Publicado el 2015-11-19 In José Kentenich

Al encuentro del P. José Kentenich

por P. Guillermo Carmona, Director del Movimiento de Schoenstatt en Argentina •

Hoy quiero invitar a salir al encuentro de alguien que hace muchos años, 130 exactamente, en un día como hoy, un 16 de noviembre, nació en la Renania germana. A pesar de los años, miles de personas lo siguen considerando como un padre a quien imitar, un maestro a quien seguir y un amigo a quien comentarle problemas y anhelos.

Hay personas que a lo largo de nuestra vida nos marcan y se transforman en luz y ejemplo.

En mi caso, una de estas personas positivas ha sido el P. José Kentenich. Muchas veces vuelvo al momento en que me despedí de él, cuando le ayudé como monaguillo, 20 días antes de su muerte. Lo que más me atraía de su persona no era tanto su inteligencia ni su capacidad de interpretar a las personas -lo que jamás dejé de admirar- sino su naturalidad. Me había hecho la idea de que un fundador debía apabullar, encandilar, sorprender, dejar atónito. Nada de eso: el Padre era una persona “normal”, directa, humana y cercana. Me impresionaba un cierto “misterio” que rodeaba su persona, difícil de explicar; y su dedicación personal: “es como si hubiese estado solo para mí”, confesaba mucha gente. Miraba a cada uno, se fijaba en los detalles, pero sin llamar la atención ni provocar la horrible sensación de sentirse estudiado. Regalaba confianza y estimulaba a sacar lo mejor que había en cada uno.

En el otro extremo, encontramos personas que también pueden dejar marcas -en una persona, en una sociedad- pero negativamente, “líderes oscuros” que llevan por caminos inhumanos de violencia y de muerte como los que perpetraron los atentados estos días en París. Nos duelen las escenas de París como la de los muertos en Siria. “Tanta barbarie nos deja consternados y uno se pregunta cómo puede el corazón del hombre idear y realizar hechos así de horribles…” reflexionaba el Papa Francisco. Son escenas de un mundo viejo que quisiéramos sepultar soñando con levantar un mundo nuevo donde los fanatismos de cualquier partido, raza, pueblo y religión desaparezcan.

La humanidad entera necesita profetas y líderes de la paz.

Esto vale para todos: también en nuestra tierra, debería educarse a hombres solidarios, vinculados y forjadores de familia. Esto no será posible si no asumimos el misterio de la cruz, si no renunciamos nosotros mismos a cualquier tipo de fanatismo ideológico, a la competencia envidiosa y narcisista, a creer que nuestra verdad es la única, que somos los únicos que sabemos de las cosas.

En pocos días más elegiremos (en Argentina) a nuestro presidente. Será convocado para una vocación tan noble como es conducir los destinos de nuestra patria y sus habitantes. Quien sea elegido para ejercer la función debe tener la meta clara, ser firme en el método y cordial en la forma. Debe recordar que no está en ese cargo solo para mandar sino para servir; para ayudar al bien común y no al bolsillo personal.

Los invito a rezar para que los nuevos gobernantes vivan con la mano en el pulso del tiempo (y de la gente) y el oído en el corazón de Dios. Que sepan enaltecer a los demás -también a los que piensan diferente-, que no generen angustia sino esperanza, que no promuevan la división sino la comunión.

La Alianza de Amor

El secreto de la enorme fecundidad del Padre Kentenich lo celebramos cada 18: la Alianza de amor con María, profunda, única y eficaz. Ella se estableció en el Santuario y aceptó ser su aliada. En esa alianza nos sumergimos todos y queremos con ella aportar a la paz y la renovación de nuestra Patria. Es bueno recordar que en su lápida se halla el sentido de su vida: “Dilexit Ecclesiam”- Amó a la Iglesia, una Iglesia alma del mundo.

Te invito por tanto en este mes a salir al encuentro del Padre Fundador. Es alguien a quien vos puedes imitar como padre, maestro y amigo. Aunque quizás no lo sepas, él ya está muy cerca y te espera: es el primero en salir a tu encuentro, porque te aprecia y te necesita para ser alfarero de un tiempo nuevo y diferente…

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