Publicado el 2020-07-17 In Columna - Cristián León, José Kentenich

La realidad siempre es compleja, cambiante y contradictoria

Por Cristián León, Chile •

En estos días, a raíz de una entrevista a la teóloga e investigadora Alexandra von Teuffenbach, hemos visto una gran cantidad de artículos y opiniones en los medios digitales del Movimiento de Schoenstatt, pero creo que es necesario leerlos con cuidado y no perder de vista la lectura reflexiva y crítica, pues habitualmente caemos en presentismos en varios de los argumentos, es decir, juzgar con los valores de hoy algo que sucedió hace más de 70 años. —

Sirva de ejemplo la carta de san Pablo a los Efesios 5, 23-25 «El hombre es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia (…). Que la esposa, pues, se someta en todo a su marido, como la Iglesia se somete a Cristo». A ojos de hoy, san Pablo estaría condenado. Asimismo, hay que ser muy cuidadosos en la exégesis que hacemos del P. José Kentenich, al menos con la información disponible.

“Amor sin verdad engaña, verdad sin amor hiere”.
P. José Kentenich

Es cierto que la verdad es capital, pero solo se alcanzará si examinamos críticamente el actual sentido y valoración que hacemos de cuatro conceptos que están muy en boga hoy en día, y que son la transparencia, el presentismo, el revisionismo y el tema generacional, que hemos elevado a norma de universal observancia y criterio sine qua non para juzgar todo hecho pasado. Por ello, es importante advertir que es necesario entender la noción de paradigma, es decir, una matriz de sentido, un modo de entender la realidad de un determinado período histórico-cultural. Entender que el P. José Kentenich dijo e hizo algo en un determinado contexto con personas concretas y bajo una problemática específica, es decir, con un pretexto y un contexto. Por tanto, en varios casos, es muy improbable que hoy dijera lo mismo. Si no analizamos críticamente esos puntos, caeremos en el ya comentado presentismo, una verdadera lacra y falacia hermenéutica.

Así también es necesario entender que la realidad siempre es compleja, cambiante y contradictoria. Eso debemos aceptarlo al momento de plantear una respuesta al sentido de la vinculación del movimiento a la figura del P. Kentenich. Veámoslo entonces:

  1. La realidad es compleja

Si Schoenstatt no aporta un carisma original, quedamos reducidos a una mera piedad mariana.
Muchas veces de dice que los schoenstattianos podríamos tener una vinculación poco sana a la figura del fundador, el P. José Kentenich. De hecho, esa fue la principal crítica que hizo el visitador apostólico, el entonces obispo auxiliar de Tréveris, Bernhard Stein, cuando hizo su informe sobre Schoenstatt: bien en sus aspectos doctrinales y ascéticos, pero mal en sus aspectos pedagógicos en lo que respecta a una vinculación poco sana de las hermanas con respecto a la figura del P. Kentenich. Todo podía haber quedado allí, si el P. Kentenich hubiera corregido eso y listo, aparentemente. Pero escribió una famosa carta, conocida como la carta del 31 de mayo, en que, en síntesis, le dice al visitador: «Usted no ha entendido lo que es Schoenstatt«, la vinculación a las causas segundas (las creaturas) es central y no periférica o marginal, es decir la vinculación a la figura del P. Kentenich es una de las fuentes claves para la vinculación a la obra de Schoenstatt. De hecho, es una de las tres fuentes o puntos de contacto principales de vinculación a Schoenstatt, que son la Mater, el santuario y el P. Kentenich, pero todo esto entendido como medios para acceder a un encuentro profundo con Dios, que es el fin. No debemos equivocarnos con eso, la herejía sería transformar esos tres puntos de contacto en fines y no en medios o vías.

En la historia hay muchas formas específicas o particulares de aproximarse al fenómeno divino o a Dios. A eso se le denomina carisma, y cada espiritualidad tiene un fundador que encarna en forma preclara esa espiritualidad, y por ello es un fundador. Los benedictinos tienen a san Benito, los franciscanos a san Francisco, los dominicanos a santo Domingo, los palotinos a san Vicente Pallotti. Muchas veces los nombres de estos movimientos declaran en sí mismos su adhesión al fundador. Nosotros no nos llamamos los kentenichianos. A veces algunos observan una cierta desmesura en la vinculación de los schoenstattianos al P. Kentenich, y puede ser cierta, pero es fundamental en la pedagogía de las vinculaciones de Schoenstatt esa relación, dado que el P. Kentenich aporta todo el sustrato teórico y práctico de lo que es nuestra espiritualidad. En ese sentido quiero afirmar el derecho a nuestra existencia carismática, debemos dar cuenta de ello. Nuestro carisma es fundamental para el bien de la Iglesia. Si Schoenstatt no aporta un carisma original, quedamos reducidos a una mera piedad mariana. Hoy, en 2020, los seres humanos en general y el sacerdote en particular, deben ser lugares de encuentro con Dios.

