Publicado el 2018-03-23 In José Kentenich

Ser audaz como el Padre Kentenich

PARAGUAY, José Argüello •

El pasado jueves 15 de marzo, recibimos por parte del Mons. Claudio Giménez, anécdotas inéditas sobre los días incipientes del nacimiento del Movimiento de Schoenstatt en Paraguay, y la participación del P. José Kentenich en esta etapa. Asimismo, nos relató cómo se dieron algunos de sus encuentros personales e íntimos con el Fundador, y hasta los detalles más íntimos del día de su fallecimiento.—

“…En el contexto del Año del Padre Kentenich, nadie tiene que eximirse de rezar, aunque sea un Ave María por su canonización”, recordando seguidamente cuando en una audiencia con el Papa Juan Pablo II, un grupo de sacerdotes schoenstattianos gritaba “¡Santo ya! ¡Santo ya!”, el Santo Padre replicó: “Canonícenlo ustedes a su fundador”. “Esta frase la tenemos que tener grabada en nuestra frente”, señaló el expositor, señalando esa parte del rostro.

Entre las primeras anécdotas mencionadas, señaló que, con el pequeño grupo fundacional del Movimiento de Schoenstatt en Paraguay, surgió la idea de enviar una carta al Padre José Kentenich, manifestándole el deseo de tener una “hora de vinculación espiritual” con él, y que la hora elegida por ellos sería el de las 9 de la noche. El compromiso era encomendarse el Fundador, estén donde estén… en la Universidad, en el colegio… donde sea… esperando recibir su bendición. Enviaron la carta, pero nunca recibieron ninguna contestación, ya que el P. Kentenich tenía una prohibición de escribir cartas durante su permanencia en Milwaukee.

“Yo soy el cabezón que está ahí…”

Luego relata el primer encuentro que tuvo con el P. Fundador. Muestra una foto donde se lo ve al P. Kentenich, a una persona a su lado, y la cabeza de otra persona que tapa más de la mitad de la foto: “yo soy el cabezón que está ahí…”, menciona alegre y orgulloso el Monseñor Claudio. Luego, menciona como casualmente le llega la fotografía a sus manos, y comenta que se la envió al Padre Fundador. El Padre le devuelve esta foto, con un escrito fechado el 29 de marzo de 1966, en el que escribe: “Sea la patria de ustedes, tierra santa, mariana, schoenstattiana” … Ese es el deseo del Padre Kentenich, al dirigirse a un sacerdote paraguayo. “Esta frase, es para todos nosotros”.

Mencionó como en una oportunidad, una mañana, le tocó acompañar al P. Kentenich a celebrar una misa. Luego de esa misa, pudo describir al Padre como “un ser naturalmente, sobrenatural.”

Luego de esa misa, el Padre Kentenich invita al Monseñor Claudio -en aquel entonces Seminarista-, a desayunar con él. Pese a las limitaciones del idioma, el Padre Kentenich le da la siguiente enseñanza: “Sea usted fiel a la alianza de amor con la Santísima Virgen, la madre de Jesús, y siempre le irá bien en todo.”

Arrodillarse en señal de Inscriptio

Comento que luego de unos años, el Monseñor Claudio y el Padre Antonio Cosp —ambos en proceso de formación—, empezaron a preocuparse por el futuro del Movimiento en Paraguay, ya que con ellos fuera del país, el desarrollo del Movimiento se encontraba naturalmente comprometido. Fue entonces, que decidieron realizar la consagración de la Inscriptio[1] de manos del Fundador, y cuando se le acercaron a plantearle el deseo de rezar con él, este les pregunta: “Qué oración desean rezar?” … La Inscriptio, respondieron. A lo que el Padre Kentenich se arrodilló en el acto, inmediatamente, y ante la mirada atónita de los jóvenes seminaristas, quienes también se arrodillaron, empezaron a rezar juntos.

