Publicado el 2017-09-15 In José Kentenich

Apertura del Año del P. Kentenich

APERTURA DEL AÑO DEL P. KENTENICH – P. JUAN PABLO CATOGGIO •

Hoy, 15 de septiembre de 2017, el Movimiento de Schoenstatt en todo el mundo abre el «Año del P. Kentenich», preparando así el 50° aniversario de su fallecimiento. El acento no está puesto al interior de la propia Familia de Schoenstatt, sino hacia afuera, comprometiéndose a compartir su carisma y pidiendo la gracia de ser valientes y creativos a la hora de transmitir su mensaje, haciendo suyas las palabras del Santo Padre Francisco (3.9.2015):

Ustedes saben que un carisma no es una pieza de museo, que permanece intacta en una vitrina, para ser contemplada y nada más. La fidelidad, el mantener puro el carisma, no significa de ningún modo encerrarlo en una botella sellada, como si fuera agua destilada, para que no se contamine con el exterior. No, el carisma no se conserva teniéndolo guardado; hay que abrirlo y dejar que salga, para que entre en contacto con la realidad, con las personas, con sus inquietudes y sus problemas. Y así, en ese este encuentro fecundo con la realidad, el carisma crece, se renueva y también la realidad se transforma, se transfigura por la fuerza espiritual que ese carisma lleva consigo.” (3.09.2015)

En Schoenstatt, Alemania, el Año del P. Kentenich se abrió con la Misa que tradicionalmente se celebra en el lugar del fallecimiento del Padre Kentenich, en la Iglesia de la Santísima Trinidad, a las 7 de la mañana, hora de su partida.

Compartimos la predica del P. Juan Pablo Catoggio, Presidente de la Presidencia Internacional de Schoenstatt:

Querida Familia de Schoenstatt,

celebramos un nuevo aniversario de la partida del Padre Fundador, P. Kentenich. El próximo año serán 50 años de este acontecimiento. Por eso damos apertura al “Año del Padre Kentenich”. No se trata meramente de una memoria histórica en la que reconocemos con gratitud que Schoenstatt debe su existencia al Fundador. Se trata más bien de la misma identidad de Schoenstatt, de su razón de ser y su futuro.

Un moderno artista africano pintó un cuadro en que dos personas, dos rostros de perfil, se miran a los ojos. En esta obra expresa la experiencia humana fundamental: “soy porque tú eres”. Parafraseando esta expresión la comunidad de una de nuestras casas en Schoenstatt se dirige al Padre y reconoce: Padre, nosotros somos porque tú eres. Sí, somos Kentenich, somos porque tú eres y somos lo que tú eres.

Dicho teológicamente se trata de la participación en el carisma del fundador, en su espíritu fundacional. Nadie menor que San Juan Pablo II nos lo recordó enfáticamente: “Ustedes están llamados a participar de la gracia que su fundador recibió y a ofrecerla a toda la Iglesia. Pues el carisma de los fundadores es una experiencia suscitada por el Espíritu, que es transmitida a sus discípulos, para que estos la vivan, la custodien, la profundicen y la desarrollen constantemente, en la comunión de la Iglesia y para bien de la Iglesia” (20.09.1985)

Se trata por lo tanto de un carisma, de una gracia, de una “experiencia suscitada por el Espíritu”, que fue dada al P. Kentenich, pero no para él, para su propia salvación y santificación, sino para los demás, para otros, para una misión. Y se trata además de una “vocación” – “ustedes han sido llamados” -, es decir, una vez más se trata de la gracia de tener parte en este carisma, en esta gracia.

En la historia de Schoenstatt hemos experimentado vitalmente que el Padre y nosotros nos pertenecemos mutuamente, que pertenecemos juntos. La corriente del Padre y sus múltiples expresiones – Jardín de María, alianza filial, acto de seguimiento y varias otras formas de una alianza con el Fundador – son testimonio de ello. Por vocación somos partícipes de su carisma y su misión, somos uno con él en su vida y en su misión. Dios nos pensó juntos desde toda la eternidad. Él me unió y unió a cada uno y cada una de ustedes íntima e inseparablemente a la persona y al destino del Padre Kentenich. Solidaridad de destinos, solidaridad indisoluble. Con palabras sencillas pero teológicamente precisas el P. Kentenich lo expresó así: «Estaba previsto en los designios de Dios que ustedes y yo nos perteneciésemos con una profundidad singular. En los planes de Dios nunca debo haber existido sin ustedes, ni ustedes sin mí. Desde la eternidad Dios nos pensó en una Alianza de Amor… Dios lo pensó así, no me vio nunca sin ustedes, ni a ustedes sin mí, él no quiere que cumpla mi misión sin ustedes – como tampoco vio a María separada de Jesús -, Él los pensó, desde toda la eternidad, como mis colaboradores perma­nentes en el cumplimiento de mi misión…” (20.08.1947)

Quisiera subrayar que nuestro vínculo con el Padre Fundador no es en primer lugar sentimental o afectivo, sino principalmente un vínculo de fe, que tiene sus raíces en la fe de que por gracia de Dios somos llamados a participar del carisma, del espíritu de fundador, del P. Kentenich.

