Publicado el 2020-04-04 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus, José Kentenich

Debería ser una fiesta: 75 años de la liberación del P. Kentenich de Dachau

JOSÉ KENTENICH, Hna. M. Elinor Grimm/mf

Esta semana se vinieron abajo tantas cosas que fueron preparadas y planificadas con tanto amor y empeño. Eventos deportivos, congresos, misas, jubileos, viajes, procesiones y viacrucis. Docenas de misiones de centenares de jóvenes, 500 años de la primera misa en Argentina y también los festejos de los 75 años de la liberación del P. Kentenich del campo de concentración de Dachau. Nos quedamos en casa, porque nos cuidamos los unos a los otros, porque queremos aliviar a los médicos, a los enfermeros y a todos los que trabajan en esta situación de emergencia.

«Verdaderamente, como familia de Schoenstatt, queríamos ir a buscar al P. Kentenich a Dachau y acompañarlo a Schönbrunn. Una vez allí, en el monasterio, en las cercanías de Dachau, pasó la primera noche de libertad. A la mañana siguiente, en la iglesia conventual, celebró la misa”, dice la Hna. M. Elinor. El memorial de Dachau está cerrado. La gran celebración para los casi 80 sobrevivientes del campo de concentración, que iba a ser el 3 de mayo, también tuvo que ser suspendida debido a la pandemia.

Lo especial que está ocurriendo en este 2020 encaja de alguna manera con lo que vivió el P. Kentenich. Él debió vivir tres años prisionero, primero en la cárcel de Colonia, y luego dentro del campo de concentración, con la enfermedad y la muerte rondando por todos lados, evitando los contactos directos y la celebración de la misa, por lo que seguramente ese 6 de abril debe haber querido irse directamente de Dachau a Schoenstatt. Sin embargo, no lo hizo sino hasta el 20 de mayo, en Pentecostés, cuando finalmente pudo llegar al Santuario Original y volver a ver y saludar a las personas con las que se sabía profundamente vinculado. Queremos esperar, como él y con él, el fin de esta situación que estamos pasando.

En Ennabeuren, el P. Kentenich es el tercero desde la derecha. A la izquierda, el P. Heinz Dresbach

Revivir los eventos de hace 75 años

La Hna. M. Elinor Grimm invita a revivir los eventos de hace 75 años de una manera personal. Para ello, comparte y sintetiza los eventos de ese tiempo de espera:

El lunes de Pascua, 2 de abril de 1945, el P. Kentenich todavía tuvo una reunión con el grupo del P. Fischer para preparar la renovación espiritual mensual. En ella se habló de que bien podrían ser los últimos días en el campo de concentración, ya que los Aliados estaban cada vez más cerca y se preveía un pronto final de la débil resistencia. En el sobrepoblado campo de concentración se desató hacia fines de 1944 una epidemia de tifus que mató a una gran cantidad de personas.

“Procedamus in nomine Domini et Dominae” (vayamos en nombre del Señor y de la Señora) fue el lema que le diera el P. Kentenich al grupo de vida del P. Fischer.

El 5 de abril fue liberado el capellán Dresbach y, al día siguiente, el P. Kentenich. Heinrich Himmler, bajo cuya responsabilidad estaban los campos de concentración, había comenzado a principios de año con una acción que consistía en la liberación por orden alfabético de algunas personas “espirituales” (sacerdotes, pastores, etc.). Sin embargo, muy pronto se dejó sin efecto esta medida y se temía que el campo de concentración fuese destruido con los que aún quedaban dentro. El P. Fischer no fue uno de los afortunados en salir gracias a la medida de Himmler. El 26 de abril tendría que haberse ido en los vehículos de la muerte, pero pudo esconderse, por lo que pudo ser testigo de la liberación del campo por parte de las tropas norteamericanas el 29 de abril de 1945. Debido al tifus, todo el campo de concentración fue puesto en cuarentena. Recién hacia fines de mayo pudo este sacerdote volver, primero hacia Limburgo y luego a su pueblo natal, Pfaffendorf.

El P. Kentenich fue liberado el 6 de abril y se dirigió a Schönbrunn. El capellán Dresbach llegó allí por la tarde y el 7 lo llevó hacia Freising. Se quedaron en la casa de los palotinos por casi una semana, hasta que pudieron tener un encuentro con el cardenal Faulhaber, arzobispo de Múnich y Freising. Al mismo tiempo, hubo encuentros con la Juventud Femenina y la Liga de Mujeres. Luego, partió bajo difíciles circunstancias – la guerra aún no había terminado – hacia Ennabeuren. El P. Kentenich se quedó en la región del Jura suabo por aproximadamente cuatro semanas. Quería volver a Schoenstatt en una carreta tirada por un caballo, pero ocurrió de otra manera. El P. Menningen lo pasó a buscar con su hermano, que tenía un auto. El 20 de mayo, el día de Pentecostés, el padre volvió a pisar Schoenstatt.