También es verdad que pocas fundaciones espirituales sobreviven sin la santidad de su fundador. Es como un sello de garantía de la santidad de sus fines y de su carisma. Si el aporte y conocimiento del P. José Kentenich se debilita, Schoenstatt, como afirmé, queda como un simple movimiento de devoción mariana, y creo que es verdad que hoy ha tendido a pasar mucho eso en el movimiento, y eso puede aumentar a medida que mueren las personas que conocieron al P. Kentenich y luego mueran los que conocieron a los que conocieron al padre. De hecho, si me preguntan, el eslabón más débil de estas tres fuentes hoy es, precisamente, la vinculación al P. Kentenich. Y eso supone también un peligro enorme en la preservación del carisma específico del movimiento.

  1. La realidad es cambiante

Por eso es importante, al leer el texto del P. Kentenich, entender el pretexto y contexto en el cual se dijo. Eso pasa por leer reflexiva y críticamente sus escritos y dichos.
Esto tiene que ver con la vocación profética del P. Kentenich. También ahí tenemos un punto no menor. Hemos cometido el error, muchas veces, de recibir el mensaje del P. Kentenich de forma acrítica, sesgada y descontextualizada. Es decir, a veces, hemos cometido el error de que lo que dijo el P. Kentenich a una comunidad o persona en específico y en una situación determinada, llevarlo a norma de universal observancia -como diría Kant-, y cristalizar y volver estático y hasta dogmático el mensaje de nuestro fundador, y eso puede tergiversar el sentido original del mensaje. Tanto es así, que probablemente, en el marco de las condiciones de hoy, el P. Kentenich quizás diría algunas cosas distintas o de otro modo. Por eso es importante, al leer sus textos, entender el pretexto y contexto en el cual se dijo. Eso pasa por leer reflexiva y críticamente sus escritos y dichos. Es decir, hay que hacer una lectura exhaustiva y rigurosa, una exégesis o hermenéutica de sus palabras algunas veces. Y eso es clave para preservar correctamente su legado, que es mucho. Además, que si el P. Kentenich es canonizado, es muy probable que también lo puedan nombrar doctor de la Iglesia, por su aportación a una nueva eclesiología. Eso impone cuidar aún más su legado.

  1. La realidad es contradictoria

La verdad es que Schoenstatt es una espiritualidad patrocéntrica, lo que quiere decir, obviamente, que no está centrada en el P. Kentenich, sino en Dios Padre, y las innumerables veces que P. Kentenich habla del Padre, a veces hace que uno se confunda acerca de que cuando se habla del padre, se está hablando del padre Kentenich (“el padre”) o de Dios Padre (“el Padre”), lo cual genera cierta confusión, que en alemán y español no siempre es tal: Padre y padre, Pater y Vater), pero eso ya es una disquisición semántica. El principal libro de la espiritualidad de Schoenstatt se denomina “Hacia el Padre”, que se refiere a Dios Padre, en el texto original alemán se llama Himmelwärts (Hacia el Cielo). La devoción mariana es porque María representa el modelo perfecto de seguimiento de la humanidad al Padre y a Cristo. Nuevamente, María es vía o camino de seguimiento, como causa segunda. La encarnación en personas concretas (causas segundas) es matriz y modelo en la pedagogía schoenstattiana.

Finalmente, es necesario decir que el P. José Kentenich era un metafísico, según él mismo lo declaró. El hombre necesita belleza y también simbolismo. No es suficiente pensar sobre metafísica. Uno quiere ver y escuchar la metafísica en formas visibles. Bueno, ese es el simbolismo, y el simbolismo coincide con la belleza. Si una cosa existe, esta debe ser bella. Así, Dios creó al hombre. Y Él (Dios) estaba obligado, metafísicamente hablando, a crearlo bello, porque la belleza es la norma. Si veo algo bello, un paisaje u oigo una bella música o veo una bella persona, veo el Principio. Este principio de encarnación en el mundo visible es clave para proyectarnos en el mundo invisible. Por eso todo el esfuerzo del P. Kentenich de que el hombre nuevo, para ser traspasado por lo sobrenatural, deba necesariamente vincularse de una manera nueva, afectiva y efectiva, con la creación. Y eso involucra a las personas en una nueva comunidad y ese modo especialísimo de vinculación orgánica.

Es signo de la Divina Providencia que el 31 de mayo de 2020 se coronase a María como Reina de la Misión, y que un mes después estallara esto.

 

Cristián León González, 16.07.2020

Cristián León (1969) pertenece al movimiento desde 1991. Actualmente es miembro del curso 2 de la Federación de Hombres. Es arquitecto y licenciado en estética PUC y magister y doctor en historia del arte, UPO Sevilla.


Declaraciones oficiales: www.schoenstatt.com

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2 Responses

  1. Victoria Forn dice:

    Excelente tu exposición Muchas gracias

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