Fuentes historia Kentenich

Publicado el 2021-04-13 In José Kentenich

¿Construir la historia a partir de los testimonios de Herodes, Anás, Caifás y los testigos del sanedrín?

CHILE, José María Fuentes •

La historia de Jesús nos llega a través de los cuatro evangelistas; ella nos da la visión de la vida de Jesús que la Iglesia consideró como auténtica desde los comienzos. Sin duda, los que condenaron a Jesús o testificaron contra él tenían otra visión. Los evangelios apócrifos reflejan una visión distinta de otro grupo de partidarios de Jesús. —

Elaboración de la historia

Libro: El padre puede hacerloVon Teuffenbach, en su libro “El padre puede hacerlo”, construye una imagen del P. Kentenich a partir de los testimonios de 10 ex-Hermanas de María y 3 padres palotinos contrarios a él. Su texto no corresponde a una historiografía (estudio histórico con diversidad de fuentes), a una recolección documental (ya que en toda la primera parte y antes de la aparición de cada documento hace interpretaciones para predisponer anímica e intelectualmente al lector).

Con destreza e inteligencia, la autora va generando simpatía e identificación con las ex-hermanas y animadversión con el P. Kentenich. A través de los testimonios de los sacerdotes acentúa la imagen que el P. Kentenich era un hombre que no sabía escuchar ni integrar opiniones contrarias a las suyas. Tal como lo reconoce la autora, la mayor parte de esta información la obtuvo de un archivo que el P. Heinrich Maria Köster, un palotino contrario al P. Kentenich, elaboró contra él a mediados de los ‘70 y que complementó en los ‘80.

La historia del P. Kentenich nos ha llegado a través de diversos testimonios y trabajos de documentación. Han sido relevantes las biografías que los padres de Schoenstatt elaboraron a partir de su muerte. Los padres Alessandri, Uriburu, Monnerjahn y Niehaus escribieron, entre los comienzos de los ‘70 y fines de la primera década de este siglo, distintas biografías. Christian Feldmann, un periodista católico no schoenstattiano, escribió otra a mediados de la década del 2000. La hermana Schlickmann escribió la suya a mediados de la década del 2010. Sólo en estas dos últimas se dice, en un par de frases, que los resultados de las visitaciones se debieron, en parte, a la participación de hermanas críticas al P. Kentenich.

Reflexión

El asunto es que las acusaciones han cambiado el panorama. Es acuciante la pregunta ¿Qué nos quiere decir Dios con ello? ¿Qué le quiere decir a las Hermanas? ¿Cómo nos invita a enfrentar la destrucción sistemática de la imagen del P. Kentenich? ¿Por qué lo ha permitido?
Para el P. Kentenich, la experiencia de Dios de una persona, y con ello la posibilidad de su verdadero desarrollo, depende, en forma importante, de las vivencias humanas que ella vaya experimentando a lo largo de su vida. Aunque esta concepción se fue desarrollando en el tiempo, sin duda estuvo presente desde el comienzo. En 1912, al comienzo de su trabajo, invita a los seminaristas palotinos bajo su cargo a trabajar, juntos, para desarrollarse como personalidades libres, firmes y sacerdotales. Complementa lo anterior diciéndoles que les va a entregar todo su corazón, lo que facilitó su desarrollo y les permitió experimentar la compañía y el afecto de Dios a través de él. Esto los ayudó enormemente a enfrentar la experiencia traumática de las trincheras en la primera guerra mundial. Esta actitud y esta experiencia se fueron ampliando y profundizando a lo largo de los años. Aunque esto no fue exclusivamente con las Hermanas de María, sin duda ellas, como comunidad, jugaron un papel importante. Con ellas él se experimentó, en una forma intensa, como padre y pudo ver también los efectos positivos que esta experiencia iba produciendo en ellas.

El estilo y las prácticas que son objeto de controversia en este momento, y que también lo fueron en la visitación de la diócesis de Tréveris y posteriormente en la visitación del Santo Oficio, están relacionadas con la experiencia y el desarrollo de las Hermanas. Experimentarse aceptado y amado por Dios con todas las propias limitaciones y carencias es una vivencia central en el desarrollo humano y religioso; el sentido de estos actos era esta experiencia de aceptación y la total entrega a Dios de la persona como respuesta.

Para las Hermanas de María siempre el tema de la visitación y el exilio han sido temas difíciles de abordar. Es claro que les tocó sufrir mucho durante esos años. Experimentaron la hostilidad, y muchas veces el trato brusco, del P. Tromp (el visitador del Santo Oficio) y de los palotinos contrarios a Schoenstatt. También fue muy dolorosa la separación obligada del P. Kentenich. El prestigio del P. Kentenich y de ellas mismas – al igual que ahora – fue violentamente atacado. Todo esto le hemos podido leer y escuchar desde hace mucho tiempo.

Lo nuevo que hemos sabido en los últimos meses es que hubo un grupo de hermanas (en torno a la veintena) que tuvo conflictos con el P. Kentenich y que hablaron contra él en las visitaciones. También hemos tenido acceso, como consecuencia de las acusaciones de von Teuffenbach, a una parte de las costumbres y estilos de las Hermanas.

Es entendible que las Hermanas hayan tenido pudor para contar que un grupo de ellas fue, en parte, motivo del exilio del P. Kentenich y pudor para que salieran a la luz pública detalles más íntimos de la vida de su comunidad.

El asunto es que las acusaciones han cambiado el panorama. Es acuciante la pregunta ¿Qué nos quiere decir Dios con ello? ¿Qué le quiere decir a las Hermanas? ¿Cómo nos invita a enfrentar la destrucción sistemática de la imagen del P. Kentenich? ¿Por qué lo ha permitido?

A fines de los años ’40, el P. Kentenich quería que la experiencia de Schoenstatt, que había demostrado ser sólida para enfrentar los duros desafíos del tiempo, pudiera ser conocida y aprovechada por la Iglesia. Para eso invitó al obispo de Tréveris a visitar Schoenstatt, especialmente a las Hermanas de María, en la esperanza que él entendería los procesos de vida que ahí se estaban dando. El obispo transformó esta invitación en una visitación canónica y aunque alabó los resultados obtenidos en el desarrollo de las Hermanas, no aprobó muchas de las estrategias pedagógicas del P. Kentenich, con lo que comenzó la dura confrontación.

Oportunidad que nos abre la Providencia

¿Cómo respondemos a los tiempos de hoy? ¿A qué nos invita Dios en 2021? ¿Cómo participamos y facilitamos la fecundidad de esta corriente de gracias? Si nos miramos con honestidad, debemos reconocer que hay mucho por hacer (o que deberíamos haber hecho) y que si no lo hacemos los frutos de esa corriente de gracias no serán los que debieran.
La situación actual es una nueva oportunidad que nos abre la Providencia para mostrar la riqueza de Schoenstatt, su pedagogía y espiritualidad, para la Iglesia de hoy y, en forma muy especial, para la sociedad de hoy. Era precisamente lo que el P. Kentenich quería originalmente. Hacer esto significa un movimiento hacia atrás y otro hacia adelante.

Hacia atrás significa recapitular la historia. Hacer una nueva historiografía más profunda y detallada de todo el entorno del 31 de mayo de 1949, especialmente lo que sucedió entre la salida del P. Kentenich del campo de concentración de Dachau (1945) y el término de la visitación del Santo Oficio (1953). Hacer esto requiere una especial participación de la Hermanas de María, ya que ellas son las que disponen los mejores archivos de esa época. Es vital, para tener una visión completa, tener acceso y conocer lo que la mayoría de ellas experimentó en esta etapa de la vida. Quedarse sólo con los testimonios de los contrarios al P. Kentenich es una injusticia hacia él. Sería muy valioso contar con los testimonios de las hermanas que se quedaron en la comunidad, estaban contentas en ella y se identificaban como hijas espirituales del P. Kentenich. Tal vez existen diarios personales de hermanas que ya murieron, pero lo que es seguro es que existen crónicas de cursos, casas y provincias. Dentro de este trabajo debe integrarse la experiencia subjetiva de sufrimiento que estas ex-hermanas tuvieron con la comunidad y con el P. Kentenich. Hacer esta labor, que no puede estar circunscrito sólo a las hermanas, requerirá mirar críticamente el pasado y constatar que el P. Kentenich, en su camino de santidad, fue aprendiendo. Esto significa que, en sus prácticas pedagógicas, tuvo éxitos y fracasos; a veces acertó con lo que hacía y, en otros casos, se equivocó.

