Mirtita Etchegaray, Paraguay •
Cuanta emoción y alegría sentir que nuestro padre y fundador está entre nosotros aquí en Paraguay. Creo que fue un gran regalo de la Mater vivir este año del P. Kentenich. Es como si ella dijera: “Tienen escondido un tesoro”. —
Hemos vivido este año la experiencia de sentirlo más cerca que nunca, con tanta naturalidad se ha dado a conocer su vida y su carisma tanto en los nuevos como en los antiguos, y se ha buscado su presencia y su cercanía. Los testimonios constantes y las diferentes charlas hicieron revivir a nuestro padre en cada uno de nosotros con su entrega, paternidad, gran amor a María y gran legado de forjar hombres nuevos y coherentes para la construcción de una nueva sociedad.
50 años de su partida ¿Y ahora qué?
Será nuestro gran desafío que, como hijos del padre, nos compromete a hacer vida lo que nos dejó. El padre solo vive y vivirá en el futuro si nosotros vivimos su carisma, si nosotros “lo sacamos de su tumba” con nuestra propia vida.
Ansiedad por canonizarlo, no, pero sí asumir el desafío que san Juan Pablo II nos planteó: “Canonizarlo” con nuestra propia vida.
¡Por ello, con audacia y alegría hay que vivir e internalizar su mensaje y construir con entrega y responsabilidad, el aquí estoy! Y la mejor manera de hacer vida, es viviendo nuestra unión a María en la Alianza de Amor.
