Schnittblumen Anschnitt

Publicado el 2023-05-31 In José Kentenich

Otra mirada al padre Kentenich: experto en flor cortada

P. Elmar Busse •

Si se va a las publicaciones sobre el P. Josef Kentenich con métodos de análisis de contenido cualitativo de las ciencias de la comunicación o investigación de palabras clave de marketing, se encuentra como marca o logotipo la barba blanca como la nieve y como palabras clave: «pronta canonización», «siempre», y desde 2020: «Abuso». En la siguiente serie de artículos nos gustaría dar una mirada diferente a Kentenich: ni el de la barba poblada, ni el candidato a canonización, pero tampoco el sospechoso de abuso de poder o abuso espiritual. —

Tras la muy positiva respuesta de los textos escritos hace unos 30 años por el P. Elmar Busse, ligeramente actualizados, el autor se sintió motivado a presentar «otras miradas» al padre Kentenich en el mismo estilo, escritas en este año 2023. Esperamos, más allá de las atribuciones habituales, posibilitar una mirada nueva y viva sobre la compleja figura del fundador y despertar así la curiosidad por tratarla con mayor intensidad. ¡Creemos que vale la pena!

Flores marchitas

A los pocos días de mi cumpleaños tuve que sacar las rosas de los ramos que me habían regalado porque se habían secado. Las hojas verdes superiores se desmoronaron bajo mis dedos, los pétalos colgaban flácidos. Y entonces vi la causa: se había formado una capa viscosa en las superficies cortadas de los tallos de las rosas, lo que impedía que las flores absorbieran el agua del florero. En realidad, yo debería haberlo sabido. Después de todo, mi madre era una jardinera experta y ya nos había enseñado de niños que las flores siempre deben volver a cortarse: tallos duros en ángulo y tallos suaves rectos. De hecho, no lo había hecho por conveniencia y ahora tenía que asumir las consecuencias. Pero no solo las flores cortadas pueden tener ese problema. Tal capa viscosa puede también cubrir el alma de modo que lo que nutre el alma ya no pueda «pasar».

El metabolismo mental-espiritual

El benedictino vienés David Steindl-Rast, de 96 años, escribió un libro con muchos recuerdos de su vida: «A través de ti soy tan yo». El mensaje llega claro: el alma solo puede vivir, respirar y crecer cuando se encuentra con otras personas, solo a través de este “metabolismo” mental y espiritual que se produce con cada encuentro real. El filósofo judío Martin Buber, que creció con sus abuelos después de que sus padres se divorciaran, se sintió profundamente decepcionado cuando, a la edad de 16 años, conoció a su madre. Más tarde llamó a esta conversación «Gegnung» (palabra que no aparece en el diccionario alemán y procede de quitarle el prefijo a “Begegnung”, que significa encuentro. El resultado puede entenderse como “desencuentro” (N de la T)). Las personas que sufren por no poder tener contacto con los demás son lo que llamamos personas con incapacidad de relación. Es como si tuvieran una capa viscosa en el «órgano receptor» de su alma como la que tienen las rosas en los extremos de sus tallos.

Pero incluso las personas que invierten más en su fachada que en su verdadero yo tienen ese bloqueo, solo que esto se desplaza más hacia adentro, porque están constantemente atormentadas por la pregunta: si los demás supieran cómo soy realmente, ¿me apreciarían o incluso me amarían? El aprecio recibido no penetra hasta el fondo de la persona y por tanto no puede fortalecerla.

No fuimos creados para ser Robinson Crusoe. Somos seres sociales. El hombre aislado se marchita, su alma literalmente se seca.

Anestesia del alma

Pero no solo en los encuentros cotidianos, sino también en el contacto con el sufrimiento pueden surgir estrategias que finalmente aíslan a las personas y permiten así que el alma se seque.

Si una noticia triste golpea nuestra alma, ciertamente podemos recurrir a estrategias «comprobadas» para evitar el dolor. La más sencilla es la banalización: «¡Bueno, no es para tanto!»; algunos se lanzan al activismo ciego, que, sin embargo, no tiene nada que ver con una posible solución al problema; algunos se lanzan a la botella o incluso las drogas y se anestesian a sí mismos, eso es mucho más preocupante.

Algunos se despiden de su YO emocional y se instalan permanentemente en su YO analítico. Recuerdo a una mujer que, después de algunas conversaciones para generar confianza, finalmente pudo hablar con alguien sobre cómo su hermano mayor había abusado sexualmente de ella varias veces. Pero lo dijo en un tono tan inexpresivo, como si no se tratara de ella sino de otra persona. Le costó contarlo varias veces antes de que finalmente entrara en contacto con su dolor y enojo hacia su hermano y pudiera expresarlo en voz alta. ¡Finalmente pudo gritar y llorar! Finalmente, su rostro de piedra cobró vida.

Cuando un niño tiene que ir a un orfanato

El sensible niño José Kentenich, a quien su madre tuvo que llevar al orfanato de Oberhausen a la edad de ocho años y medio por motivos económicos, inconscientemente recurrió a la estrategia de evitar el dolor: si la separación duele tanto, mejor no vuelvo a dejar que nadie se acerque a mí otra vez, así no tendré que sufrir el dolor de la separación.

Sin embargo, esta estrategia, que a primera vista parecía tan lógica, tuvo el fatal “efecto colateral” de que el alumno Kentenich padeciera una terrible soledad. Debido a su inteligencia, tenía muchos admiradores, pero ningún amigo. Y tampoco sabía por qué padecía esta barrera a la cercanía emocional.

Fue solo muchos años después de su curación, que él atribuyó a la acción de la Santísima Virgen y que situó en el momento de su ordenación, cuando pudo reflexionar sobre el antes y el después. En cualquier caso, por primera vez en 1955 tenemos un testimonio suyo sobre sus problemas mentales en su adolescencia y su juventud.

En una carta al prefecto de la Congregación Mariana, Josef Fischer, escribió en diciembre de 1915: “¿Puedo desvelar un poco el velo de mi pasado? Desde el momento en que entré en el noviciado hasta mi ordenación sacerdotal y más allá, tuve que soportar constantemente las luchas más insanas. Ni el más mínimo rastro de felicidad y satisfacción interior. No fui comprendido por mi director espiritual y tuve poco apoyo sobrenatural en mi enfermiza dirección de pensamiento racionalista-escéptico. Era una locura interna y externa, es decir, sufrimiento mental y físico también. Tal vez le cuente más sobre esto más adelante. Si no hubiera pasado por esta evolución completamente anormal, no podría haber sido lo que se supone que debo ser para ellos en virtud de mi posición y lo que me esforcé por ser. Aplíquelo a su condición y a su futuro. Pero también comprenda mi pleno y profundo interés en las fases de sus luchas”. [de “¡Mi querido Prefecto! Cartas a Josef Fischer del período fundacional de Schoenstatt” Patris, Vallendar-Schönstatt 2018, pags.80 y sig.]

Reactancia

Cualquiera que esté menos interesado en las flores y no tenga mano de jardinero, pero que esté familiarizado con los aparatos técnicos, puede recordar los dispositivos de medición de voltaje analógicos. Se podían medir voltajes de 1000 voltios y milivoltios con el mismo dispositivo. Lo único que importaba era qué reactancia se elegía para colocar la varilla de medición. Por supuesto, si se elegía el rango de medición de 1 kV y se colocaban las varillas en una batería de 1,5 V, el puntero no se desviaba. Pero si se activaba el rango de prueba de 10 V, entonces se podría leer exactamente el 1,5 V.

Como estrategia para evitar el dolor, algunas personas han intercalado una «reactancia» alta frente a su alma porque han experimentado muchas cosas malas. Esto hace que lo malo parezca menos doloroso. Pero el problema es que incluso se dificulta que surjan los sentimientos positivos como reacción a algo bueno.

El investigador del comportamiento Konrad Lorenz, galardonado con el premio Nobel, publicó un libro en 1973: «Los ocho pecados capitales de la humanidad civilizada». En él escribe los procesos que ponen en peligro a la humanidad y que son – según Lorenz – “… el desvanecimiento de todos los sentimientos y afectos fuertes a través del afeminamiento. Los avances en tecnología y farmacología fomentan una creciente intolerancia a cualquier cosa remotamente desagradable. Con esto desaparece la capacidad de las personas para experimentar esos placeres que solo pueden obtenerse mediante un arduo esfuerzo para superar los obstáculos. La ondulación natural de los contrastes de alegría y tristeza se desvanece en oscilaciones imperceptibles de aburrimiento sin nombre”. (pág. 107)

Esto es Inscriptio

Si dejamos que el análisis de Konrad Lorenz actúe sobre nosotros, entonces tenemos una nueva mirada sobre el amor condicional de la cruz, que el padre Kentenich, siguiendo a san Agustín, llama «Inscriptio». Cuando «inscribo» mi corazón en el corazón de Jesús y cuando Jesús «inscribe» su corazón en mi corazón, entonces soy atraído hacia la vida y el destino de Jesús.