Escuchamos en la primera lectura un pasaje hermoso del Antiguo Testamento. El pueblo de Israel es muy grande. Moisés no puede conducirlo solo. Su suegro le aconseja. Moisés le pide a Dios: es demasiado para mí, no puedo llevar solo esta carga.

Nu 11, 16-17. 24-25: „El Señor respondió a Moisés: «Reúneme a setenta de los ancianos de Israel, llévalos a la Carpa del Encuentro, y que permanezcan allí junto contigo. Yo bajaré hasta allí, te hablaré, y tomaré algo del espíritu que tú posees, para comunicárselo a ellos. Así podrán compartir contigo el peso de este pueblo, y no tendrás que soportarlo tú solo… Moisés salió a comunicar al pueblo las palabras del Señor. Luego reunió a setenta hombres entre los ancianos del pueblo, y los hizo poner de pie alrededor de la Carpa. Entonces el Señor descendió en la nube y le habló a Moisés. Después tomó algo del espíritu que estaba sobre él y lo infundió a los setenta ancianos. Y apenas el espíritu se posó sobre ellos, comenzaron a hablar en éxtasis.”

Quizá sea este el don de este Año del Padre Kentenich, que Dios tome algo del espíritu que puso en el corazón del Padre y nos lo comunique a nosotros. Por eso pedimos en la oración especial de este año: “¡Damos de su fuego y de su espíritu de fundador!… ¡Que su carisma viva en nosotros!”

O como el profeta Eliseo, quien debió rogar e insistir para recibir “dos partes (dos tercios) del espíritu” del su maestro, el profeta Elías. 2 Rey 2, 9-10: “Elías dijo a Eliseo: «Pide lo que quieres que haga por antes de que sea separado de tu lado». Eliseo respondió: «¡Ah, si pudiera recibir las dos terceras partes de tu espíritu!». «¡No es nada fácil lo que pides!, dijo Elías”.

Preferí tomar la otra primera lectura pues muestra otro aspecto fundamental de nuestra participación en el carisma: no se trata del privilegio exclusivo de unos pocos expertos en el Padre Kentenich o de algunos eruditos doctores. Todos participamos de su carisma, cada una y cada uno de nosotros, cada grupo y cada comunidad. Kentenich es más que todos nosotros y nos supera, nadie lo agota. Solamente todos juntos podemos y debemos hacer presente todo el rostro completo, toda su figura en plenitud. Cada una y cada uno, cada grupo y cada curso, cada rama y cada comunidad, representa un rayo de su carisma, somos como las pequeñas piedras de un mosaico que solo juntas muestran el todo. El gran desafío es que nos abramos unos a otros, que intercambiemos vida, que trabajemos juntos, que vivamos solidaridad efectiva, cultura de alianza. El mosaico es como un difícil y exigente rompecabezas que debemos armar. Solo así representamos íntegramente al Padre Kentenich, solo así somos quienes somos y lo que somos.

Se trata por lo tanto de un carisma, una gracia para los demás, para una misión. Por lo mismo no podemos guardarnos este don para nosotros mismos. Carisma es don y tarea. En vistas de esto el Papa Francisco dirigió a los Padres de Schoenstatt las siguientes palabras que pueden servir de orientación y quizá de advertencia a toda la Familia en este año: “Les preocupa mantener vivo el carisma fundacional y la capacidad de saber transmitirlo a los más jóvenes. A mí también me preocupa, ¡eh!, que lo mantengan el carisma y lo transmitan, de tal manera que siga inspirando y sosteniendo sus vidas y su misión”. Más importantes son las palabras siguientes, en que habla del dinamismo vivo de un carisma que se actualiza en contacto con la realidad y a su vez la transforma: “Ustedes saben que un carisma no es una pieza de museo, que permanece intacta en una vitrina, para ser contemplada y nada más. La fidelidad, el mantener puro el carisma, no significa de ningún modo encerrarlo en una botella sellada, como si fuera agua destilada, para que no se contamine con el exterior. No, el carisma no se conserva teniéndolo guardado; hay que abrirlo y dejar que salga, para que entre en contacto con la realidad, con las personas, con sus inquietudes y sus problemas. Y así, en ese este encuentro fecundo con la realidad, el carisma crece, se renueva y también la realidad se transforma, se transfigura por la fuerza espiritual que ese carisma lleva consigo.” (3.09.2015)