Grandes planes para el futuro

El P. Kentenich ya había tomado, para entonces, la decisión de viajar al extranjero para agradecer por la fidelidad. Muchos habían estado aislados durante la guerra y esperaban noticias del hogar. Su mirada estaba puesta en el futuro. Ya en Freising, en los primeros encuentros con la Juventud Femenina y la Liga de Mujeres, dijo:

No queremos mirar hacia atrás, a los momentos grises. Nuestra mirada va hacia adelante, hacia el futuro… Schoenstatt es un movimiento, no una Cofradía de formas fijas. Por eso, ahora que el mundo sangra por mil heridas, debemos ayudar. Debemos ser Marías, que ven todas las necesidades con ojos marianos, tener manos marianas, aprovechando toda oportunidad para mitigar tanto dolor. Los pies deben ir por caminos marianos y en el corazón siempre tener la oración de María: “¡Señor, no tienen más vino!” Pero, no solo las necesidades exteriores. También debemos, ante todo, despertar en los corazones de los hombres las vaciadas Fe y Confianza en Dios. ¡Queremos rezar mucho, ofrecer mucho, amar mucho!”

En Freising, el padre se dejó fotografiar, ya que necesitaba un pasaporte. De ahí proviene la famosa foto de él sin pelo y sin barba.

Para hoy

“¡En el infierno de Dachau sus compañeros de detención pudieron experimentar un poco del Cielo! Ese fue el testimonio de Enrique Dresbach, uno de los tres escribientes del P. Kentenich en el campo de concentración. Él vivía de la realidad sobrenatural de la alianza con María. Era una realidad para él. Por eso, este tiempo en la historia de Schoenstatt fue una confirmación del lema “Triunfo de la fidelidad a la alianza”. Esto debiera servirnos como estímulo y seguro en la crisis actual”, afirma la Hna. M. Elinor.

El P. Kentenich eligió en la gran miseria de Dachau a la Virgen como reina del campo de concentración y Madre del pan y el hogar.

“Acepta que te proclamemos
Reina del Universo;
enciéndenos en un ardiente amor por ti;
haz que inflamemos el mundo entero en tu servicio,
para que todos los pueblos
encuentren el camino seguro hacia la patria.

Tu santo corazón es para el mundo
el refugio de paz,
el signo de elección
y la puerta del cielo.

Amén” (HP: 541)

Original: alemán, 04.04.2020. Traducción: Juan Eduardo Villarraza, Paraná, Argentina

Etiquetas: , , , , , ,

5 Responses

  1. Janett Garcia Sillas dice:

    Gracias P. Kentenich por enseñarnos y dejarnos como herencia la alianza de amor con María nuestra Mater, y se que los 2 siempre nos cuidan, usenos como una luz en medio de toda esta prueba, para llevar a la humanidad, lo que ustedes quieran.

  2. Ma. Piedad Medina M. dice:

    Coronemos a la Mater como Reina de nuestra salud y Reina del mundo. Nuestro Padre Fundador nos acompaña desde el cielo de Schönstatt. SEamos LUZ en esta oscuridad. Cor Unum in Patre!

  3. María Piedad Medina M. dice:

    Ahora es tiempo de mostrarnos como esos hijos del Padre » en el campo de concentración» de esta pandemia mundial. Pero victoriosos con la Reina de la Alianza de Amor en todos los Continentes y en todo el mundo. Cor Unum in Patre!

  4. Roberto Henestrosa dice:

    Muy lindo articulo. Lo vivido por el P. Jk nos da fuerzas para ser esas Marias dentro de nuestro mundo. Gracias Padre, tu alianza nuestra misión.

    • María María Dolores Latorre dice:

      Está parte de la historia de Shoenstatt y específicamente del Padre Kentenich, nos viene tan bien en este tiempo, nos ayuda a creer y confiar mucho más en la Divina Providencia y tener en el PK el ejemplo vivo de ello. Solo pensar que en los peores momentos el padre confiaba más aún en Dios y la Mater me ayuda a no desesperarme y decir como Él, yo no me preocupo, ellos se preocupan y esto es hermoso vivirlo personalmente

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *