Publicado el 2018-09-23 In José Kentenich

Si el padre es fundador, yo soy heredero

ARGENTINA, 15 de septiembre de 2018, Mónica Fiacchi de García •

El 15 de setiembre, en el Santuario Tierra de la Promesa, Rawson, Argentina, con motivo del Año del Padre Kentenich, se llevó a cabo una misa muy emotiva, por la tarde del sábado, que celebró el cura párroco de Rawson, padre Juan Nota, en cuya homilía se refirió al Fundador relacionando su carisma con las lecturas de la fecha. —

 

Al finalizar la misa el sacerdote bendijo y entregó imágenes de la Virgen Peregrina de la Campaña del Rosario a nuevas misioneras. Posteriormente el padre Nota y los presentes nos trasladamos al memorial del padre Kentenich, erigido frente al santuario donde se llevaron a cabo las Alianzas Filiales, cuya preparación estuvo a cargo de integrantes de la pastoral del santuario. Además de la promesa, las nuevas aliadas, confirmaron la misma poniendo cada una de ellas su mano en la “huella de la mano del padre” que se encuentra colocada en el memorial, con la oración “Padre, aquí estamos, vamos contigo”, que fue muy emocionante. Finalizamos el recordatorio de la pascua del fundador, su encuentro definitivo con Dios, con un encuentro donde se compartió una torta con la Familia y con los hermanos en la fe que nos acompañaron.

Rawson

Alianza filial

Un encuentro con el padre fundador

En preparación a la celebración de los 50 años de la muerte del padre Kentenich, José Eduardo e Inés Epele – quienes poco después salieron hacia Europa para participar en la celebración del 15 de septiembre en Schoenstatt y luego en los 100 años de la muerte de José Engling en Francia – ofrecieron una charla el día 8 de septiembre, en el quincho del santuario, bajo el título de “Un encuentro con el padre fundador”, una charla que Inés calificó “como un encuentro de hermanos que quieren a un padre, con proyecciones, canciones y reflexiones del fundador.”

Aportaron Inés y José Epele un audio de la Hna Elizabeth Parodi, de gran riqueza, de la jornada de dirigentes que se refiere al carisma, donde se resalta su paternidad, como transparente de Dios, su carácter de instrumento de la Santísima Virgen y su carácter educativo. Su condición de estar siempre al servicio del otro, de lo mejor del otro.

Inés leyó frases del padre Kentenich que nutrieron el desarrollo de la charla.

Además se proyectó un video del padre Alberto Eronti, donde señala que el padre Kentenich les había dicho “Mi misión es la de ustedes”, aludiendo a la herencia de la que somos portadores.

Se percibe en este Año del Padre -comenzó expresando José Eduardo Epele- que se ha despertado mucha vida y mucho interés sobre el fundador, y el anhelo de conocerlo y rescatar aspectos desconocidos de su historia. Se refirió a ésta como “una buena oportunidad para profundizar en su carisma y en su misión”. Cuando nos referimos a su carisma -expresó- no podemos dejar de pensar en su carácter de profeta. Pero además no se puede pensar en el P. Kentenich como sólo un carisma, sino que el fundador se sentía portador de una misión divina para el mundo y los tiempos. Hoy el padre Kentenich no está en la tierra. Tiene sus continuadores que somos nosotros. Él mismo pensaba “para los próximos siglos”.

José Epele, María Inés de Masi

Para refundar no hay ni edad ni estado

El padre -dijo- sentía que tenía algo que anunciar. “El hombre nuevo en la nueva comunidad”. Él había experimentado lo más profundo de la enfermedad de nuestro tiempo y percibía la solución y lo manifestaba con mucha audacia. Agregó que en 1919 funda el Movimiento de Schoenstatt y que los jóvenes estructuraron la base del mismo. “A la sombra de este santuario se codecidirán los destinos de la Iglesia y del Mundo”. El padre no hacía las cosas sólo, sino con todos los que estaban con él. Resalta José Eduardo que el padre es un profeta, no un visionario. Tiene la dimensión de profeta de todos los de la Biblia. Ven el tiempo actual y la corriente que moviliza para el bien o para el mal. Sale a anunciar el mensaje en la plática del 31 de mayo: “Aquél que tiene una misión ha de cumplirla”. Sabe de los riesgos, pero ahora nos toca como continuadores, portadores de ese mensaje. Percibir los signos de los tiempos- dice José Eduardo- es una gracia, pero hay que aprender a reconocer “el sano espíritu del tiempo”. Como la cizaña del trigo, crecen juntos. Comenta que el P. Esteban Uriburu decía que “tener conciencia de misión es esencial, despierta fuerzas y potencias concentradas en cada uno”. Y continúa diciendo: En tiempos en que los seres humanos acuden a las pastillas para afrontar la vida cotidiana, el padre Kentenich decía que él tomaba una sola pastilla: la Alianza de Amor. El padre –dijo- se apoyó en aquellos que lo seguían. En 1912 invita a los jóvenes en una hermosa proclama: “Ustedes harán suyo mi propósito”. No se pudo comprender sin la Familia de Schoenstatt al lado. No fue un fundador aislado. Fundó una Familia por la que se entregó y entregó su vida. Lo que más le dolía era el dolor que él le podía causar a su Familia. Una verdadera simbiosis entre padre e hijos. Continúa José Eduardo diciendo que: “Si el padre es fundador, yo soy heredero”. Somos hijos: te doy la mano porque los dos juntos podemos llegar a Dios, el Espíritu Santo despierta carismas y nos da mensajes. Hay muchos carismas en la Iglesia, pero a través de las causas segundas se nos representa Dios. La Mater es la Corredentora. Al refugiarse en la Virgen, el padre encontró la armonía. Dijo también que el fundador no se comprende sin el santuario. Hay un don enorme que tenemos para regalar. Debemos tener mucha vinculación con él. Venir al lugar de gracias. ”Cuando me busquen me encontrarán en el santuario”. Expresa José Eduardo: “El futuro pasa por nosotros, su familia. Para refundar no hay ni edad ni estado”. Durante la charla Inés aportó y comentó citas del padre Kentenich de gran valor.