Pero no basta con mirar hacia atrás, Schoenstatt es una iniciativa de Dios para dar una respuesta hacia el futuro. ¿Para qué estudiar las acusaciones contra el P. Kentenich si eso no tiene una consecuencia práctica? La corriente de gracias que comenzó con la Alianza de Amor del P. Kentenich con la Madre de Dios en el Santuario de Schoenstatt el 18 de octubre de 1914 está llamada a proyectarse en el tiempo. Existe para dar respuesta a los hombres de nuestro tiempo que viven junto a nosotros, en nuestras ciudades, nuestros campos, nuestros lugares de trabajo, nuestras casas y en todos los lugares donde nos topamos con ellos; también para aquellos con lo que no nos topamos, pero que, sin duda, existen en nuestra lejanía. ¿Cómo respondemos a los tiempos de hoy? ¿A qué nos invita Dios en 2021? ¿Cómo participamos y facilitamos la fecundidad de esta corriente de gracias?

Si nos miramos con honestidad, debemos reconocer que hay mucho por hacer (o que deberíamos haber hecho) y que si no lo hacemos los frutos de esa corriente de gracias no serán los que debieran.

Hay por los menos tres campos en que estamos llamados a hacer un esfuerzo por mejorar lo anterior: responder a los desafíos del tiempo, tener una fuerte acentuación de servicio tanto a los cercanos como a los lejanos (especialmente a los necesitados) y aprender a compartir y trabajar con otros (entre nosotros, con otras comunidades, con otros tipos de personas, etc.). Como es un tema largo, lo abordaré en un artículo futuro.

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13 Responses

  1. Estimado José María, contento y agradecido del aporte de tu valioso trabajo; me gusta el tono abierto, sin descalificaciones, buscando escuchar y respetar a todas las partes.

    No comparto, no son un aporte los comentarios del matrimonio Gonzalez (Miguel y Rosario) y me disculpo por esos.

    Además de avanzar en la línea que propones, de escuchar equitativamente a todas las partes (los contrarios al padre y los que están a favor), la tarea colaborativa, del tiempo moderno y sinérgico, es ampliar la visión sumando a los hechos objetivos las percepciones subjetivas, todas legítimas y propias, sin descalificaciones y desde la buena intención de todos los actores. Se trata de construir una nueva mirada de la realidad que permite comprender lo que cada uno vive y hace, con el fin de hacer justicia, desde la perspectiva adulta, que cada uno asuma las consecuencias de sus actos. Afortunadamente el P.Kentenich es un fundador con carácter y personalidad, no fue un abuelito entre nosotros y muchos legítimamente, ejerciendo su libertad tuvieron posición divergentes, lo que no es más que un hecho habitual entre personas.

    A fines de octubre del 2020, escribí «Educar nuestra conciencia
    frente al Plan para dañar la imagen del candidato P. José Kentenich seguir un plan consciente» que habla de los abusos sexuales que son criminales y los demás abusos (poder, posición, consciencia) que no son criminales, entre adultos. Para mí es importante que nadie ha acusado al P.Kentencih de abuso sexual.

  2. José María Fuentes dice:

    Eduardo, tal como señalas, el proceso de la visitación fue largo y complejo. En el artículo sólo me refiero a que al P. Kentenich le parecía una oportunidad para compartir en la Iglesia la riqueza que Dios le había regalado Schoenstatt.

  3. Miguel González dice:

    A la larga de lista de insultos y humillaciones en contra de las Hermanas denunciantes, que cuentan con todo mi respecto y el de muchos miembros del movimiento, el autor de esta desafortunada columna agrega ahora una ofensiva comparación con Herodes, Caifás y Anás, lo cual, además, deja a Kentenich en el lugar del crucificado. Es evidente que no hemos aprendido nada de la historia reciente de la Iglesia; al comienzo del caso Karadima, también los denunciantes fueron calumniados y perseguidos por los seguidores del «santito» (como se dejaba llamar el ex-sacerdote). Sin embargo, los testimonios recopilados por Alexandra siguen ahí: coherentes, lúcidos, valientes. La historia reciente nos enseña a escuchar a las víctimas. Y Kentenich no es aquí la víctima, como da a entender el autor de esta columna, sino el victimario. Es la triste verdad. Ninguno de sus defensores ha logrado desvirtuar los testimonios, que además explican el retraso de la causa de beatificación y el «exilio» de Milwaukee, sobre cuya verdadera causa hemos sido engañados durante décadas. Ni siquiera Kentenich desmiente los testimonios, sino que intenta justificarlos señalando precisamente que «el padre puede hacerlo», porque «el padre (¿Cuál padre, Dios o el sacerdote?, esto no queda muy claro) es todo y la hija, nada» y por lo tanto puede «corregir a la hija» por medio de métodos abusivos. ¿Corresponde una frase así a la dignidad de hijos de Dios que nos vino a anunciar Cristo? ¿Es así como Jesús trató a las mujeres de acuerdo al Evangelio, del cual nos hemos olvido y lo hemos remplazado por una repetición interminable y estéril de los «cuatro hitos» de la vida del sacerdote Kentenich?
    La encarnación, la predicación, la cruz y la resurrección, Pentecostés: eso son los hitos que debemos recordar siempre. Espero que llegue el día en que comprendamos que Jesús y María en el Santuario son el verdadero centro de Schoenstatt y que nadie puede pretender ocupar el lugar de Dios en la vida de otras personas, sino reflejarlo hasta cierto punto, con humildad y silencio.

    • Miguel, calma y respeto por favor. El autor usa la analogia respeto a testigos para narrar una historia. De ninguna manera usa la analogia para describir una similitud Jesus/Kentenich. Hay muchas historias de personas o obras que pueden salir con narrativo pesimo si se cuentan desde la perspectiva de personas que no estaban/están de acuerdo.
      Creo que con toda la critica justificada es importante mantener un dialogo respetuoso que da al otro el derecho de tener otra opinión y otra argumentación.
      No tiene sentido de ahora «canonizar» a las 20 ex-hermanas y crucificar a cada uno que dice algo desde otra experiencia o opinion.

      • Miguel González dice:

        Estimada María,
        no pretendo canonizar a las hermanas ni a nadie. Solo digo que su testimonio es coherente, lúcido y valiente, y que les creo. En cuanto al respeto, me parece que es lo que le falta a la columna de José María Fuentes, al menos en relación a las víctimas; en cambio, Patricio Ventura ha expresado su posición -contraria a lo que yo pienso- de manera serena, sin descalificaciones. Por otra parte, el título de este artículo es al menos ambiguo; Herodes, Caifás y Anás no son simplemente «testigos que tienen otra posición respecto de Jesús», sino quienes dieron falsos testimonios en contra de Jesús y exigieron su crucifixión. Es difícil no pensar que el autor está aludiendo a las hermanas acusadoras.
        saludos cordiales
        Miguel

    • José María Fuentes dice:

      Miguel, a través del título quiero expresar, tal como se explica en el primer párrafo, que la historia se puede mirar desde distintos ángulos y que tratar de crear una imagen de alguien a partir de lo que dicen sus contrarios es muy sesgado. Creo que von Teufenbach trata de hacerlo e incluso dice cosas más allá de lo que los propios documentos dicen. Partir llamando a las ex-hermanas que tuvieron conflictos con el P. Kentenich, como víctimas es hacer un juicio previo, que, en mi opinión (y tú puedes tener una distinta), el libro de von Teufenbach no es capaz de sostener.
      Estoy de acuerdo con que el Señor está en el centro de nuestra vida cristiana, pero eso no implica que el resto de las creaturas que son camino hacia Él deban ser ignoradas. Saludos, JMF

  4. Rosario Zamora dice:

    Nuevamente se trata de seguir denigrando a las hermanas que hablaron, señalando «un grupo de hermanas». No es solo un grupo, es la de la cofundadora y primera superiora general hasta el año 50 de quien se habla. Otra hermana que en plena guerra parte a CHILE, el último país del continente americano.
    En todos los textos que he leído se habla de ellas con un desprecio y poca importancia, que realmente hace perder la objetividad de quien escribe.
    Justificar que un fundador tiene derecho a destruir la dignidad de personas que trabajaron en su causa, es realmente estar muy equivocado. Tratarlas de locas, endemoniadas o traidoras por presentar SU verdad, es revictimizarlas una y otra vez.

    Ellas fueron valientes y presentaron su verdad a la Iglesia, la defendieron a pesar de ser humilladas por su propia «familia», lo que hoy entenderíamos como un bullying sistemático.

    Que se nos haya contado solo la historia «oficial», vuelve a despreciarlas y a nosotros a tratarnos de una manera infantil.

    • Rosario, es un grupo de hermanas. Unas de alto rango y otras de base. Como aqui en los dialogos y comentarios hay grupos, entre otros un grupo de personas que quieren canonizar a las ex-hermanas de este tiempo. Cada uno tiene el derecho de opinar y cada uno la obligación de respeto a los que tienen otras opiniones. Gracias.

      • Rosario Zamora dice:

        El problema esta en tratar de canonizar a la gente, aquí están todos tratando de seguir canonizando a JK.
        En Chile nos han impuesto una mirada, lo que queremos hacer con los comentarios es que se vea la otra cara de la moneda y la cara mas débil finalmente.
        Obviamente que cada uno es libre de pensar y escribir, pero también debe existir el derecho de ser disidente de la opinión mayoritaria.

    • José María Fuentes dice:

      Rosario, el hecho que sean un grupo de ex-hermanas no las denigra, es la expresión de un hecho objetivo. Nadie tiene derecho a destruir la dignidad de otras personas, el artículo no dice nada en contra de esa afirmación. Evidentemente ellas tuvieron un conflicto con su antigua comunidad, que fue difícil y les produjo sufrimiento a ellas y a las que se quedaron. También tuvieron conflictos con el P. Kentenich. Pero no todos los conflictos son abusos o bullying. Creo que es necesario estudiar con más serenidad y profundidad estos conflictos. Es parte de lo que el artículo propone de hacer un nueva historiografía de esa época.

  5. Eduardo Arnouil dice:

    José María
    en relación a las visitaciones, a la diocesana a cargo del obispo auxiliar de Treveris, Stein y a la primera visitación apostólica, a cargo del P. Tromp es necesario hacer algunas precisiones.
    En la reunión de la Conferencia Episcopal de Alemania de 1948, los obispos deseaban hacer una visitación a Schoenstatt. Sin embargo, la diócesis de Tréveris negoció en su lugar una visitación diocesana. La Conferencia aprobó una serie de medidas que debía acatar Schoenstatt. Treveris las mantuvo suspendidas hasta que terminara la visitación del obispo Stein.
    El Informe oficial del visitador, de abril 1949, lo recibió el P. Kentenich en Nueva Helvetia en mayo. El obispo titular de Treveris, Bornewasser le pidió al P. Kentenich que lo respondiera. La “respuesta” del P. Kentenich al Informe tiene cinco partes (31 de mayo a 31 de julio, 1949).
    La “respuesta” del P. Kentenich se recibió en Treveris y se archivó. Contrariamente a lo que se afirmó, solo tuvo una importancia relativa en las visitaciones.
    El obispo Bornewasser, en carta al P. Kentenich de julio, 1949 se refiere a la “respuesta” diciendo que no cambia su apreciación de lo que afirma el Informe. Y hace efectiva las medidas aprobadas en 1948 por la Conferencia Episcopal.
    Esto pasó en 1949.
    En abril, 1950 el obispo Stein viaja a Roma para solicitar una visitación apostólica en vista de que Schoenstatt no ha implementado lo que se pedía en el Informe de la visitación diocesana.
    Se entrevistó con el prefecto de la Congregación para los religiosos, cardenal Lavitrano a quien le presentó la solicitud de Treveris. También conversó con el Superior General de la SAC, P. Turowski pero no le mencionó la petición de un visitador apostólico.
    Como consecuencia del fallecimiento del cardenal Lavitrano, el obispo Stein solicita de nuevo un visitador apostólico, en noviembre, 1950.
    El obispo Bornewasser también hace suya la solicitud. Y el cardenal Frings, presidente de la Conferencia Episcopal hace una solicitud a nombre de la Conferencia.
    La Congregación para los religiosos solicita que el Santo Oficio nombre un visitador apostólico y se elige al P. Tromp, S.J.
    A partir del 31 de julio, 1951 el Santo Oficio promulga los decretos y disposiciones que conocemos. El pro-prefecto del Santo Oficio es el cardenal Pizzardo (y no el cardenal Ottaviani, como a veces se afirma.) Y el Papa Pio XII aprueba los decretos más importantes.

    • José María Fuentes dice:

      Eduardo, tal como señalas, el proceso de la visitación fue largo y complejo. En el artículo sólo me refiero a que al P. Kentenich le parecía una oportunidad para compartir en la Iglesia la riqueza que Dios le había regalado Schoenstatt.

    • ¿Fuentes de estos datos?

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