Luego de esta oración tan especial, cada uno de ellos le pasó su libro de oraciones hacia el padre, en donde a cada uno les dejó un mensaje: al Padre Antonio le escribió “vayan a incendien el mundo”, y al Mons. Claudio “tecum sum in aeternun. mphc[2]”.  “Estaré contigo eternamente. La madre cuidará perfectamente de todo”.

“Yo padre, me voy a encargar sí o sí, de tu familia.”

El 15 de septiembre de 1968, Mons. Claudio se encontraba en Schoenstatt, cuando recibe la noticia por parte de un sacerdote alemán, que le dice “El Padre acaba de fallecer”. Seguidamente acompaña a este sacerdote hasta la Iglesia de la Adoración, donde encuentra el cuerpo ya sin vida del Fundador. Algún que otro sacerdote estaba presente, rezando en una silla próxima, y también varias Hermanas de María, con los ojos llenos de lágrimas, como expresando “Hagan algo, por favor”. Monseñor Claudio relata, que le toca acercarse al cuerpo de Padre José Kentenich, se arrodilla a su lado, y toma de sus manos, las une, y pone bajo sus manos el libro de oraciones hacia el padre. En ese momento, y luego de rezar, le hace la siguiente promesa al padre: “yo Padre, me voy a encargar sí o sí, de tu familia.”

Concluye Monseñor Claudio su maravilloso testimonio, invitándonos a todos, a vivir plenamente este año del padre José Kentenich, y a convertir nuestra vida, en lo que él espera de nosotros.

¿Qué te dice el P. Kentenich luego de leer este testimonio? ¿Cómo hago para asemejarme al P. Kentenich en mi entorno? ¿Estoy viviendo plenamente el Año del Padre José Kentenich?

En lo personal, el P. Kentenich me ha inspirado a transcribir este testimonio de Monseñor Claudio. Es algo tan valioso que no puede limitarse a las casi 200 personas que lo escuchamos. El Padre Fundador me dice que siempre está pendiente de su Familia, y que siempre estará para nosotros… para interceder con su oración. Pero también me dice que debemos esforzarnos más por tenerlo presente, no solo desde la óptica piadosa, venerándolo o admirándolo… sino siendo audaz como él. Siento que Él quería una Familia Audaz. Espero poder este año, profundizarlo en conocimiento, pero, sobre todo, asemejarme a él en su audacia.

[1] “Padre, hágase en cada instante lo que para nosotros tienes previsto.” Esta expresión tiene su origen en una designación del amor como “inscriptio cordis in cor” vale decir, una mutua inscripción de corazones. Palabra que proviene, probablemente de San Agustín y que el P. Kentenich usa por primera vez en 1941, para indicar un crecimiento en la Alianza de Amor, según el cual no sólo se acepta la cruz, sino que, por amor, se solicita en tanto cuanto esté contemplada en el plan de Dios
[2] Mater perfectam habebit curam: La Madre cuidará perfectamente

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3 Responses

  1. Kikí Tagle dice:

    El testimonio del Padre Claudio es emocionante. Acabo de leer de nuevo el libro de Milwaukee con lo que significó su visita a Chile con un testimonio del Padre tan hermoso que me fascinó. Me enamoró más del Padre y su Via Crucis. Ahí cuenta como surgió tan milagrosamente el Santuario Hogar hoy tan evidente para todos.

  2. HMA - Argentina dice:

    ¡Hermoso testimonio! ¡Muchas gracias! El joven que se ve parcialmente en la primera foto es el P. Esteban Uriburu, que, con el P. Ángel Strada, fueron los primeros Padres de Schoenstatt argentinos ordenados en marzo de 1971. Ambos son hermanos de Curso de Mons.- Claudio. El P. Esteban, gran apóstol de la Campaña de la Virgen Peregrina, murió en fama de santidad. Un grupo de laicos está promoviendo su canonización.

  3. Manuel Huapaya dice:

    Muchas gracias por compartir el hermoso testimonio de Minsrñor Claudio Giménez. Acrecienta nuestro espíritu para asumir con fuerza el reto de ser testimonio y signo de la presencia de nuestro Padre en medio del mundo. Gracias.

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