Virgen? Si bien había muchos signos confirmatorios de Dios, la decisión de dar ese paso fue para el P. Kentenich el mayor salto de fe en la Divina Providencia, mayor aún que la decisión de ir a Dachau.

Así fue que el domingo 18 de octubre de 1914 a las 17 hs. el P. Kentenich se reunió con unos 50 jóvenes de la Congregación Mariana en la capillita del valle y les compartió una audaz idea: que por la consagración de sus vidas a María y una firme autoeducación en la santidad, María se estableciera en la capilla y la transformara en su Santuario. La Sma. Virgen, por su parte, debía manifestarse allí como la Madre y Educadora para que cada uno alcanzara el mayor grado posible de santidad. Ella atraería hacia allí a los corazones jóvenes para transformarlos y enviarlos como apóstoles de Cristo. Esa fue la 1ª Alianza de Amor, así Dios irrumpió nuevamente en nuestra historia haciendo brotar un nuevo manantial de gracias, el Santuario de Schoenstatt. «Ella quiere ofrecernos aquí, en el Santuario, un hogar espiritual, un terruño, una patria». (P. Kentenich, Prédica en Stuttgart, 28.8.1940)

Toda la historia posterior al 18 de octubre de 1914 confirma que la Sma. Virgen tomó en serio esa Alianza de los jóvenes. La Alianza de Amor no es una idea, es irrupción de la Gracia, no es sólo un acto ascético, es un camino de vida que transforma, renueva la vida personal y social y la eleva porque está impulsada por el amor de Dios.

Hoy también vivimos tiempos marcados por la decadencia y las turbulencias sociales pero no tenemos miedo. Como en 1914 son tiempos que nos desafían a una santidad heroica, que requieren de nosotros mayor entrega, fidelidad en la fe y un decidido compromiso cívico. Como los primeros congregantes, vivamos hoy radicalmente nuestra Alianza con María, anunciemos y ofrezcamos a muchos hermanos este camino de renovación y seamos así un signo de esperanza cierta.

¡Feliz día de Alianza y bendiciones a todas las madres en su día!

 

Carta de Alianza, 18 de octubre de 2009

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