Una charla muy enriquecedora y emotiva, con movilizadoras canciones.

Una presencia paternal

Tilsa de Denicola, de Rawson, compartió su vivencia del P. Kentenich:

La historia de mi vinculación con el P. Fundador no me resulta fácil de sintetizar. Se remonta al primer contacto con el Movimiento de Schoenstatt. Pasado más de un año de llegados a Rawson, mi esposo y yo fuimos invitados por Jaime Iralde, a una reunión de matrimonios de un Movimiento de nombre extraño que no había oído nombrar en la parroquia. Contentos acudimos: allí sólo conocíamos al matrimonio Iralde que nos recibió junto a otros dos. La acogida, sencilla y cálida, llena de alegría creó un clima cordial, donde se hablaba del espíritu de familia, del hombre nuevo y algo más, lo cual despertó la curiosidad para preguntar: ¿Quién inventó esto? El “P. Kentenich”, contestaron y muy poco nos informaron. Estoy convencida que fue mi primer encuentro con el padre, a través de esos instrumentos que lo pusieron en escena, regalo de Dios, para que a partir de allí buscara conocer su vida, su pensamiento, su misión y todo el mundo de Schoenstatt. Recuerdo un momento fundamental: en una de las últimas visitas del P. Esteban, le confié que el padre fundador era el padre que había elegido, que abarcaba y contenía mi pequeñez y él, con mucho entusiasmo, me animó a sellar la Alianza Filial, de la cual se hablaba poco entonces. Muy en soledad, con Cristina Farías, sellamos nuestra Alianza con el padre Kentenich. Desde entonces es la presencia paternal la que me guía y son innumerables sus manifestaciones en la historia que hemos recorrido juntos.

Elida Fernández de Graci comenta lo que ella siente al pensar en el P. Kentenich:

Nuestro fundador es, antes que nada, padre, con todas las virtudes que ello conlleva. Se nota en su mirada, a través de las fotos que tenemos. Esa mirada es tierna, bondadosa, protectora, y sabemos que desde su morada, él nos guía, junto a nuestra Mater. Comprendí, a través de la lectura de su historia y de sus mensajes, que debemos confiar en Dios Padre, en la Divina Providencia; que tenemos que acrecentar el “capital de gracias” y ofrecerlo a nuestra Madre. Ella nos dará desde el santuario las tres gracias fundamentales: la transformación para ser mejores cristianos, el crecimiento en su amor y el envío apostólico, para transmitir a nuestros hermanos el placer de vivir el carisma de Schoenstatt.

También aprendí del padre fundador, lo importante que es la autoeducación; sentir las gracias recibidas en el santuario, que me brindan la Mater y su Hijo Jesús, y el constante aprender del padre Kentenich, en su entrega y dedicación. Es muy gratificante lo que vivo y lo que siento. Confieso que cuando hice mi Alianza de Amor con María, en el año 1987, encontré en este lugar de la Patagonia, la esencia de la “Tierra de la Promesa”: una Familia en el Movimiento de Schoenstatt, y en la Mater, la Madre que acaricia nuestras almas y nos llena de alegría. Y es el padre Kentenich y sus enseñanzas, el padre rector y guía que encamina nuestros pasos hacia Dios Padre.

Compromiso Misionero, Rawson

Compromiso Misionero, Rawson

 

 

 

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1 Responses

  1. Irma Delgado dice:

    Quisiera ir a tomarme una foto con» el Padre
    de oro» como dijo ese bello niño a su mamá.
    Quisiera conocer las familias Schoenstatianas de Costa Rica . Felicitarlos por lo mucho que han logrado. Los admiro.
    Irma & José Morales de Puerto Rico
    Tambien invitarlos que nos visiten y contarles nuestra historia

    .

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