Publicado el 2022-05-22 In José Kentenich

Todo nuevo desarrollo implica una curva de aprendizaje

P. Pablo Gerardo Pérez, Director Nacional Movimiento Apostólico de Schoenstatt Argentina •

Mayo tiene su densidad, patriótica y mariana. Por el 25 que se viene y porque el pasado 8 peregrinábamos (por lo menos espiritualmente) a Luján, para celebrar a nuestra patrona de Argentina. En el hemisferio norte, donde nació nuestro Movimiento, mayo es Mes de María. Son recordadas las flores de mayo de José Engling como muestras de su amor por nuestra madre. —

Un mayo paradójico

Aunque las gracias, a veces, llegan de manera paradójica. A comienzo de mes tuvimos la noticia dolorosa de que el obispo de Tréveris, Mons. Ackermann suspendía el proceso de beatificación de nuestro Padre Fundador. Nos sorprendió y dolió la noticia, por el cariño que le tenemos a nuestro fundador y porque superficialmente el titular suena a descreimiento en su persona.

Gracias a Dios, en el comunicado el Obispo es muy enfático y claro, expresando que la suspensión para nada tiene una connotación negativa en torno a la persona del Padre. El sentido es abrir espacio y levantar el sigilo para que se pueda investigar más, con una mayor libertad y dar difusión de los resultados a los que se vayan arribando.

Santidad no es ausencia de errores

Se avizora un tiempo de mayor profundización en la historia del Padre y de Schoenstatt. Nuestro fundador, en vida, buscó conscientemente que el carisma sea comprendido en profundidad por las autoridades de la iglesia. Lejos de intentar pasar desapercibido, buscó mostrar y confrontar lo que hacía para que el mensaje profético resplandeciera. Kentenich, consciente de su misión, desarrolló “el proyecto Schoenstatt”, lo presentó y ofreció a la iglesia como un modelo profético.

Ante los cuestionamientos a su persona, también se condujo de esa manera. Mantuvo siempre la comunicación. Buscó que las autoridades lo juzgaran. Nunca huyó ni se escondió. Es el sentido del escrito “Apología pro vita mea” y de la famosa “Epístola perlonga”.

Paralelamente, repensar la santidad de Kentenich nos hace seguir hilando fino en la comprensión de la santidad. Claramente vemos ahora que no es ausencia de confrontaciones. En el 2020 se hizo patente cómo Kentenich se confrontó con autoridades de los palotinos, el episcopado alemán, un grupo de hermanas de María…

Tampoco es ausencia de errores. Seguramente nuestro Padre haya cometido varios. Sobre todo, tratándose de un innovador en materia de pedagogía. Todo nuevo desarrollo implica una curva de aprendizaje y eso no se da sin algunas experiencias fallidas. La santidad consiste en una vida vivida en plenitud de amor mirada más en su conjunto. En la visión panorámica de su historia personal se puede apreciar la belleza, plenitud y heroicidad de una vida entregada y audaz desde el principio hasta el final.

La hora de los hijos

Con la suspensión del proceso la mirada recae ahora más en nosotros, los hijos. Vuelven a resonar en nuestras filas las palabras de San Juan Pablo II: “¡Canonícenlo ustedes!” Se acaba de abrir un nuevo proceso, implícito, no oficial, de beatificación que se juega en nuestra propia vida. Era ya un anhelo de nuestro Padre en vida: tener santos ejemplares que se ofrecen como modelos para la iglesia.

Indirectamente, la santidad y fecundidad de toda la obra de Schoenstatt (en manera conjunta y de cada uno en particular) dará testimonio, o no, de la santidad del fundador. Se hace más necesario aún que todo el sueño del P. Kentenich con Schoenstatt se continúe desarrollando. Si amamos al Padre tenemos que continuar con su obra. Ahora enfocados y concentrados en esta dirección, que tiendo a pensar es la que más le entusiasmaría al propio José Kentenich.

El P. Kentenich cual “otro Moisés” pudo visualizar la tierra prometida pero no llegó a entrar en ella. Vio el sueño de una Iglesia nueva, la Iglesia de las nuevas playas, “de la nueva orilla” realidad que lentamente se va desarrollando. Somos nosotros los protagonistas, responsables de llevar a la plenitud el sueño del Padre de gestar, desde el Santuario, una nueva Iglesia y sociedad. Qué mejor carta de recomendación de la santidad del Padre que este desarrollo.

A nivel dirigencial, veo a Schoenstatt en un momento crucial. Tiempo de discernir sinodalmente (así nos pide el Papa hoy) y en mayor profundidad el horizonte hacia donde vamos con nuestra obra. (…)

La paternidad no se suspende

(…) En lo personal y hacia dentro de nuestra vida, por supuesto que seguimos vinculándonos a Kentenich como hijos.

La paternidad no se suspende, la filialidad tampoco. Al contrario, vamos por más. Pero no proselitistamente. De hecho, creo que más de una vez los schoenstattianos hasta hemos cansado a otros católicos (doy fe de varios párrocos) con fanatismos en nuestra propuesta (imagen de la Virgen de Schoenstatt y del P. Kentenich), pero con una pobre participación en la vida de parroquias o diócesis.

Un carisma vivido proselitistamente que muchas veces entra en confrontaciones estériles hacia dentro de la iglesia, no es un carisma vivido con madurez e insertado en la vida eclesial. Tenemos aquí un desafío. Kentenich no es una bandera que hay que mantener en alto a toda costa, cueste lo que cueste. Lo que el P. Kentenich nos ofrece es una manera de mirar la vida, de ser Iglesia y de construir nuestra sociedad.

Extractos de la Carta de Alianza, 18 de mayo de 2022, publicada en www.schoenstatt.org.ar

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