El carisma del Padre Fundador es nuestra misión y nuestro aporte a la Iglesia y a la sociedad, este carisma quiere transformar la realidad e inspirar una nueva cultura de alianza. Este es el fruto que debemos dar y que solo podemos dar si “permanecemos en él” – como los sarmientos unidos a la vid -. “Permanezcan en mí, quien permanece en mí da mucho fruto. Los llamo amigos. Yo los he elegido y los he destinado para que vayan y den fruto y ese fruto sea duradero” (cf. Jn 15).

Querida familia de Schoenstatt, todos deseamos que el proceso de beatificación del Padre Kentenich avance y que un día sea canonizado. También este es nuestro pedido en este año del Padre Kentenich. No obstante, pienso que deberíamos pedir de corazón que sobre todo crezca la aspiración a la santidad en nuestra Familia, en cada uno y en cada comunidad. Recordemos la condición del 20 de enero: si toman en serio la Inscriptio, si toman en serio la aspiración a la santidad, entonces quedaré libre. Así ha de decirnos hoy el Padre: ¡recién entonces seré canonizado! San Juan Pablo II ya nos desafió: “¡canonícenlo ustedes!”  En ese sentido también, en los funerales del Padre Kentenich, el obispo Tenhumberg exhortó a nuestra Familia con las palabras de San Pablo: “¡ustedes son mi carta de presentación!”

„Por los frutos se conoce el árbol”. La antigua ley del Evangelio vale hoy más que nunca: por los frutos se conoce el árbol, por la santidad de sus hijos y seguidores se conoce la santidad del Padre y Fundador, en la vida santa de la Familia y en las obras apostólicas fecundas se ha de manifestar la santidad de nuestra Padre. Otros hijos de Schoenstatt le están abriendo el camino al Padre Kentenich en Roma, en primer lugar, el beato Carlos Leisner, quizá pronto también Francisco Reinisch, el decreto de virtudes de la Hna. M. Emilia ya está listo, la Positio de José Engling avanza – el próximo año serán 100 años de su muerte -, la de Mario Hiriart fue presentada y pronto lo será la de Joao Pozzobon, algún día los seguirá el P. Hernán Alessandri y si Dios quiere muchos más. Así se hacen realidad las palabras del acta de Fundación, que la “capillita” se convierta en cuna de santidad, cuna de santos canonizables y canonizados. Este es mi deseo y mi pedido en este día para todos nosotros. “Yo los he elegido y los he destinado, para que vayan y den fruto y ese fruto sea duradero”.

 

P. Juan Pablo Catoggio

15 de Septiembre, 2017

P. Juan Pablo Catoggio – Apertura del Año del P. Kentenich (pdf)

15 de septiembre 1968 – 15 de septiembre de 2018

Oración

 

Padre y Dios nuestro,

gracias por regalarnos en el Padre Kentenich un padre y profeta,

testimonio vivo del Evangelio para nuestro tiempo,

encendido por el Espíritu Santo.

 

¡Danos de su fuego y de su espíritu de fundador!

Regálanos su amor ardiente a ti, a tu Hijo Jesús y a María.

Haz que su carisma esté tan vivo en nosotros,

que podamos plasmar el futuro de la Iglesia y la sociedad.

Su visión sea nuestra visión:

que en la fuerza de la Alianza de Amor surja un mundo nuevo,

y dondequiera que vivamos y actuemos,

podamos gestar una cultura de alianza.

 

Querido Padre Dios, te pedimos:

incorpora al Padre Kentenich en el círculo de los santos reconocidos por la Iglesia.

Ábrele puertas a él y a su misión,

para que conduzca a muchos a tu corazón, plenitud de vida.  

Te lo pedimos unidos a María,

nuestra Madre, Reina y Victoriosa tres veces Admirable de Schoenstatt,

por Cristo nuestro Señor. Amén.

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1 Responses

  1. Roberto Henestrosa dice:

    Una carta que todo Schoenstattiano deberia leer y repasar sus tareas a la luz de la fe practica en la divina providencia. Que nuestro carisma sea don y tarea para la iglesia, en Alianza Solidaria. Gracias P. Catoggio.

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