Publicado el 2017-06-23 In José Kentenich

Ser fundadores siempre: El Padre Kentenich en Chile

P. Patricio Ilabaca •

Este mes de junio se cumplen 70 años desde que llegó el Padre Kentenich a Chile. Había venido en busca de aliados para Schoenstatt y estaba recorriendo el cono sur, a las Hermanas de María que había enviado antes de la guerra. Venía de haber vivido en sí mismo lo que había propuesto a la Familia para enfrentar los peligros y amenazas del nazismo y la Segunda guerra mundial: el Poder en blanco y la Inscriptio. El hito espiritual del 20 de enero de 1941 y su vida en el campo de concentración de Dachau son un testimonio de una alianza con María profundizada hasta el amor a la cruz, poniéndose totalmente en manos de la Mater y del Dios uno y trino. Llegó en ese junio de 1947 a compartirnos su plenitud, porque después de la cruz viene la resurrección.

Recordamos su foto en la pista del aeropuerto de Cerrillos después de bajar del avión Panagra que lo trajo. Le pusieron alfombra roja porque traía pasaporte diplomático del Vaticano. Y él risueño ante el homenaje, sonríe con sencillez y paz. Su visita fue una inmensa alegría para los pocos schoenstattianos de la época en Santiago, Valparaíso y Temuco. Pero antes de cumplir el programa que le tenían preparado, él hizo algo sorprendente. Antes que Santiago con su importancia objetiva o de Temuco con la Casa central de las Hermanas, partió hacia Valparaíso.

La alianza de los primeros

Había sabido que allí estaba el primer grupo de Schoenstatt formado en Chile, el grupo de señoras que se habían decidido por la Alianza de amor y la habían sellado en 1942. Eran dirigentes de la acción católica en búsqueda de una profunda vida cristiana y habían descubierto la fuente de gracias de Schoenstatt. El Padre escuchó que ellas el 23 de junio de 1942, día en que se consagraron, habían ofrecido conscientemente su vida por él, que estaba en Dachau. Y coincidió que ese día él había sido salvado de ser llevado a la cámara de gases, porque un conocido suyo pudo sacarlo de la lista de eliminación. Así, el Padre reconoció la coincidencia providencial de la alianza y ofrecimiento de las señoras con el hecho de haber sido salvado de la muerte.

Es así que el Padre llega a Valparaíso a encontrarse con ellas y agradecerles su entrega por él. Entonces pasa algo especial en este encuentro: lo mismo que movió su corazón el 18 de octubre de 1914 al hablarles a los jóvenes congregantes, su mirada profética y el anhelo filial de las señoras se encontraron, llevándolo a dar un paso inusual respecto a todo lo que había hecho en otras visitas. Propuso fundar el Movimiento en Chile, reconociendo que la vida surgida en nuestro país de la mano de las hermanas y los padres palottinos era verdaderamente la Vida de Schoenstatt, como había surgido desde el 18 de octubre de 1914.

Schoenstatt es una misión divina

Nuestro padre fundador hizo un acto solemne de fundación del Movimiento de Schoenstatt en Chile el día 27 de junio de 1947, en la casa de la Acción Católica de Valparaíso, pasaje Quinta Nº 28. Reunidos el grupo de señoras y algunas niñas del primer grupo de la Juventud Femenina «las Rosas», las Hermanas asesoras y algunos padres palottinos, el P. José Kentenich dio una alocución sobre la importancia de la ocasión, firmando sus palabras y haciendo firmar a los presentes como miembros fundadores.

Les dijo entonces, y nos lo dice a todos nosotros desde ese momento, que no olvidemos que Schoenstatt es una misión divina y por tanto no depende de la fuerza o debilidad de los instrumentos, sino que se fundamenta en la gracia de Dios y de la Madre tres veces Admirable. Recordar que somos fundadores siempre y en toda situación, y por tanto corresponsables por Schoenstatt, con un amor tan grande que podamos llegar a ser capaces de dar la vida. Tener conciencia de ser élite, porque fuimos escogidos por la Mater y nuestra respuesta debe estar a la altura de la elección que recibimos de Ella, y por eso en todas partes dar ejemplo y testimonio con conciencia de misión.

Es por eso que 70 años después, también nosotros recibimos su invitación a ser fundadores siempre, como aliados suyos y de nuestra MTA. Le decimos con fidelidad: ¡Padre, nuestro corazón en tu corazón, nuestro pensamiento en tu pensamiento, nuestra mano en tu mano, nuestra vida en tu vida… tu misión es nuestra misión!

 Fuente: Revista Vínculo, Chile

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