San Pablo lo expresa de forma clásica:
“¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Porque si hemos hecho una misma cosa con él por una muerte semejante a la suya, también lo seremos por una resurrección semejante; sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuera destruido este cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado. Pues el que está muerto, queda librado del pecado. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; mas su vida es un vivir para Dios. Así también vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús”. (Rom 6,3-11)

Y en Gálatas describe su estrecha conexión con la vida y el destino de Jesús de la siguiente manera: “En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí”. (Gal 2,19-20)

Esta conexión espiritual con Cristo incluso tuvo un efecto psicosomático en las heridas de Cristo que se formaban en su cuerpo: “En adelante nadie me moleste, pues llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús”. (Gal 6,17). También san Francisco, el padre Pío (+1968) y Therese Neumann von Konnersreuth (+1962) tenían estos estigmas, por nombrar solo tres de la multitud en los que se pudo observar este fenómeno.

El padre Kentenich señaló repetidamente que una de las consecuencias de la ausencia de pecado original en María fue su rica vida afectiva. Sin embargo, esto también significó que experimentó y sufrió muy intensamente el sufrimiento de su hijo en el Gólgota. Ya la profecía del anciano Simeón indicaba: “¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! – a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones-“ (Lc 2,35) En la reflexión sobre la XIII estación del viacrucis, escrita por el padre Kentenich desde Dachau, dice así: Después de que ella, la segunda Eva (se refiere a María), aceptó tu muerte, comprende María cada sufrimiento de los herederos de Adán y se preocupa con solicitud maternal de que cada dolor haga más plena la obra de la Redención. (HP 320)

Raspar la córnea del alma

El “voltímetro” mental puede oscilar muy violentamente hacia el lado del dolor porque está ajustado con sensibilidad. Pero tal «voltímetro» mental también puede oscilar violentamente del lado de la suerte. Aquí de nuevo nuestro fiador Pablo: “Más bien, como dice la Escritura, anunciamos: lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman”. (1 Cor 2, 9)

Entonces, si queremos vivir una vida intensa, entonces es importante que sigamos raspando la «córnea» de nuestra alma -para usar otra metáfora- y siempre tengamos el coraje de atravesar el anillo de fuego del dolor sin adormecernos, ni racionalizar, ni minimizar o usar otras estrategias para evitar el dolor. Vivir en los pasos de Cristo no es para cobardes. Pero habrá sido una vida plena cuando miremos hacia atrás.

Así que la próxima vez que corte los tallos de un ramo de rosas recién comprado, haga una pausa por un momento y pregúntese cómo se ven los cortes de su alma y si es necesario cortar de nuevo la superficie cortada que está viscosa.

Schnittstelle

 

Original: alemán, 28.5.2023. Traducción: Paz Leiva, Madrid, España.

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1 Responses

  1. fernando besser dice:

    Estimado P. Elmer Buse, en primer lugar agradecerle por su novedoso escrito, los buenos ejemplos y las buenas ideas que propone.

    Me gustó la introducción de palabras claves de marketing «Barba blanca como la nieve»; «pronta canonización»; «siempre»; y, ahora último «ABUSO». Interesante su cierre …NI, NI …TAMPOCO!!

    Su texto, hondamente humano, es un valioso aporte a nuestro padre real; humano hasta el tuétano. Ciertamente la imagen de la Barba Blanca y pura como la nieve está bien abusada por los detractores para demolerlo; e instalar como emoción la IRA por las situaciones, seguramente reales que se presentan; aunque se saquen de contexto y se presenten fuera de su tiempo como si fueran hoy. La neurociencia enseña que la IRA es respuesta a la injusticia, y las comunicaciones modernas que las palabras crean realidades y producen reacciones emocionales. Una y otra clave de marketing tiene el defecto de elevarlo del suelo poniendo en riesgo increíble su humanidad.

    Y, los santos, son imitables no porque son perfectos sino que por la fe que tienen en Dios; y en eso, nuestro padre fundador es experto tanto con la FILIALIDAD (somos hijos amadísimos de Dios porque Él nos creó) y la FE PRACTICA EN LA DIVINA PROVIDENCIA (la dinámica viva de Dios con nosotros es asible, podemos ver al Dios con nosotros actuando para adherirnos desde nuestra libertas con nuestra voluntad, para acompañarlo y colaborarle; de cada uno depende tomar esa opción).

    ¿Cuál puede ser la «propuesta de marca» para este tiempo que es enteramente nuevo y está moviendo al mundo, a la iglesia y al movimiento? Tanto la imagen de la barba blanca como la nieve como la «pronta canonización» son elementos comunicaciones que se empoderaron en parte conscientemente y en parte porque gustaron y tomaron vuelo. En cualquier caso, eso es lo que hoy se usa en comunicaciones y es lo que necesitamos urgente para nosotros, para la iglesia y para el mundo que ahora es proactivo; y, ya no es reactivo (como en el siglo y milenio pasado).

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